¿Te da frío? Esta es la verdad de la creencia del daño a tu cuerpo después de comer y beber alimentos congelados

Existe la creencia que el beber o comer cosas frías puede ser un factor para activar infecciones o enfermedades respiratorias

Compartir
Compartir articulo
Bebida con hielo (Imagen ilustrativa Infobae)
Bebida con hielo (Imagen ilustrativa Infobae)

El consumo de bebidas o alimentos fríos ha generado discusiones acerca de sus posibles efectos negativos en la salud. Muchas culturas y tradiciones médicas han sostenido la creencia de que tomar cosas frías puede ser perjudicial, pero ¿qué dice la ciencia moderna al respecto? Este análisis busca explorar los diferentes aspectos relacionados con el consumo de sustancias frías y su impacto en la salud, basándose en la evidencia disponible.

Primeramente, es importante diferenciar entre los efectos a corto y largo plazo de consumir alimentos o bebidas frías. Uno de los efectos inmediatos más comunes es la denominada “congelación cerebral” o cefalea por helados, un dolor de cabeza agudo que se produce al consumir algo muy frío de forma rápida. Este fenómeno ocurre cuando el frío afecta a los nervios en el paladar que, a su vez, causan una rápida dilatación de los vasos sanguíneos en el cerebro. Aunque incómoda, esta condición es temporal y no tiene consecuencias a largo plazo.

Degustación de nieves y helados en sabores únicos como chocolate, fresa, y limón con aloe vera, listos para disfrutar - (Imagen Ilustrativa Infobae)
Degustación de nieves y helados en sabores únicos como chocolate, fresa, y limón con aloe vera, listos para disfrutar - (Imagen Ilustrativa Infobae)

En cuanto a los efectos sobre el sistema digestivo, existe la creencia de que las bebidas frías pueden ralentizar la digestión. La teoría detrás de esto es que las bajas temperaturas podrían solidificar las grasas consumidas, dificultándo su procesamiento por el cuerpo. Sin embargo, la evidencia científica actual sugiere que, aunque el consumo de sustancias muy frías pueda causar un leve choque inicial al estómago, el efecto general en el proceso digestivo es mínimo. El sistema digestivo es extremadamente eficiente en regular su temperatura interna y en adaptarse a las condiciones de los alimentos consumidos.

Respecto a la salud bucal, el consumo frecuente de bebidas extremadamente frías podría potencialmente exacerbar la sensibilidad dental en personas predispuestas. La exposición constante al frío puede causar contracción y expansión en los dientes, lo que podría agravar la sensibilidad en dientes ya comprometidos. No obstante, para la mayoría de las personas, este no es un riesgo significativo y puede ser manejado con cuidado dental apropiado.

Otro aspecto considerado es la relación entre el consumo de bebidas frías y la incidencia de resfriados o infecciones respiratorias. A pesar de que la idea de que tomar cosas frías puede “enfriar” el cuerpo y hacerlo más susceptible a enfermedades es popular, no hay evidencia científica que respalde esta afirmación. Los resfriados son causados por virus, y su transmisión y desarrollo no están directamente influenciados por la temperatura de los alimentos o bebidas consumidos.

Un refrescante vaso de gaseosa con hielo. (Imagen ilustrativa Infobae)
Un refrescante vaso de gaseosa con hielo. (Imagen ilustrativa Infobae)

Por último, es relevante considerar las circunstancias individuales, como condiciones preexistentes o particularidades del metabolismo que podrían influir en cómo el cuerpo responde al consumo de alimentos o bebidas frías. Personas con ciertas afecciones gastrointestinales o sensibilidad dental pueden necesitar ser más cautelosas. Sin embargo, para la mayoría de la población, disfrutar ocasionalmente de alimentos o bebidas frías, especialmente en climas calurosos o después de actividades físicas, puede ofrecer un alivio refrescante sin efectos adversos significativos para la salud.

Basado en la evidencia científica actual, el consumo moderado de alimentos o bebidas frías no parece tener efectos negativos significativos en la salud para la mayoría de las personas. Los momentos de malestar, como la cefalea por helados, son temporales y no indicativos de daños a largo plazo.

Como en muchos aspectos relacionados con la alimentación y la salud, el equilibrio y la moderación son claves. Siempre es aconsejable escuchar a nuestro cuerpo y consultar a un profesional de la salud si experimentamos reacciones adversas o tenemos condiciones específicas que podrían afectar nuestra respuesta al consumo de sustancias frías.