Villa Celina, el nuevo polo de venta informal de ropa que salió a competir con La Salada y la avenida Avellaneda

Con la mudanza de los talleres clandestinos de confección a la localidad de La Matanza y la venta de propiedades hasta en 750 mil dólares para instalar galerías y locales comerciales, la zona dejó de ser residencial para transformarse en un polo de venta de indumentaria. Los altos alquileres de Flores, el principal motivo de la relocalización

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En la zona de La Matanza junto a la General Paz se instalaron negocios de venta informal de ropa que compite con Once, Flores y La Salada (Foto: Mercedes Ninci)
En la zona de La Matanza junto a la General Paz se instalaron negocios de venta informal de ropa que compite con Once, Flores y La Salada (Foto: Mercedes Ninci)

Villa Celina salió a competirle a Once, Flores y La Salada con la venta de ropa minorista y telas al por mayor. De golpe comenzaron a inaugurar galerías con más de 130 locales, a abrir comercios de ropa por todos lados, y los fines de semana llega gente de Capital y Provincia de Buenos Aires para comprar barato y revender. En la zona residencial cercana al Boulevard Olavarría donde está la feria textil hay carteles de venta en la mayoría de las casas. Hubo propiedades que se vendieron en 750 mil dólares y más, valores superiores a la media de San Isidro o Pilar. Los mayoristas de telas comenzaron a abrir locales con una sola razón: los talleres textiles clandestinos se mudaron a esta zona de la Matanza cercana a la autopista Ricchieri, donde una gran parte de la población es de origen boliviano y tradicionalmente se dedican a la costura. Son miles de talleres familiares que fabrican prendas para la zona de Avellaneda y Nazca y shoppings de Capital y Provincia.

Mosche abrió hace tres semanas un local inmenso de venta de telas al por mayor por la soleada calle Unanué. Tiene ya dos negocios en la zona de Avellaneda y Nazca, sobre Bacacay, pero decidieron invertir en Villa Celina. “Decidimos abrir un negocio acá, porque ahora están todos los talleres y a los dueños les queda más cerca, por eso la venta está asegurada”, comenta. No es el único. Isaías, es empleado de otra compañía textil muy conocida. “Nosotros tenemos tres locales en Flores y ahora abrimos tres acá en Celina”, cuenta orgulloso. Por toda la zona se ven nuevos negocios de venta de géneros mayoristas, venta de cierres, botones, hilos, cordones, elásticos, apliques, agujas, broderie, encajes, todo lo que se necesita para la confección de ropa. En el Boulevard Juan Rava por ejemplo, entre el 1100 y el 1300 hay mercerías mayoristas y minoristas por todos lados- “Nosotros estamos en las dos puntas, en Flores y ahora acá”, agrega Mosche. “La ventaja es que acá no sólo estás más cerca de los talleristas, además, no te cobran llave. Acá pagamos 200.000 pesos por mes y en Flores nos cuesta 75 mil dólares por los tres años de alquiler, más 300.000 por mes”. “El único problema es que estamos buscando empleados y no conseguimos. Pusimos un cartel y nadie vino. Está imposible con los planes, nadie se ofrece”, agrega desilusionado.

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En Villa Celina explotó la venta de propiedades (Foto: Mercedes Ninci)
En Villa Celina explotó la venta de propiedades (Foto: Mercedes Ninci)

“Por cada casa que ves en Villa Celina hay uno o dos talleres textiles, es incalculable saber cuántos son”, cuenta a Infobae Daiana Gutiérrez, una joven estudiante de Ciencias Políticas de la Universidad de la Matanza que conoce la zona como nadie. “A mí no me gusta tanto la palabra clandestinos, es trabajo en negro, pero no hay trata ni esclavos”, explica. “Es una forma de rebuscarse, es una gran posibilidad que tienen las familias para poder trabajar en su hogar”, agrega que esta chica hija de padres bolivianos.

“Los fines de semana esto explota, es muy parecido a La Salada. No se puede caminar de la cantidad de gente. Se vienen de Capital a compra ropa y de Provincia de todos lados hasta de la zona norte como Pilar”, describe Daiana. “Los colectivos no pueden entrar, hay mucho embotellamiento de autos que llegan a la feria. Si hubiera un poco de voluntad política para ordenar esto sería otra cosa. Esto es un centro para dar muchísimo trabajo, es realmente un polo industrial. Hay muchísimos comerciantes, muchísimas PYMES, pero hace falta un poco de Estado”, agrega la joven.

Hasta los manteros se mudaron de Flores a Villa Celina (Foto: Mercedes Ninci)
Hasta los manteros se mudaron de Flores a Villa Celina (Foto: Mercedes Ninci)

Este boom de compradores hizo que en los últimos meses se abrieran dos imponentes galerías. En Olavarría al 2100 a metros de la autopista inauguraron el shopping Viva Celina con 134 locales de ropa y a pocas cuadras sobre Olavarría al 2700 acaban de abrir el Centro Comercial Copacabana con más de un centenar de negocios también. “Esto antes no se veía, teníamos sólo la feria. Ahora hicieron galerías más grandes que las de Once”, cuenta a Infobae con orgullo Daiana Gutiérrez. “Celina creció muchísimo desde el año pasado. La parte antigua de Celina cercana a la Gral. Paz y a la autopista Ricchieri lo que sería el Casco Viejo, todas esas casas antiguas se están vendiendo”, agrega. Efectivamente Infobae recorrió toda la zona residencial y es llamativo la cantidad de carteles de venta que hay. Ugarte entre el 1100 y 1200 todas las casas en venta, el mismo panorama se ve en Boulevard Juan Rava, Unanué, Barros Pazos y Caaguazú.

“Antes había tres casas, no más, en venta en Celina”, cuenta a Infobae Martín Abreu dueño de la inmobiliaria más importante de la zona. “Siempre fue muy tranquilo el tema de las ventas acá, pero antes de la pandemia empezaron a venir la gente de Once y Avellaneda, empezaron a comprar y la gente empezó a ver que pagaban bastante, sobre todo algunas zonas. Hoy lo que es un boom es la calle Olavarría, todos quieren comprar ahí. Es la zona que le llaman “Nueva Celina”. Y los precios subieron muchísimo. Una casa acá de hace 50 años se vende igual que un chalet en Villa Pueyrredón. Una casa chiquita puede valer 700 mil dólares. Lo que pasa es que ya no están quedando propiedades y el que tiene pone el precio que quiere, hoy te pueden pedir muchísimo más en esas cuadras”, describe. Abreu sin embargo, no es tan optimista como los comerciantes y los vecinos de Celina. Cuenta que la ola de ventas se paró un poco por el cepo a las importaciones de telas y eso también le puso freno a la venta de propiedades, por eso se ven tantos carteles. “Además todos quieren vender con los precios de Olavarría y tu casa está a dos cuadras y ya no vale lo mismo”, describe.

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Por un local se paga hasta 200 mil pesos de alquiler, mucho menos que en Flores o en Once (Foto: Mercedes Ninci)
Por un local se paga hasta 200 mil pesos de alquiler, mucho menos que en Flores o en Once (Foto: Mercedes Ninci)

“Celina primero se pobló de españoles e italianos y hace 40 años se instalaron los bolivianos. Ya es un boom, vienen todos, por el tema de los talleres textiles”, agrega el agente inmobiliario.

Villa Celina es una zona por excelencia de contrastes. El distrito va desde el Riachuelo a la Autopista Ricchieri y desde la Avenida Gral. Paz al Mercado Central. Toda la periferia de norte a sur y de este a oeste son villas de emergencia. En esos asentamientos, también hay muchos talleres clandestinos. En la Avenida San Martín y Roosevelt se construyeron en los últimos dos años edificios lujosísimos hasta con vidrios blindados. Lo paradojal es que por esta calle ancha que da un inmenso parque de diversiones conocido como “el falso Disney”, hay muchísima basura y las aguas servidas con aroma a cloaca impregnan el pavimento con su correntada todo el año. Es el único lugar de la Provincia de Buenos Aires donde la construcción no paró un día durante la pandemia.

Daiana Gutiérrez, una vecina que conoce la zona, cuenta cómo se inició el nuevo polo de venta de indumentaria (Foto: Mercedes Ninci)
Daiana Gutiérrez, una vecina que conoce la zona, cuenta cómo se inició el nuevo polo de venta de indumentaria (Foto: Mercedes Ninci)

La falta de control también potenció económicamente la zona. Muchos talleres de la Villa 1-11-14 de Flores se mudaron a Celina y otros directamente abrieron sucursal en esta zona del conurbano a cargo de algún familiar. Los controles por parte del Ministerio de Trabajo de la Provincia de Buenos Aires y del Municipio que gobierna Fernando Espinoza no existen. Excepto un operativo realizado por el Juez Criminal y Correccional de Morón, Martín Ramos y Policía Federal el 14 de abril donde se allanó un taller clandestino y se rescató a 13 personas extranjeras y un menor de edad con retraso madurativo explotados laboralmente, los operativos para evitar la Trata Laboral y la infracción a la Ley de Marcas brillan por su ausencia.

“Hay un potencial enorme en villa Celina, pero hay un abandono y un desorden del Estado tremendo”, reflexiona Daiana Gutiérrez, en relación a la ausencia de la Municipalidad de la Matanza. “Hacen falta luminarias, obras para descomprimir el tránsito, hay que asfaltar calles, poner cámaras porque es un lugar muy comercial, la gente camina con mucha plata y hay muchos robos. Robos a los autos un montón, a los que vienen a comprar mucha mercadería. Hacen falta contenedores de basura y una recolección diferencial con respecto a los residuos de las telas. Hay mucha inseguridad y contaminación” enumera la joven. “Hay un potencial enorme acá y nadie ve este polo industrial textil que no para de crecer. La misma gente se autogestiona, es un lugar que sin ayuda del Estado está creciendo exponencialmente. A los talleristas se les hace muy difícil conseguir empleados, hay una demanda muy grande de costureros y no encuentran gente para trabajar en las máquinas”, agrega. “Esto se está transformando en un Once y los que fabricaban y vendían en Liniers se vinieron para acá también. Hasta los manteros se están mudando para acá. ¡Todos! Y te digo más, si Celina para de fabricar se cae Avellaneda y se cae La Salada, por que el 90 por ciento de la gente que fabrica ropa acá tiene sus locales en ambos lugares y ahora los están poniendo también acá” concluye Daiana.

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