Esta es la relación del uso prolongado de videojuegos antes de dormir con el insomnio

Estudios han probado que la constante exposición al uso de pantallas alteran las funciones del sueño

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Adolescente jugando videojuegos - (Imagen Ilustrativa Infobae)
Adolescente jugando videojuegos - (Imagen Ilustrativa Infobae)

El uso prolongado de videojuegos se ha convertido en una actividad predilecta para millones de personas alrededor del mundo. Su naturaleza inmersiva, la constante evolución tecnológica y la creación de comunidades en línea han solidificado su lugar en la cultura contemporánea. Sin embargo, detrás de los beneficios y el entretenimiento que proporcionan, se encuentra un debate saludable sobre los efectos secundarios de su uso excesivo, siendo el insomnio uno de los problemas más discutidos.

El vínculo entre el uso prolongado de videojuegos y el insomnio puede entenderse a través de varios mecanismos fisiológicos y psicológicos. Primero, la exposición a pantallas brillantes, especialmente en horas nocturnas, puede interferir con la producción de melatonina, una hormona fundamental en la regulación del ciclo sueño-vigilia. La luz azul emitida por las pantallas suprime esta hormona, señalando al cerebro que aún es de día, lo que dificulta la inducción del sueño.

Un chico jugando videojuegos (Shutterstock)
Un chico jugando videojuegos (Shutterstock)

Además, los videojuegos suelen requerir un alto nivel de atención y concentración, incrementando el estado de alerta del jugador. Esta estimulación mental puede mantener al individuo en un estado de excitación cognitiva que dificulta el proceso de relajación necesario para conciliar el sueño. Esto se agrava en juegos con contenido violento o competitivo, donde los niveles de estrés y adrenalina pueden aumentar, retardando aún más la capacidad para dormir.

Otro factor a considerar es el tiempo dedicado a jugar, que en muchos casos puede extenderse hasta altas horas de la noche. Este hábito desplaza el tiempo que normalmente se dedicaría a prepararse para descansar, acortando directamente las horas de sueño. Este desplazamiento de actividades puede derivar en una perturbación del reloj biológico interno, generando patrones de sueño erráticos que pueden evolucionar hacia un cuadro de insomnio crónico.

Desde un punto de vista psicológico, el compromiso con los videojuegos puede generar un estado de hiperfocalización conocido como “flujo”, donde el individuo pierde la noción del tiempo. Este estado, si bien es indicativo de una experiencia de juego inmersiva y gratificante, puede promover la procrastinación del sueño. Además, la anticipación al jugar o el pensamiento constante en estrategias de juego durante la noche puede aumentar la dificultad para desconectar y favorecer el insomnio.

La investigación en este campo sugiere que el insomnio asociado a los videojuegos no solo se limita a dificultades para iniciar el sueño, sino que también puede afectar su calidad, fragmentándolo y disminuyendo las fases de sueño profundo. Esto tiene implicancias directas en el rendimiento diurno, afectando la memoria, la atención y la capacidad cognitiva general.

Un hombre incapaz de conciliar el sueño por el insomnio (Shutterstock)
Un hombre incapaz de conciliar el sueño por el insomnio (Shutterstock)

Es importante destacar que el vínculo entre el uso de videojuegos e insomnio no se presenta de manera uniforme en todos los individuos. Factores como la edad, el tipo de juego, la duración de las sesiones y la susceptibilidad personal al estrés y la ansiedad juegan un papel crucial en determinar el impacto en el sueño.

Las estrategias para mitigar estos efectos negativos incluyen establecer límites en el tiempo de juego, especialmente antes de dormir; optar por juegos con contenido menos estimulante en horas nocturnas; y mejorar la higiene del sueño a través de la creación de un ambiente propicio para el descanso, limitando la exposición a luz azul y manteniendo horarios de sueño regulares.

Mientras que los videojuegos ofrecen diversión y una vía de escape de la realidad, su uso excesivo, especialmente en horas previas al sueño, puede tener efectos significativos en la calidad y cantidad del descanso nocturno. Reconocer y abordar estos impactos es fundamental para garantizar que tanto el juego como el sueño, dos actividades esenciales para el bienestar, coexistan de manera saludable.