En un testimonio que generó indignación en las redes, una usuaria del subte de Barcelona, España, expuso a través de la red social X, antes conocida como Twitter, el desinterés y la falta de empatía de los pasajeros frente a quienes necesitan un sitio donde sentarse debido a condiciones de salud.
La mujer, que padece de esclerosis múltiple, una enfermedad que afecta su movilidad y equilibrio, mostró cómo se ve obligada a permanecer de pie en sus viajes por el transporte público, incluso cuando lleva un bastón que evidencia su dificultad para mantenerse en pie sin apoyo.
La situación que Steffi Gal compartió en X, acompañada de imágenes que mostraban la total ocupación de asientos, incluidos aquellos destinados a personas con movilidad reducida, resaltó la indiferencia de los pasajeros. “Ir en metro de pie para mí, equivale a ir en una lancha a 50 nudos [aproximadamente 92 kilómetros por hora]”, expresó Gal, subrayando la complejidad de su experiencia en el transporte público debido a los efectos de su enfermedad.
El relato de Gal no solo evidencia la situación particular que enfrenta, sino que también destaca un acto de solidaridad en un entorno donde predomina la indiferencia. Un hombre, luego de observar la situación, se acercó a un grupo de adolescentes y señaló la necesidad de que le cedieran el asiento a Steffi. “Al final, gracias a la acción de un señor, me pude sentar”, comentó agradecida, al tiempo que reflexionaba sobre el valor de “remover conciencias”.
Más allá de compartir su experiencia personal, Steffi hizo un llamado a Transportes Metropolitanos de Barcelona y propuso la realización de campañas de sensibilización para fomentar la solidaridad y empatía entre los usuarios del transporte público. “Por megafonía, con panfletos… ¿algo? Sé que soléis hacer estas cosas, pero rápido la gente se olvida”, sugirió en su mensaje a la entidad.
La historia de Steffi Gal no solo generó una ola de apoyo y solidaridad en las redes sociales, con más de 2,5 millones de reproducciones y miles de “me gusta”, sino que también abrió un debate sobre la solidaridad y el rol de las empresas de transporte en promover entornos más inclusivos y empáticos.
La necesidad de ceder un asiento no se trata de un privilegio, sino de un acto básico de humanidad hacia aquellos que enfrentan retos de movilidad en su vida cotidiana. Steffi concluyó su testimonio subrayando que su petición es simple: “sólo pido empatía y solidaridad con la gente que necesita ir sentada, nada más”.