Inmutabilidad, estrés y empatía: ¿Qué candidato ganó el segundo debate presidencial según Maryfer Centeno?

En el último debate presidencial, los candidatos Claudia Sheinbaum, Xóchitl Gálvez y Jorge Álvarez Máynez se sometieron no sólo al escrutinio del público y sus oponentes sino también al análisis del lenguaje corporal por parte de expertos como Maryfer Centeno, reconocida grafóloga.

Centeno, quien ha ganado prestigio por sus detalladas observaciones sobre la comunicación no verbal que comparte a través de sus redes sociales, ofreció su perspectiva sobre la actuación y el temperamento de los candidatos durante el segundo debate presidencial llevado a cabo por el Instituto Nacional Electoral (INE).

Sobre la actuación de Claudia Sheinbaum, candidata de la alianza Sigamos Haciendo Historia (Morena, PT, PVEM), Maryfer Centeno señaló que durante el debate reveló una notable preparación en el manejo de su lenguaje corporal.

La candidata mantuvo una postura que denotaba confianza y control, características de un liderazgo, según la experta. Este dominio sobre su propio comportamiento se vio reflejado en su capacidad para no inmutarse ante los ataques de sus oponentes, manteniendo una sonrisa y una compostura que transmitía serenidad y firmeza.

La congruencia entre su discurso y sus gestos, junto al uso adecuado de la entonación de voz, complementaba su estrategia de comunicación, evidenciando su conocimiento y preparación en el ámbito del lenguaje no verbal, señaló Centeno.

A lo largo del debate, Sheinbaum Pardo proyectó una imagen de seguridad y dominio de sí misma, lo que, según Centeno, es fruto de una gran preparación para el debate. La especialista destacó la forma en que la morenista respondía a los ataques con una serenidad que se reflejaba tanto en su lenguaje verbal como no verbal.

Por otro lado, al hablar sobre Xóchitl Gálvez, de la coalición Fuerza y Corazón por México, la grafóloga destacó su evolución en comparación con su actuación en el primer debate.

La experta notó cómo Gálvez mejoró significativamente en aspectos como la dicción y la claridad al hablar, contribuyendo a una mayor autoridad y presencia escénica. A pesar de enfrentar momentos donde se le percibía a la defensiva, especialmente en los intercambios más tensos con Sheinbaum, Gálvez supo manejar estos desafíos con una voz fuerte y grave, que reflejaba convicción y firmeza.

Centeno resaltó la importancia de la voz en la comunicación, mencionando que el tono, la dicción y la claridad de Gálvez proyectaban una imagen más segura y decidida.

Subrayó los cambios en la postura y los gestos de Gálvez, señalando una transición hacia una actitud menos tensa y más cómoda en comparación con debates anteriores, pero aún sin estar al 100%. Aunque aún eran evidentes ciertos signos de nerviosismo y estrés que a veces se veían mitigados por “ilustradores de poder”, es decir, gestos que demostraban su intención de confrontar con confianza los retos presentados.

La defensividad observada en Gálvez, según Centeno, no sólo era una reacción natural a la dinámica del debate, sino también un indicio de su determinación por mejorar su desempeño y manejar efectivamente la presión del escenario político.

Finalmente, al hablar sobre el candidato de Movimiento Ciudadano (MC), Jorge Álvarez Máynez, Maryfer Centeno indicó que mostró un contraste entre nerviosismo y calma.

Aunque sus movimientos iniciales revelaban cierto nerviosismo, Máynez fue capaz de equilibrar esta impresión con un tono de voz que transmitía tranquilidad y generaba empatía entre el público.

La especialista en lenguaje corporal destacó cómo la sonrisa de Máynez, a pesar de ser un indicador de nerviosismo, también funcionaba como un mecanismo apaciguador, facilitando una conexión emocional con la audiencia. Este equilibrio entre nerviosismo manifiesto y estrategias de calma evidenció una preparación específica para enfrentar el estrés del debate y utilizar su expresión facial como un recurso para la empatía.

En su análisis, Centeno también apuntó la presencia y la actitud de Máynez durante su participación en el debate. Su llegada al evento, marcada por una actitud alegre y acompañada de gestos de confianza, preparó el terreno para una actuación que reflejaba preparación en un escenario en donde “no tiene nada qué perder”.

En el más reciente encuentro entre los candidatos a la Presidencia de México, el debate se centró en discusiones políticas y económicas cruciales para el futuro del país. La exalcaldesa de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, defendió el legado económico y social del actual gobierno de izquierda, destacando logros en la reducción de la pobreza y el manejo macroeconómico como ejemplos del avance nacional.

Sheinbaum resaltó la importancia de mantener una economía con inflación controlada, deuda manejable, inversión extranjera en aumento y un peso fuerte frente a otras divisas.

Por su parte, Xóchitl Gálvez, respaldada por una coalición de centro-derecha, no solo retó las afirmaciones de Sheinbaum sobre el desempeño económico del país, señalando incrementos en los precios de productos básicos como la tortilla, sino que también presentó propuestas para aliviar la carga fiscal de los trabajadores con ingresos menores a 15 mil pesos mensuales.

Gálvez hizo énfasis en su compromiso con los programas sociales y en su acuerdo con el principio de “primero los pobres”, a pesar de las críticas hacia la administración entrante por el manejo de la seguridad y su política hacia el crimen organizado.

Jorge Álvarez Máynez, situado como una opción centrista y tercero en las encuestas, tomó una posición más mesurada, enfocándose en criticar las falencias percibidas tanto en el gobierno saliente representado por Sheinbaum como en las propuestas de Gálvez. Su participación añadió una voz alternativa a la polarización evidente entre las principales candidatas, buscando presentarse como una opción de cambio moderado frente al electorado.

Este segundo debate presidencial se vio enriquecido por el intercambio de propuestas específicas y la defensa de posturas en temas de vital importancia nacional como economía, empleo e inflación; infraestructura y desarrollo; pobreza y desigualdad; así como la crisis climática y el desarrollo sostenible.