Jugársela por ideas contra la propia existencia

No faltaron ejemplos a lo largo de la historia en la que la víctima alimentó a su propio verdugo

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Las seucelas del ataque de Hamas en el kibutz Be'eri el 7 de octubre de 2023 (Foto AP/Tsafrir Abayov)
Las seucelas del ataque de Hamas en el kibutz Be'eri el 7 de octubre de 2023 (Foto AP/Tsafrir Abayov)

Imagínense una escena en la que el Llanero Solitario, el jinete justiciero de las historietas, sube a una loma junto a su fiel amigo, el nativo potawatomi “Toro”, y frente a ellos ven 1.200 pieles rojas, se dan vuelta hacia atrás y avistan 800 pieles rojas, a su izquierda otros 800 pieles rojas y a su derecha 1.000 pieles rojas más.

Preocupado, el Llanero Solitario le dice a Toro –”Estamos rodeados”.

A lo que Toro sonriente le dice –”No, ¡estás rodeado!”

Este ejemplo es análogo a innumerables situaciones, e incluso períodos históricos enteros, en los que distintos grupos identitarios querían caerles simpáticos al bando contrario, y cuando descubrían que ese amor no era correspondido, si es que se daban cuenta, ya era tarde.

Dos años después de finalizada la Primera Guerra Mundial, en 1919, se fundó en Alemania la Federación de Soldados Judíos de la Primera Línea del Reich (Reichsbund Jüdischer Frontsoldaten) con el objetivo de combatir el antisemitismo y el libelo de la puñalada por la espalda, que sostenía que Alemania no había perdido derrotada en combate, sino por una traición de soldados judíos y marxistas que integraban las filas de su ejército.

“¡A las madres alemanas! 12.000 soldados judíos cayeron en el campo de honor de la patria”, reza un cartel publicado por dicha entidad, que prosigue con una afirmación que huele a queja. “Los héroes cristianos y judíos lucharon lado a lado y descansan lado a lado en tierra extranjera. ¡12.000 judíos murieron en acción! El furioso odio partidista no se detiene en las tumbas de los muertos. Las mujeres alemanas no toleran que una madre judía sea despreciada en su dolor.”

La Reichsbund Jüdischer Frontsoldaten continuó operando y haciendo campaña contra el antisemitismo hasta 1936, y se disolvió en 1938. Ergo, pretendían que Hitler y su séquito de nazis cambien de opinión una vez ya ejerciendo el poder, en una escalada de edictos, leyes y opresiones contra los judíos.

Muchos fueron llevados a las cámaras de gas sin entender como en el Primera Guerra Mundial pelearon convencidos en las filas del ejército alemán, pero en la Segunda, ese mismo ejército luchó contra ellos.

En un pozo parecido estuvo a punto de caer el Reino Unido cuando el escritor John Middleton Murry pedía que Hitler ocupe Inglaterra y, así “se conseguiría una paz que destruiría al hitlerismo”. Más moderado, pero con poder de firma, Chamberlain se ilusionó en conseguir una paz con Hitler, pero fue sucedido por Winston Churchill, que se la vio venir: “Nos ofrecieron elegir entre la guerra y la humillación; ya aceptamos la humillación y ahora tendremos la guerra”. Y fue el mismo Churchill quien visionó que tanto las guerras de entonces como el terrorismo del siglo siguiente, no eran un problema regional, sino una amenaza a todo el planeta, cuando dijo que “Un apaciguador es alguien que alimenta al cocodrilo, esperando que se coma a otro antes que a él”.

Paso el tiempo y en vez de aprender, la humanidad se llenó de personas que se juegan por ideas que no les pertenecen.

Los miembros del Partido Comunista iraní militaron la revolución islámica, y una vez que el Ayatola Khomeini ascendió al poder, entró a cortarles la cabeza.

Movimientos feministas se alinean con organizaciones terroristas inspiradas, armadas y financiadas por Irán, repudian selectivamente femicidios y avalan otros, pensando que van a gozar de cierta protección. Pero no, la teocracia marxista y el feminismo islámico son como el helado caliente, ¡no existen!

Y con el morbo del autoodio, les ponen la lupa a agrupaciones minúsculas como Judios x Palestina, grupitos para los que sobran los dedos de la mano para contar los seres no anónimos que los integran. A la catarata de falsedades e imprecisiones históricas, le agregan la reiteración hasta el cansancio de la frase “no en nuestro nombre”. Pero llegan tarde, porque ya hablaron en su nombre. Y no fue Israel, que no les pertenece (porque Israel es de los ciudadanos israelíes, judíos, árabes, cristianos, druzos y demás). Así como 90 años atrás, los miembros de la Reichsbund Jüdischer Frontsoldaten no acusaron recibo que Hitler ya había hablado en su nombre (en lo que los despreciaba y lo que les iba a hacer) en Mein Kampf, Hamás enunció bien clarito lo que quiere hacer con cada uno de los judíos en su acta fundacional. Y si los tiene a mano, se los va a llevar a estos Judíes x Palestina también, sin ni siquiera preguntarles si los apoyaron cuando mataron a sus propios parientes, o si su nombre se escribe con E, con X o con @.

No faltaron ejemplos a lo largo de la historia en la que la víctima alimentó a su propio verdugo. En la mayoría de los casos, hubo enamoramiento, pero ese amor no era correspondido por quién estaba preparando la soga. En muchos de ellos, esos tortolitos estaban encandilados por falsos líderes, que incentivados por una remuneración, pasaron a ejercer la profesión más antigua del mundo, comprando y vendiendo ideas al mejor postor. Grouchomarxismo explícito.

No fue amor. Los que se entregaron por una causa contraria a su propia existencia, fueron.

Con unos y otros, el verdugo terminó haciendo su trabajo.