Del 24 al 31 de marzo se conmemoró una de las fechas más esperadas en el Perú, la Semana Santa. Una de las regiones más conocidas por las actividades que realiza entre el Domingo de Ramos y el Domingo de Resurreción es Ayacucho. Durante esta semana de reflexión, miles de personas, entre visitantes y residentes, se reunieron en la plaza de armas de Huamanga para participar de las actividades, religiosas programadas y, así, expresar su fe.
La Semana Santa en Ayacucho es conocida a nivel nacional e internacional por las múltiples procesiones que se llevan a cabo durante este periodo siendo las más conocidas la salida del Señor del Santo Sepulcro y la Virgen Dolorosa, el Viernes Santo, y del Señor de Pascua de Resurrección, el último domingo, cuando se celebra que Jesús volvió a la vida luego de ser crucificado.
Precisamente, durante el Viernes Santo, los residentes de Huamanga se organizan durante la mañana y la tarde para elaborar las clásicas alfombras de flores y arcilla que rodean la Plaza Mayor. Cuando llegue la noche, aproximadamente a las 20:00, las imágenes de Cristo, recién fallecido, y su madre María desde atrás, recorrerán todo el perímetro acompañados de sus devotos.
Las autoridades, para ello, apagan todas las luces de esta parte del centro histórico, por lo que la procesión solo sea iluminada por las velas de los fieles, quienes lamentan este capítulo en la vida de Jesús con pasos lentos y sentidos cánticos.
Las alfombras santas
Algunas empresas aprovechan esta ocasión para crear alfombras alusivas a la Semana Santa; sin embargo, la gran mayoría pertenece a colectivos ciudadanos y a instituciones como el Gobierno Regional de Ayacucho y la Universidad Nacional de San Cristóbal de Huamanga (UNSCH).
Entre las asociaciones que se encontraban presentes, dos de ellas tenían un claro mensaje en defensa de los Derechos Humanos. Se trata del Colectivo LGBTIQ Chirapaq Soncco y el Frente de Defensa del Pueblo de Ayacucho (Fredepa).
De esta manera, se suma a la reflexión colectiva, dos casos de reivindicaciones civiles sobre problemáticas sociales y políticas que toman relevancia en el contexto actual peruano.
Justicia por las muertes en protestas
Luego de que Pedro Castillo intentara implementar un golpe Estado el 7 de diciembre del 2022, bajo la excusa de que el Congreso de la República buscaba sacarlo del poder, su vicepresidenta Dina Boluarte llegó al cargo político más importante del país.
Esta noticia; sin embargo, no fue del agrado de muchos ciudadanos de diferentes regiones, quienes vieron este acto como una traición. Miles de personas salieron a las calles a protestar, recordando las palabras de Boluarte, quien había asegurado que iba a renunciar a su puesto si Castillo dejaba el poder.
Durante este mes se organizaron movilizaciones en departamentos como Puno, Cusco, Ayacucho, Huancavelica y Apurímac. El conflicto llegó a niveles altos de violencia, lo que desencadenó la muerte de más de 29 personas antes de finalizar el año.
En Ayacucho, el 15 de diciembre del 2022, un enfrentamiento entre las fuerzas del orden y los manifestantes en el aeropuerto de Huamanga, dejó un saldo de diez fallecidos. Entre ellos estaba Raúl García Gallo.
Un familiar suyo, Ernesto, se encontraba observando la alfombra que había preparado el Frente de Defensa del Pueblo de Ayacucho, en conmemoración de este hecho. En el diseño se leía la fatídica fecha del 15 de diciembre del 2022.
En conversación con Infobae Perú, Ernesto aseguró que su tío no estaba participando de las marchas o de algún acto violento cuando fue alcanzado por los proyectiles. Según su testimonio, ese día él estaba regresando de trabajar junto a su hijastro, quien se convirtió en testigo clave del hecho y se encargó de contar lo sucedido a sus parientes.
“Trabajaba por el aeropuerto. Entonces, él estaba volviendo (a su casa) en la tarde, pasó por ahí y había una turba, por lo que se quedó mirando. En eso, le cae la metralleta”, comenta.
Para el entrevistado, no había posibilidad de que su tío pudiera estar involucrado en algún acto político, ya que no tenía realmente interés en estos temas.
“El problema es que él ni siquiera sabía qué es política, nada, no terminó de cuarto de primaria. Era un albañil, un campesino, trabajaba, nada más”, manifiesta.
Su historia, así lo retrata. Después de pasar por un tiempo en algunas zonas de la selva peruana, vuelve a Ayacucho en el 2005, aproximadamente. Su estadía era intermitente, ya que se dedicaba a buscar trabajo en diferentes lugares.
“Cuando estaba en mi tierra, en Ayacucho, por el año 2005 o 2006, ya tenía su pareja, ya vivía aquí. Empezó de trabajar como albañil de construcción, había aprendido (a laborar en esto). Tenía dos hijos, los dos son menores de edad”, indica su familiar.
Ahora, relata Ernesto, los parientes más cercanos de la víctima se encuentran siguiendo el caso, aunque todavía sienten que la justicia se encuentra lejos de ser alcanzada.
Igualdad para la comunidad LGBTIQ
Este año, siguiendo el camino de la plaza de Armas de Ayacucho, también se pudo encontrar la alfombra del colectivo LGBTI Chirapaq Soncco. Esta fue la primera vez que la organización participaba del evento religioso, desde su fundación hace seis años.
Decenas de ciudadanos se detenían curiosos a leer el mensaje que habían colocado en el dibujo: “Si una persona homosexual busca al señor, quién soy para juzgar”. Junto a esta frase, se encontraba la bandera de la comunidad LGBTI.
Alexa, la presidenta de la organización, dijo a Infobae Perú que este momento fue bastante fructífero, ya que les ayudó a visibilizar su lucha a nivel regional y nacional.
La agrupación, desde su creación, ha logrado crear alianzas con instituciones públicas y privadas. “Hemos venido trabajando temas de derechos humanos, por lo que hemos tenido capacitación con el Ministerio de Justicia, asimismo hemos tenido capacitación con el Centro de Emergencia Mujer, que ampara mucho a la comunidad LGBT con la ley 30304″, explica.
De esta manera, Chirapaq Soncco se ha convertido en un espacio seguro para cualquier persona que sienta que sus derechos han sido vulnerados.
“Recibimos casos de cualquier tipo de discriminación, cualquier tipo de violencia. Estamos, básicamente, para poder apoyar a la gente de la comunidad que se siente discriminada, rechazada por la misma sociedad”, precisa.
Los miembros del colectivo son conscientes de que se encuentran en un país mayoritariamente conservador, y aunque esta realidad no ha facilitado su labor, ellos y ellas han continuado esforzándose para el proyecto no se detenga.
“Esto ayuda a que las personas no tengan miedo a poder expresar su identidad, también su orientación sexual. También, a que más personas puedan salir del closet”, afirma.