Por esta razón Guadalajara se convirtió en un territorio neutral para el narco

A pesar de la guerra del narco en Jalisco, Guadalajara llegó a tener una especie de “tregua” que permitió a familias criminales vivir entre sus calles

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(Infobae México/Jovani Pérez)
(Infobae México/Jovani Pérez)

Pensar en narcotráfico y en Jalisco nos trae de inmediato a la mente las imágenes de hombres armados, vestidos con ropas de camuflaje y portando las letras CJNG (Cártel Jalisco Nueva Generación); un ejercicio mayor de investigación nos podría arrojar nombres como Nemesio Oseguera Cervantes, alias “El Mencho”, o los de sus hermanos Antonio y Abraham; o quizás recordarnos otras organizaciones criminales como el Cártel del Milenio, el Cártel de Guadalajara o el Cártel de Sinaloa, todos amigos en algún tiempo.

Actualmente la guerra entre el CJNG y el Cártel de Sinaloa se libra en varios estados del país; de sur a norte los brazos armados de ambos grupos criminales pelean el control de plazas, las principales rutas para el trasiego de drogas y otros delitos como el robo de combustible, tráfico de migrantes, secuestros y extorsiones, entre otros.

Chiapas, Guanajuato, Zacatecas y Tijuana son algunos de los estados con mayor conflicto entre los hombres liderados por “El Mencho” y aquellos que responden a las órdenes de Ismael El Mayo Zambada, de Los Chapitos y de Aureliano Guzmán Loera, el hermano de “El Chapo”.

A pesar de que el CJNG domina la mayoría del territorio de Jalisco, existen algunas regiones que escapan a su poder y son disputadas con células del Cártel de Sinaloa y La Familia Michoacana. Tal es el caso de Teocaltiche, uno de los municipios -según el periodista Óscar Balderas- controlado por “El Marito”, uno de los hombres más cercanos a Iván Archivaldo Guzmán Salazar, presunto líder de Los Chapitos.

Teocaltiche se ubica en la región de Los Altos de Jalisco, una región que colinda con los estados de Aguascalientes, Guanajuato, San Luis Potosí y Zacatecas y la cual está en constante disputa para controlar el corredor hacia las fronteras de Tamaulipas y Nuevo León con Estados Unidos.

A demonstrator shows a sign reading "Jalisco, Narco State" during a march to demand justice for the siblings Jose Alberto, Ana Karen and Luis Angel Gonzalez Moreno, who were abducted and killed by unknown assailants, according to local media, in Guadalajara, in Jalisco state, Mexico May 11, 2021. REUTERS/Fernando Carranza
A demonstrator shows a sign reading "Jalisco, Narco State" during a march to demand justice for the siblings Jose Alberto, Ana Karen and Luis Angel Gonzalez Moreno, who were abducted and killed by unknown assailants, according to local media, in Guadalajara, in Jalisco state, Mexico May 11, 2021. REUTERS/Fernando Carranza

Guadalajara, epicentro del narco

En la década de 1980 la ciudad de Guadalajara vio nacer al primer gran cartel de la droga que tomó el nombre de la ciudad y estuvo bajo control de Miguel Ángel Félix Gallardo, Rafael Caro Quintero y Ernesto Fonseca Carrillo; sin embargo, tras la detención de los tres grandes capos y la desintegración del cártel, este se dividió en varias organizaciones más pequeñas pero que siguieron operando desde la “Perla de Occidente”.

Después de la caída del Cártel de Guadalajara, el Cártel del Milenio y Los Cuinis “despacharon” desde Jalisco; además, el Cártel de Sinaloa logró afincar en el estado varios centros de operaciones y crear empresas en municipios como Teocaltiche, Puerto Vallarta, Zapopan y Tlajomulco de Zúñiga, algunos de los cuáles siguen en funcionamiento hoy en día.

En su libro “Los Chapitos: radiografía criminal de los herederos del Cártel de Sinaloa”, el periodista José Luis Montenegro da cuenta de las oficinas que Alejandrina Giselle Guzmán Salazar -hija de El Chapo Guzmán- tenía en Zapopan, Guadalajara y Tlajomulco de Zúñiga para promocionar varios de sus negocios a principios del nuevo milenio.

En otros libros como el de “Las esposas del cártel”, escrito por las parejas de las gemelos Margarito y Pedro Flores, también se narran algunas de las operaciones del Cártel de Sinaloa en Jalisco, principalmente en calles, casas, bares, restaurantes y plazas públicas de Guadalajara y Puerto Vallarta, donde familias de criminales decidieron construir sus hogares y convivían -o al menos compartían el territorio- en una especie de tregua ofrecida por la neutralidad de la región, en donde lo mismo se veía a cantantes, actores, empresarios y narcos sentados en el mismo establecimiento.

Aunque se presume que desde la aparición y crecimiento del CJNG la neutralidad de Guadalajara quedó en el pasado, la importancia de Jalisco en el entramado financiero de los cárteles de la droga hace que continúen conviviendo empresas y “empresarios” en las tierras que alguna vez fueron el escenario de las reuniones entre los principales capos de México.

Jalisco también ha sido escenario de balaceras como aquella en la que murió el cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo o la de la discoteca Christine, de los Arellano Félix; también en el estado se presentaron los secuestros de Los Chapitos en 2016 y los de cinco jóvenes en agosto de 2023 en Lagos de Moreno. Ninguno de esos eventos fue protegido por la “neutralidad” de Guadalajara.