Alé de Basseville: del escándalo con Juana Viale y el desnudo de Melania Trump a su deseo de casarse en Buenos Aires

El Jarl (conde) francés tiene 53 años, está en pareja con una albanesa de 31 y tiene un hijo llamado Luxifer. Además, ostenta el título de príncipe de Normandía... con vencimiento en 2025. El excéntrico fotógrafo y pintor que estuvo casado con la top model argentina Inés Rivero, cuenta sobre lo sucedido en 1998 en Punta del Este con la nieta de Mirtha, su estadía en una cárcel de los EE.UU. y su descendencia de Alejandro Magno

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Alé de Basseville, el noble europeo que se hizo famoso como playboy y hoy disfruta del arte y su familia
Alé de Basseville, el noble europeo que se hizo famoso como playboy y hoy disfruta del arte y su familia

Aquel famoso playboy francés, fotógrafo, artista y bon vivant que disfrutaba a más no poder de las noches y los boliches de Punta del Este a finales de los ‘90, hoy pinta cuadros, se enchastra y no para de reír junto a su hijo, que el día Reyes cumplirá seis años.

Parece increíble verlo en rol de papá después de un pasado más que tumultuoso, pero ahí está Jarl (Conde) Alexandre Alesund Albert Michel de Basseville -según el documento que exhibe del Reino de Normandía que lo reconoce con el título de príncipe y expira el 02/07/25- junto al pequeño Luxifer, que habla de fondo en inglés, aunque también entiende idioma albanés y estudia francés en un colegio bilingüe de París, donde ambos residen junto a Egla, una albanesa de 31 años, “la que manda en el clan”, la define Alé, como la mayoría lo conoce a este hombre que ya cumplió los 53 y está orgulloso de la familia que conformó.

El documento que según él le otorga el título de Príncipe de Normandía y expira en el 2025
El documento que según él le otorga el título de Príncipe de Normandía y expira en el 2025

“Nos vinimos de Albania a vivir a París, en familia, después de vacaciones en Biarritz, disfrutando. Estamos acá por diversas razones, la más importante es el trabajo. Me gusta escribir, estoy bosquejando otro de mis libros. Egla, mi mujer, trabaja conmigo, ella es arquitecta y fabulosa diseñadora, yo me dedico a la pintura, hacemos un equipo perfecto y tenemos un montón de propuestas de Croacia, los Balcanes... Mi hijo empezó la escuela y eso nos tiene muy felices, ya habla dos idiomas y ahora ahí está aprendiendo bien el francés. Este año fue muy positivo para mí, estuve en varios lugares del mundo, entre otros Singapur, África, Colombia, con nuestras creaciones: mezclamos arquitectura y diseño con mi arte, compartimos ideas. China es otro mundo, me invitan, es como otro planeta. Me sorprendí cuando ví pinturas mías ahí. Tengo buena relación con el gobierno y su gente. En India me pasó lo mismo. A mí me apasionan todos los continentes, cada uno tiene lo suyo. Nos resulta muy positivo y placentero esto de trabajar juntos con Egla, generamos muy buena energía como equipo. En la vida como pareja nos pasa lo mismo. A mí me encanta pintar, hacer fotografía, diseño para viviendas, una tarea muy creativa. Mucha gente se interesa por lo que hacemos. Tengo mi sitio de internet que es divino” (www.ale2b.com), explica Alé mientras se escucha la voz de Luxifer que le pide a su mamá la comida en inglés.

El gran público lo conoció por sus excentricidades y también porque un verano esteño del ‘98, su imagen explotó en las tapas de las revistas: le adjudicaban un romance nada menos que con Juana Viale, quien por entonces era una adolescente de 15 años, y él un muchacho adulto cercano a los 30. Consultado hoy, a más de dos décadas y media de aquello que estalló como un escándalo, reflexiona entre sonrisas: “se armó una novela de lo que en realidad fue una confusión. Amigas de Juana se acercaron cuando estaba en Tequila, en La Barra. Estábamos todos conversando y de repente yo quedo solo con Juana, nos sacaron una foto cuando charlábamos que para mí fue provocada, y después inventaron un romance que no fue. Yo la doblaba en edad, además ya había estado en casa de su abuela Mirtha en José Ignacio. Esto pocos lo sabían. Fue el verano anterior, cuando estuve casado con Inés (Rivero, por entonces top model del staff de Pancho Dotto). La familia me conocía, no era un extraño.

La foto del escándalo con Juana Viale en 1998. Dice Basseville: " inventaron un romance que no fue"
La foto del escándalo con Juana Viale en 1998. Dice Basseville: " inventaron un romance que no fue"

-¿Mirtha se enojó con usted?

-Creo que no, aunque después dijo algo como que no le gustó. Después cuando supo que fue un invento no sé si lo rectificó o le bajó los decibeles. Pero quedó ahí. No me hago cargo de las mentiras o de las fantasías que crearon. Si estoy con alguien lo digo, no soy de ocultar. Como ahora que estoy feliz con Egla, formamos una hermosa familia. ¿Por fin, no? Dije basta de estar como un solitario y me cambió la vida, soy otro, ahora tengo una gran compañera a mi lado y un hijo, aunque a mí no me preocupaba la descendencia, pese a que provengo de los vikingos, una historia de más de tres mil años, te vas a aburrir que incluye hasta a Alejandro Magno...”

Alé cuenta que heredó de su familia más de una decena de títulos nobiliarios en Europa, entre ellos los de duque, conde, príncipe y hasta caballero, pero él se define como una persona sencilla aunque reconoce su extravagancia entre sonrisas cómplices: “Pese a mis títulos creo que soy un tipo como dicen ustedes, muy popular. Hoy no representan nada. A mí me gusta dar, ayudar, la humildad es fundamental en mi vida. Me considero un ciudadano del mundo, me gusta el contacto con la gente. Lo que más disfruté fue mi infancia junto a mi abuelo en su castillo de Burdeos. Cuando nació mi hijo volví a revivir esos recuerdos de cuando era niño. Y eso me lleva a la Argentina, a la avenida Alvear y toda esa zona tan hermosa de mi Buenos Aires querido. Pasaron los años y estoy más nostálgico. Un hijo te hace repensar mucho todo, una gran mujer como Egla, lo mismo. Antes era un hombre solo, con ellos me dí cuenta de que me faltaba algo. Tarde, pero seguro (ríe)”, se sincera.

Egla Harxhi y Ale de Basseville en 2017  (Photo by Foc Kan/WireImage)
Egla Harxhi y Ale de Basseville en 2017 (Photo by Foc Kan/WireImage)

-Cuénteme lo relacionado con Alejandro Magno...

-En mi familia siempre se habló de él, fue nuestro antepasado. Charlábamos sobre la enfermedad neurológica que padeció y provocó su muerte. Y para mí, sucedió porque en la familia se casaron entre ellos. Hablaban de crear la sangre azul, una locura total. Yo tengo suerte de haber salido más o menos normal. Aunque padezco de epilepsia, a varios nos pasa lo mismo, es una enfermedad que puede ser hereditaria, donde uno enfrenta trances riesgosos que se repiten. La mía es con varios tumores benignos que están en mi cabeza, lo que tomo como prueba irrefutable de que descendemos de él. Enfrenté operaciones por esto y sigo en control neurológico con vaivenes, con batería de remedios. Una vez hasta me dieron por muerto. Ahora estoy bien, controlado. A mi hqijo siempre lo estamos chequeando para prevenir y evitar problemas, para que todo vaya bien y su vida transcurra con normalidad. Yo soy muy positivo y su mamá también. Cuando me siento mal, pienso que pronto voy a estar bien. No soy una persona depresiva, tengo suerte porque soy creativo gracias a la pintura, el arte, la fotografía, el amor con mi mujer es fundamental, son mis grandes pasiones, igual que mis amigos. Las buenas relaciones son lo más importante de todo. Yo bromeo con Egla, le digo que con el cruce con su sangre cortamos la maldición de la familia (risas). Ah, y no le temo a la muerte porque soy un entusiasta por naturaleza.

Dice Alé de Basseville que enfrentó varias operaciones por tumores en la cabeza, y que esa es una de las pruebas que es descendiente de Alejandro Magno
Dice Alé de Basseville que enfrentó varias operaciones por tumores en la cabeza, y que esa es una de las pruebas que es descendiente de Alejandro Magno

-¿Por qué decidieron el nombre Luxifer para su hijo?

-Porque significa “portador de luz”. Y eso trajo a nuestras vidas, pura felicidad y positivismo.

-Me habló de su pasión por la fotografía y recuerdo las que le tomó a Melania Trump y generaron gran polémica en los medios.

-Me divertí y disfruté mucho en esa producción que fue ultra profesional. La hicimos a mediados de los 90 para una revista italiana. Por ese entonces ella era modelo, se llamaba Melania Knauss y se me ocurrió un desnudo artístico junto a su colega Emma Eriksson. Luego en plena campaña de Donald Trump me las pidieron del Knew York Post, y yo encantado porque al ser un medio masivo, pude compartir mi tarea con mucha más gente. Después él fue presidente, quizá le aporté votos, no lo sé (ríe). No se ofendió para nada, es más, dijo algo así como que disfrutaba de que su mujer fuera tan bella y tan profesional para posar ante la cámara.

La polémica tapa de New York Post con fotos de la ex Primera Dama de los Estados Unidos, Melania Trump, junto a Emma Erickson. Las imágenes fueron tomadas por Alé de Basseville cuando Melania se apellidaba Knauss y era modelo
La polémica tapa de New York Post con fotos de la ex Primera Dama de los Estados Unidos, Melania Trump, junto a Emma Erickson. Las imágenes fueron tomadas por Alé de Basseville cuando Melania se apellidaba Knauss y era modelo

-A propósito, el universo de las modelos siempre fue muy polémico, usted se casó con una y además lo frecuentó como fotógrafo, ¿por qué declaró en la causa que se abrió contra Jeffrey Epstein, que supo rodearse de famosos para concretar sus abusos sexuales con menores?

-Porque me indignó que abusara de su poder para someter a menores. Un íntimo me relató que era un perverso. En el mundillo de modelos hay gente buena, pero también mafiosos, pederastas, y eso era Jeffrey. Yo aporté lo mío, lo que me contaron algunas chicas. Muchos se hicieron los que no veían. Traté de sumar. Inés (Rivero), mi ex mujer, estaba en la agencia Elite cuando conocí a Jean Luc Brunel de Karin Models que quería tenerla en su staff. A mí me parecía siniestro, le aconsejé que no lo hiciera. Ese tipo después iba a ver a Epstein cuando estaba preso, nefasto. Luego lo detuvieron por los mismos delitos que Jeffrey y lo encontraron muerto en su celda.

Una de las pinturas de Alé de Basseville
Una de las pinturas de Alé de Basseville

-Hablando de celdas, ¿explíqueme por que estuvo preso en los Estados Unidos, usted habló de un malentendido, cuál es la verdad?

-Reconozco que fue duro, pero finalmente pude demostrar mi verdad. Vivía en los Estados Unidos, estaba en pareja con Kiera Chaplin, nieta de Charles, fue a mediados de los años 2000. Luego me enteré de que había gente que buscaba dañarme. Un grupo de personas me acusó de vender drogas y hasta armas, algo que nada que ver. Pero allá, ante la duda, primero te investigan y tenés que probar que estás limpio. Nunca hice cosas fuera de la ley. Pude demostrarlo en cada estrado que me presenté, me llevó tres años lograrlo, pero salí indemne, sin ningún cargo, eso me reconforta. Cuando estuve detenido fue muy interesante porque trabajé mucho también. Nunca voy a hablar mal de los americanos por eso. Tuve la pésima suerte de cruzarme con gente maliciosa. Pero también viví épocas muy buenas en los Estados Unidos, por eso me tentaron para hacer una serie realista con mi vida allá, en especial en New York, lo estoy pensando, me agrada mucho la idea, tengo que contestar. También me gustaría que pudiera transcurrir en Buenos Aires o Punta del Este (ríe). Amo esas ciudades y mis amigos de allá, el querido Andrea Vianini, sus campos y caballos, cómo los extraño... Te voy a hacer una confesión.

-Lo escucho.

-Estoy pensando en casarme en Buenos Aires o Punta del Este; extraño mis ciudades del mundo preferidas. Podría ser de blanco, Egla y yo de la mano de Luxifer, nuestro fruto. ¿Buena idea, no? Amo Buenos Aires, hay gente que me dice fui y yo les pregunto, “¿la observaste bien, la entendiste? Tengo relación de sangre con la ciudad, lo mismo me sucede con Punta del Este, Montevideo, Córdoba, Mar del Plata, la Patagonia, Iguazú, La Pampa me parece increíble, la gente que vive del campo. Es un país tan grande, con culturas diferentes, me enseñaron muchas cosas. Hay gente espectacular. Siempre disfruté a full Argentina, personas divinas, sus cafecitos, gente cariñosa. Para eso hay que saber escuchar al público, tener la mente abierta. Ahora están todos con el celular e Instagram. Yo digo basta, miren a sus alrededores, descubran rincones y lugares, no vivan apurados, compartan momentos. Basta de tanto celular, hay que compartir momentos. Hoy la sociedad no tiene ideas, vivimos en Instagram, Facebook, X, tik tok, falta creatividad, observación, cultura, pocos entienden de arte.

De Basseville junto a su pareja albanesa, Egla y su hijo, a quien llamaron Luxifer
De Basseville junto a su pareja albanesa, Egla y su hijo, a quien llamaron Luxifer

-Usted dijo que le gustaría ser político.

-Es verdad, me gustaría hacer política, pero de forma libre, intentando unificar, no me gustan los extremos. Hay gente que habla mal de Sudamérica y nunca estuvo. O van a New York y dicen que conocen los Estados Unidos. Compartir es la mejor palabra. Me considero un ciudadano del mundo, me importa proteger la tierra, no pelearse por ella. Pero es un desastre la política en el planeta entero. Los políticos no entienden nada de la transición que estamos atravesando. Porque todo cambió después de la caída del Muro de Berlín. Ellos son gente egoísta, que responden a su propio interés, y no les importa el pueblo, el país, la economía, nada. Lo espiritual del país menos, solo sus ambiciones financieras, su ego.

-¿Cómo vive este momento de la Argentina?

-Desde Perón hasta ahora nada cambió, solo se enriquecieron los políticos. Carecieron de programas y estrategias, mucha improvisación, sin visión económica, sin planes. No puede ser que un país tan rico tenga tantos pobres, no lo entiendo, te juro.

-¿Qué desea para el futuro de su hijo?

-Que sea feliz, libre y que me siga ayudando a pintar cuando sea un anciano. Es la mejor manera de compartir la vida (ríe).