Año nuevo: formula y presupuesta metas, no propósitos

Un “propósito”, en estricto sentido del término, es sólo una intensión o ánimo de hacer o no hacer 1 ; es una pretensión de cumplir algo. Por lo mismo, no es una obligación ni genera compromiso

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Claudine Moya Ponce, académica de la Facultad de Empresariales de la Universidad Panamericana (Infobae)
Claudine Moya Ponce, académica de la Facultad de Empresariales de la Universidad Panamericana (Infobae)

Cada año, la mayoría de nosotros, formula propósitos de año nuevo que suele abandonar al poco tiempo. Abundan los artículos con sugerencias sobre cómo no abandonarlos, pero pocos de ellos mencionan una adecuada formulación de esos objetivos y casi ninguno habla de cómo incorporar dichos objetivos a la planeación financiera, es decir, a nuestro presupuesto.

Si no sabes cómo hacer un presupuesto, sugiero revises mi artículo “¿No llegas a la quincena? No seas parte de la estadística” donde podrás ver un ejemplo

Un “propósito”, en estricto sentido del término, es sólo una intensión o ánimo de hacer o no hacer 1 ; es una pretensión de cumplir algo. Por lo mismo, no es una obligación ni genera compromiso de ningún tipo, por ello, no tardamos en abandonarlo y en encontrar una manera de justificarnos. Más que hacer propósitos, debemos formular metas y presupuestarlas.

La metodología más sencilla para formular metas es la SMART. Es un acrónimo por sus siglas en inglés: Specific, Measurable, Achievable, Relevant, Time-based. En español sería: específicas, medibles, realizables, relevantes y con límite de tiempo. En lugar de decir “quiero bajar de peso”, se debe decir “para junio de 2024 debo bajar 10 kilos, siguiendo un plan de alimentación diseñado por nutriólogo”. Decir “quiero juntar para el enganche del auto” es sólo un propósito; en cambio una meta sería “voy a ahorrar $60,000 para diciembre de 2024, ahorrando $5,000 al mes”.

Una meta específica hace que tengamos claro cu´ñanto debemos ahorar para obtenerla (Imagen Ilustrativa Infobae)
Una meta específica hace que tengamos claro cu´ñanto debemos ahorar para obtenerla (Imagen Ilustrativa Infobae)

Metas específicas

Las metas anteriores son específicas porque dicen “el qué” (bajar de peso, juntar para el enganche de un auto), y “el cómo” (plan de alimentación diseñado por nutriólogo; ahorrar $5,000 al mes). Para “el cómo” -ir al nutriólogo o ahorrar- siempre hay más de una alternativa, por lo que es importante listarlas, obtener sus costos (cuánto cuesta la consulta con el nutriólogo) o beneficios (vender algo para juntar el dinero) y meterlos en nuestro presupuesto anual.

Es muy importante evaluar cada opción en el presupuesto, tanto por separado como combinadas. Esto es porque, quizá, no podamos reducir nuestros gastos lo suficiente para ahorrar $5,000 mensuales, pero, ahorrar una cantidad menor a la par de vender algo, sí podría llevarnos al logro de la meta. Claro, habrá que también determinar qué vamos a vender y en cuánto podríamos venderlo.

Metas medibles

Las metas, que he utilizado de ejemplo, son medibles porque dicen cuántos kilos bajar y cuánto juntar para el enganche (incluso cuánto juntar por mes). Lo importante de hacer las metas medibles es que permite evaluar nuestro progreso y hacer los ajustes necesarios.

Si no se especifica cuántos kilos, entonces cualquier pequeña disminución en nuestro peso puede ser buena. Al no fijar una cantidad para el enganche del auto, entonces no se sabrá si ahorrar $3,000 al mes, será suficientes o no. Lo que no se mide no se puede controlar; no hay manera de saber si estamos cerca o lejos de lograr la meta.

La capacidad de ahorro es muy personal  - (Imagen Ilustrativa Infobae)
La capacidad de ahorro es muy personal - (Imagen Ilustrativa Infobae)

Metas limitadas en el tiempo

Si mi objetivo es bajar 10 kilos, pero no digo para cuándo, se pierde el factor motivación. Al establecer una fecha límite se genera cierto sentido de urgencia, de lo contrario, el esfuerzo que se ponga a la consecución de la meta será limitado o tenderemos a la procrastinación. Sería como decir “quiero juntar $60,000 ahí cuando pueda”; lo cual puede nunca llegar. No hay manera de evaluar si el esfuerzo invertido es suficiente.

Sin límite de tiempo, tampoco hay una base firme sobre la cual formular un plan y sin un plan no hay meta que se cumpla. De ahí la importancia de tener un presupuesto y tomar decisiones con base en éste. El presupuesto, por sí solo, nos hará ver que nunca llegamos al objetivo y eso, en cualquier persona sensata, debe ser indicativo de que algo no se está haciendo bien.

Metas realistas o realizables

Una meta es realista si puede ser “razonablemente” lograda en el tiempo establecido. Por razonablemente lograda me refiero a que se consiga con un esfuerzo adecuado, es decir, que implique un reto, pero sin dejar la vida en ello. Bajar 10 kilos en dos meses puede ser peligroso para la salud y juntar $60,000 en un año puede resultar imposible para alguien que gane $120,000 al año (a menos que se trate de un hijo de familia sin gastos fijos, que bien podría reunir el dinero en menos tiempo).

El presupuesto nos permitirá ver nuestra capacidad de ahorro y de reducción de gastos para saber si podemos juntar los $60,000 o pagar nutriólogo y gimnasio, sin sacrificar gastos necesarios. Si ello ocurre, entonces debemos evaluar otras opciones, incluso, modificar nuestra meta. Por ejemplo: comprar otro auto o hacer ejercicio en casa o con amigos.

Hay que organizar un presupuesto para superar la cuesta de enero efectivamente - (Imagen Ilustrativa Infobae)
Hay que organizar un presupuesto para superar la cuesta de enero efectivamente - (Imagen Ilustrativa Infobae)

Metas relevantes

Una meta relevante es la que está en sintonía con nuestros valores y fin en la vida. El problema es que la mayoría de la gente no es consciente de sus valores ni puede mencionar su objetivo en la vida. Una forma fácil de hacerlo, es imaginar que alguien está frente a nuestra tumba y lee un mensaje escrito en la lápida ¿qué le gustaría que dijera dicho mensaje?

Otra forma de evaluar la relevancia de sus metas es preguntarse “¿para qué?”. ¿Para qué quiere bajar de peso? ¿Para qué quiere comprar ese auto? La respuesta debe apuntar, preferentemente, hacia algo duradero como la salud o la educación. También puede ser para algo que incremente el bienestar financiero de su familia o empresa, como hacer crecer el dinero o invertir en una herramienta de trabajo (como un auto).

Naturalmente, el “¿para qué?” es muy personal. Si se invierte tiempo, dinero y esfuerzo para algo, cuya satisfacción dura unos cuantos segundos, es decisión de cada quien.

Transformemos nuestros propósitos en metas SMART y evaluemos su viabilidad en nuestro presupuesto, ya sea reduciendo gastos no necesarios y/o integrando nuevas fuentes de ingresos.

Si bien parece un proceso tedioso, e incluso doloroso -porque nos puede hacer ver lo inviable de algunas metas-, es preferible ajustar nuestras metas a nuestra realidad, porque ello nos acerca más a lograrlas. Qué va a dolernos más: ¿ajustar una meta y lograrla o quedarnos, como cada año, en meras intenciones?

1 Real Academia española (2023) Diccionario de la Lengua Española. Consultado de: https://dle.rae.es/prop%C3%B3sito