Sufrió una crisis de identidad, pidió que la llamaran como su abuela y luchó para cambiar su nombre en el DNI

Emilia Speciale tiene 20 años y estudia psicología en la Universidad Nacional de La Plata. Oriunda de Viedma, la joven sintió la necesidad de recurrir a la justicia para sanar las heridas de su infancia y así empezar una nueva vida

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Una joven sufrió una crisis de identidad, pidió que la llamaran como su abuela y luchó para cambiar su nombre en el DNI
Una joven sufrió una crisis de identidad, pidió que la llamaran como su abuela y luchó para cambiar su nombre en el DNI

Al nacer, el 4 de abril de 2003, sus padres la anotaron en el Registro Civil de Viedma, Río Negro, como Valentina Speciale. Siendo la menor de sus cuatro hermanos -dos varones, hijos de un matrimonio anterior de su madre; y dos mujeres, hijas de un matrimonio anterior de su padre- la bebé se crió en una familia numerosa y rodeada también del amor de sus abuelas.

Cuando llegó el momento de empezar la escuela primaria, la niña concurrió al Colegio María Auxiliadora y fue víctima de bullying. Esta traumática experiencia no solo produjo un quiebre en su vida personal sino también una crisis de identidad.

“Me dejaban sola en los recreos, no me invitaban a los cumpleaños ni a las piyamadas, me hacían vacío en el aula y me excluían de todos los planes”, recordó la joven. Con el pasar el tiempo, la situación fue empeorando: la hostigaban por teléfono, la apodaban “mostacho” (en alusión a los bigotes que ellas se empecinaban en ver) y se aseguraban de que se enterara cuando organizaban juntadas sin ella.

Emilia Speciale tiene 20 años, es oriunda de Viedma y estudia piscología en la Universidad Nacional de La Plata
Emilia Speciale tiene 20 años, es oriunda de Viedma y estudia piscología en la Universidad Nacional de La Plata

Los malos tratos y las burlas que sufrió de sus compañeras le provocaron heridas difíciles de olvidar. Así, Speciale terminó odiando su nombre, el cual asociaba con situaciones oscuras y dolorosas. Por eso, a partir de los 10 años, empezó a pedirle a su gente más allegada que la llamaran “Emilia”, como su abuela paterna, a quien consideraba “una mujer fuerte en sus convicciones y cariñosa”.

Lo curioso es que “Emilia” era el segundo nombre de su abuela Celia, algo que no sabía. “Yo lo elegí de manera inconsciente y cuando me enteré que era su segundo nombre, una vez que falleció, todo cobró más sentido”, relató la joven a Infobae, quien luego conoció otra historia familiar que le hizo dar cuenta de que ya no había marcha atrás.

Mi tía me contó que mi bisabuela Matilde también renegaba de su nombre y le había pedido a todos que la llamaran Emilia. Incluso, me mostró la cédula de identidad para que le creyera ya que en ese momento era impensado recurrir a la justicia para pedir el cambio. La historia volvía a repetirse tres generaciones después”, admitió la joven, que al cumplir la mayoría de edad se presentó ante la justicia para introducir ese cambio en el DNI y logró un fallo favorable.

En su historia familiar también hay antecedentes de cambios de nombres, que ella desconocía hasta que emprendió su lucha
En su historia familiar también hay antecedentes de cambios de nombres, que ella desconocía hasta que emprendió su lucha

“Necesitaba hacerlo porque el nombre Valentina me recordaba esa etapa de la primaria que no me gustaría volver a revivir. Por eso quería llamarme legalmente de otra manera -explicó la chica-. Sentía que ese nombre no me representaba, que yo no era esa persona triste en la que me había convertido y cuando terminé séptimo grado me anoté en otra escuela para arrancar de cero”.

Ella sentía que para poder socializar, hacer nuevas amistades y estar equilibrada emocionalmente tenía que llamarse de otra manera. A partir de los 13 años, cuando ingresó al Instituto Padre Juan Edmundo Vecchi de Viedma cambió sus usuarios en las redes sociales, se presentó ante todos como “Emilia” y sintió que se había convertido en otra persona.

Lo distintivo de este caso, contó su abogada a este medio, es que “acá había una cuestión que hablaba de una persona que estaba teniendo una lesión subjetiva por el nombre que le asignaron”; a diferencia de otros casos donde hay cuestiones de mayor gravedad.

“Lo más común son aquellas casos donde la gente quiere cambiarse el apellido porque su papá está preso, es femicida, es abusador o está acusado de delitos de lesa humanidad. Pero acá no había nada de eso”, explicó la doctora María Eva Scatena.

Más allá que hoy en día todavía hay personas que la siguen llamando Valentina, ella se siente liberada con la decisión que tomó la jueza de familia María Laura Dumpe, de la Unidad Procesal N°7 de Viedma.

La justicia rionegrina hizo lugar a su petición y falló de manera favorable
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La magistrada entendió el agravio espiritual y afectivo que le generaba el nombre Valentina, el cual afectaba su desenvolvimiento en el ámbito social y académico. Actualmente, la joven cursa el segundo año de Psicología en la Universidad Nacional de La Plata, ciudad a la que se mudó en 2022. De esta manera, hizo lugar a los “justos motivos” que presentó su abogada y emitió un veredicto ejemplar.

Vale aclarar que Emilia no guarda ningún tipo de rencor contra sus padres por haberla llamado de esa manera. Por eso, solo decidió adicionar ese nombre al que ya tenía y utilizar ante los demás solo el que ella quiere.

“La justicia tuvo en cuenta que el nombre es un derecho personalísimo que por encontrarse concatenado a otros derechos humanos merece la tutela judicial de la esfera privada de la interesada por sobre el interés social de preservar la inmutabilidad de su nombre, y más cuando mantener el primer nombre de Valentina y adicionarle Emilia como segundo no reviste de la misma gravedad que el cambio de nombre por sustracción”, justificó su abogada.

A Emilia le valieron muchos años de terapia tomar esta decisión formal. “Hasta mi psicólogo se sorprendió y me felicitó por mi valentía. Acá lo importante es que tanto mi papá como mi mamá me apoyaron desde el principio en este proceso”, remarcó la joven, que en un futuro quiere convertirse en psicóloga.

“Estoy convencida que desde la profesión que eligió va a poder acompañar a muchas personas que no se identifican con su nombre y ayudarlas en ese proceso”, concluyó su abogada.