Santoral: la lista de santos a conmemorar este 27 de abril

Consulta la lista de los santos y mártires para que no se te olvide ninguna felicitación en este día

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El santoral es diferente cada día y recuerda a quienes se caracterizaron por sus buenas acciones. (Imagen ilustrativa Infobae)
El santoral es diferente cada día y recuerda a quienes se caracterizaron por sus buenas acciones. (Imagen ilustrativa Infobae)

Hace décadas, incluso podría hablarse de siglos, los padres solían asignar el nombre de pila a sus hijos acorde a la festividad de los santos de ese día, incluso entre católicos y ortodoxos aún se conserva la costumbre de felicitar a las personas en el día de su santo. No en vano en las famosas “Mañanitas” hay una estrofa que dice: “Hoy por ser día de tu santo te las cantamos aquí…”.

El onomástico hace alusión día en que se festeja algún santo, aunque es común que mucha gente lo use como sinónimo de cumpleaños, lo cual es erróneo, pues al hablar de él sólo se alude al listado de los nombres del santoral.

Como todos los días del año, hoy también se conmemora a las mujeres y hombres que destacaron por tener conexiones especiales con las divinidades, que hicieron buenas acciones por el prójimo y que tenían una elevada ética y moral, motivos que los llevaron a ser canonizados o beatificados y formar parte del santoral.

Este es el santoral del sábado 27 de abril.

Celebración del día: San Pedro Armengol

Pedro vino al mundo hacia 1234, en Guardia dels Prats, aledaño de la tarraconense villa de Montblanch.

Su padre era hombre situado, de alcurnia, gozador de buenos apoyos en la corte de Barcelona. La madre, un primor de mujer, de esposa, de educadora.

Él cuidaba de la hacienda, entendía en los sembrados y los ganados, acaudillaba su mesnada cuando el rey llamaba a la guerra. Y tan pronto como podía desembarazarse, volvía al hogar, donde le esperaba el embeleso de su entrañable esposa y de su encantador Pedrito.

Eran felices los tres. Total, absoluta, inconmensurablemente felices. Y de aquella dicha participaban también los domésticos, los súbditos, los campesinos, los pobres.

El niño andaría por los seis u ocho años. Fue la locura. El padre se alienó en su trabajo, en sus armas, en la política.. huyendo del hogar, evadiendo los recuerdos. Y descuidó al hijo.

Pedro se descompuso; se halló solo, se sintió indefenso. Empezó a incubar un rencor profundo. Se fue tornando hosco, altanero, peleón. Afloró su carácter fuerte y una ambición desmesurada. Y, aún jovencito, se vio metido en riñas y peleas, que degenerarían en serios altercados y en el homicidio. Huyendo, se vino a encontrar jefe de una partida de bandoleros que operaba desde la sierra de Prades.

No hubo fechoría que no cometiera, ni desmán de que repugnara. Sorprendía, atacaba, robaba, huía.. Se convirtió en el terror, en el salteador que siempre estaba en el punto justo. Y así buen tiempo, bastantes años.

Pero arriba velaba por él su santa madre. Un día cayó, rabioso y temerario, sobre una patrulla que llegaba preparando el paso del Rey, se fue contra el que mandaba la tropa y se halló midiendo la espada con su propio progenitor. Padre e hijo se cruzaron una mirada de reproche mutuo y de arrepentimiento recíproco; el padre cayó en cuenta de su culpable dejación; el hijo se percató del envilecimiento a que había llegado. Rindió el acero a su procreador, se entregó a la justicia, se avino a siniestras consecuencias. Empero pesó el apellido, se evidenció su conversión sincera.. y fue indultado por el rey don Jaime.

En ello estaba el año 1266. Visitó las mazmorras, consoló a los deprimidos, curó a los llagados, gastó un buen dinero en comprar a cuantos pudo, los más hundidos. Y cuando no quedaba ni un penique, descubrió unos niños y muchachos que, entendió, se perderían si no los rescataba; ajustó su precio en mil áureos y se quedó en prenda de aquel dinero, que el fraile compañero había de aportar en el plazo de un año.

Fue aquel un año intenso, el mejor de su vida: catequizó, animó, condolió, se convirtió en el paño de lágrimas de los cautivos. También clamó, vociferó, fustigó, insultó a los inicuos esclavistas.

Vuelto a su convento de Guardia dels Prats, vivió aún muchos años, conservando siempre el cuello torcido y el color macilento. Allí era comendador por los años 1291, allí murió en 1304, allí se conserva la parte de sus huesos que no fueron quedamos en 1936. El 3 de marzo de 1626, Urbano VIII y el 8 de Abril de 1687, Inocencio XI , reconocieron su culto inmemorial y lo canonizaron.

Junto a este personaje hay otros santos y mártires a los que también se les celebra este sábado 27 de abril como los siguientes:

Santa Zita

Madre de Dios de Montserrat

San Antimo, obispo y mártir

Santa Franca, vírgen

San Juan de Afusia

San Liberal de Altino

San Macaldo

Santa Meruvina, abadesa

San Polión

San Rafael Arnáiz

San Simeón

San Teodoro de Tabennesi

San Acardo, obispo

Beata Catalina de Kotor

Beato Jacobo de Iádere Varinguer

Beata María Antonia Bandrés y Elósegui

Beato Nicolás Roland

Beatificación y canonización

El Papa Francisco asiste a una misa por la beatificación del Papa Juan Pablo I en la Plaza de San Pedro en el Vaticano, el 4 de septiembre de 2022. (REUTERS/Remo Casilli/Vatican Media)
El Papa Francisco asiste a una misa por la beatificación del Papa Juan Pablo I en la Plaza de San Pedro en el Vaticano, el 4 de septiembre de 2022. (REUTERS/Remo Casilli/Vatican Media)

El santoral es el conjunto de personas (mujeres y hombres) que son veneradas por la Iglesia al ser proclamados como santos o beatos en una fecha determinada en el calendario.

En el trayecto hacia la canonización hay cuatro pasos: el primero es ser nombrado como siervo de Dios, el segundo es ser venerable; el tercer paso es ser beato y, finalmente, el cuarto paso es ser santo.

La beatificación sólo la pueden lograr los fieles que hayan fallecido con fama de ser santos en diversos sitios y este proceso se puede llevar a cabo de dos formas: a través de una causa de virtudes heroicas y la segunda es el martirio, es decir, si la persona murió a causa de su fe.

Por otro lado, el proceso para convertirse en santo implica sumar el nombre de la persona santificada en el canon (lista de santos reconocidos) y con ello se permite que la comunidad creyente le rinda culto público y universal, en tanto, se le asigna una fiesta litúrgica, se le dedican altares, capillas y se reconoce su poder para interceder ante Dios.

Aunque la Iglesia no ha dado una cifra exacta, se cree que actualmente habría hasta nueve mil santos reconocidos. De acuerdo con el Martirologio Romano, actualizado en el 2005, la Iglesia Católica cuenta con al menos siete mil santos, aunque no se cuenta a los mártires, por lo que muchos piensan que incluso la cifra podría llegar a las 20 mil personas.

En la historia reciente, el Papa Juan Pablo II logró canonizar a 388 santos, mientras que el papa Francisco ha batido todos los récords luego de que al día de hoy ha canonizado a 898 santos, 800 de ellos al mismo tiempo.