Guerra Fría 2.0: Israel y Ucrania primeras batallas

Hoy vivimos el comienzo formal de una nueva guerra fría, que lleva cocinándose desde mediados de la década pasada, con la invasión de Rusia a Crimea; distinta en muchas cosas y similar en tantas otras. La pregunta frente a esta nueva guerra fría es para dónde va Estados Unidos

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FOTO DE ARCHIVO: Una maqueta de un misil se ve durante una celebración tras el ataque del IRGC a Israel, en Teherán, Irán, 15 de abril de 2024. Majid Asgaripour/WANA (Agencia de Noticias de Asia Occidental) vía REUTERS/File Photo.
FOTO DE ARCHIVO: Una maqueta de un misil se ve durante una celebración tras el ataque del IRGC a Israel, en Teherán, Irán, 15 de abril de 2024. Majid Asgaripour/WANA (Agencia de Noticias de Asia Occidental) vía REUTERS/File Photo.

En septiembre del 2021, recién salido de Washington, dicté un curso que titulé “La Guerra Fría 2.0: Irán, Rusia y China en América Latina”. La Universidad Internacional de la Florida (FIU) y el Adam Smith Center me habían invitado a un fellowship para dictar un seminario sobre mi experiencia como embajador y como vicepresidente de Colombia. Sin embargo, preferí este otro tema que, increíblemente y de manera premonitoria, fue antes de la invasión de Ucrania por parte de Putin o del ataque terrorista de Hamas contra Israel. Se anticipó al mundo que hoy vivimos.

Llegué a ese tema durante mi paso por la embajada de Colombia en Washington, donde deja uno de verse el ombligo y creerse el centro del mundo y tiene acceso a toda la información sobre la complejidad geopolítica que vivimos. Dediqué muchísimas horas a investigar y relacionarme con expertos en el tema, tanto así que, incluso, en la embajada hice unos seminarios para embajadores de la región sobre China, Rusia e Irán en América Latina.

Hoy vivimos el comienzo formal de esa nueva guerra fría, que lleva cocinándose desde mediados de la década pasada, con la invasión de Rusia a Crimea, pero que con los dos hechos antes referidos, y quienes están de cada lado, vemos ya una coalición de países democráticos, con Estados Unidos, Europa, Japón y Australia a la cabeza, enfrentar una coalición de países autoritarios o de dictaduras que encabezan China, Rusia, Irán y Corea del Norte.

Un sistema antimisiles opera después de que Irán lanzó drones y misiles hacia Israel, visto desde Ashkelon, Israel. 14 de abril de 2024. REUTERS/Amir Cohen
Un sistema antimisiles opera después de que Irán lanzó drones y misiles hacia Israel, visto desde Ashkelon, Israel. 14 de abril de 2024. REUTERS/Amir Cohen

Los hechos de este fin de semana confirman de manera clara este nuevo mundo en que vivimos y que tendremos que enfrentar. La reacción de Estados Unidos y Europa en defensa de Israel, con la ayuda de países árabes que ven a Irán -con razón- como una amenaza, nos muestra por dónde van las cosas y cómo, poco a poco, los bloques se conforman.

Sin saber cuál va a ser la reacción de Israel a este ataque -anunciado y poderoso, pero limitado, por cierto-, lo que sí queda claro es que cambia el momentum político en el Medio Oriente, lo que Israel tiene que entender. La narrativa que se ha impuesto sobre el ataque a Gaza les hizo perder apoyo en Occidente e ir cediendo espacios ganados en la región después de los acuerdos de Abraham. Israel hoy tiene como cosechar el error que cometió Irán al reaccionar de esa manera desmedida y desproporcionada, así no fuera letal. Veremos si el primer ministro israelí dará prioridad a su futuro político inmediato, con una reacción brutal, o al largo plazo de Israel, con una respuesta moderada a este ataque de Irán.

El presidente de Colombia, Gustavo Petro, en una fotografía de archivo. EFE/ Ricardo Maldonado Rozo
El presidente de Colombia, Gustavo Petro, en una fotografía de archivo. EFE/ Ricardo Maldonado Rozo

Lo de Lula en Brasil y Petro en Colombia, que apoyan de frente a Irán y a Hamas y están en contra de Israel, tiene que ver no solo con esa ideologización de la política exterior sino también con los intereses de su gran aliado comercial, China, que, a pesar de su estratégico silencio, sabemos contra quién está: Estados Unidos en particular y Occidente en general. Lo de AMLO en México y su paz fraterna -la misma que aplica con los narcos que se tomaron el país-, con la cual no toma partido, es aceptable, ya que se va y está en la mitad de una campaña presidencial. Eso sí, con Estados Unidos como país fronterizo y socio en toda materia este escenario va a ser difícil de mantener.

La pregunta frente a esta nueva guerra fría es para dónde va Estados Unidos, pues ya hay claridad de que el otro bloque, la Unión Autoritaria, que reemplaza a la Unión Soviética de la guerra fría original, trabaja en franca coordinación. China, Corea del Norte e Irán entregan todo tipo de suministros militares a Rusia para enfrentar a Ucrania y a Occidente. Estos países entienden la importancia de no perder esa batalla, mientras que en Estados Unidos, por ese enredo político que hay en el Congreso, se frena la ayuda a Ucrania. Europa, en este momento crucial geoestratégico, reacciona y comienza a asumir esa responsabilidad financiera, logística y militar. En hora buena.

El presidente de EE.UU., Joe Biden, en una fotografía de archivo. EFE/Michael Reynolds
El presidente de EE.UU., Joe Biden, en una fotografía de archivo. EFE/Michael Reynolds

Pero la incertidumbre frente al mayor actor en esta disputa, Estados Unidos, es grande. El aislacionismo en ambos partidos crece y en las próximas elecciones es muy posible que tanto Trump como Biden dejen a Ucrania botado; el primero, para satisfacer a su público, que es aislacionista, y el segundo, para darle contentillo a la fracción progre que es anti Israel y que ve al bloque contrario con buenos ojos. Lo de Israel es diferente; es muy posible que Biden lo deje de lado si sigue Netanyahu en el poder, mientras que, por el contrario, Trump podría reafirmar su apoyo y buscar consolidar los acuerdos de Abraham, de los cuales la ficha final es la normalización de las relaciones Arabia Saudita-Israel.

Lo difícil en este momento de gran tensión y confrontación, en el cual no podemos descartar que una reacción equivocada puede llevarnos a una guerra regional o a una guerra mundial, es cómo se garantiza predecibilidad y el límite en la confrontación, que en la guerra fría 1.0 era la Destrucción Mutua Asegurada (MAD en inglés) por cuenta de las bombas nucleares.

Si Rusia gana en Ucrania ¿qué le impide ir por más? ¿Los rusos esperarían una tibia reacción, como la de Obama ante la toma de Crimea, o la reacción contundente de Biden al inicio de la invasión? Imposible de saber, pues Estados Unidos ya no es previsible.

FOTO DE ARCHIVO: Un militar ucraniano camina cerca de un edificio destruido, en medio del ataque de Rusia contra Ucrania, en la ciudad de Chasiv Yar, en la región de Donetsk
Mar 5, 2024. REUTERS/Oleksandr Ratushniak
FOTO DE ARCHIVO: Un militar ucraniano camina cerca de un edificio destruido, en medio del ataque de Rusia contra Ucrania, en la ciudad de Chasiv Yar, en la región de Donetsk Mar 5, 2024. REUTERS/Oleksandr Ratushniak

Lo mismo se puede decir de China y Taiwan. La agresión marítima de China a Filipinas ya pasa sin castigo, y casi que se acepta como un costo para mantener el statu quo. Pero este en cualquier momento se rompe si Xi necesita apoyo ante una crisis o Putin despierta un día con ansias de consolidar su sueño imperial.

Nosotros los baby boomers vivimos la Guerra Fría 1.0. Leímos sobre la crisis de los misiles de Cuba y vivimos el apoyo de la Unión Soviética -a través de esta isla- a las guerrillas latinoamericanas que tanto daño le hicieron al continente. Hoy China, Rusia, Irán y sus peones en la región, Cuba, Venezuela, Nicaragua y Bolivia, juegan a lo mismo, a la disrupción de las democracias, y en este nuevo momento geoestratégico están ciertamente envalentonados.

Por ahora toca entender el entorno donde la careta de la diplomacia cayó de nuevo dejando claro que vivimos una nueva guerra fría; distinta en muchas cosas y similar en tantas otras, pero con una gran diferencia que veremos desarrollarse en esta década: qué tanto las potencias de Occidente están listas a defender a otras democracias amenazadas.

¿Déja vu? Ciertamente, pero en el siglo XXI, y con redes sociales que magnifican lo bueno pero especialmente lo malo.