De Gente a Telefé, de Billiken a El Gráfico: la larga trayectoria en medios de Constancio C. Vigil, uno de los empresarios más influyentes del país

Desde muy joven, transitó redacciones. Ocupó cargos directivos en las revistas más importantes de la Argentina. También dirigió canales de televisión. Acompañó la transformación de los medios, amoldándose a los nuevos tiempos

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Constancio C. Vigil en los años 60
Constancio C. Vigil en los años 60

Hace unas horas, a los 86 años, murió Constancio C. Vigil, uno de los empresarios de medios más importantes de los últimos sesenta años en Argentina. Desde muy chico transitó redacciones. Después ocupó cargos directivos en las revistas más importantes del país. Junto a su primo Aníbal, las modernizó, siguiendo el gusto del público. También dirigió canales de televisión. Acompañó la transformación de los medios, amoldándose a los nuevos tiempos. Fue también, él mismo, un personaje mediático. Su cercanía al presidente Carlos Menem en los noventa lo convirtió en uno de los personajes paradigmáticos de esos años. Dejó su impronta en El Gráfico, Billiken, el Canal 13 de los años anteriores a la Dictadura, en el dominio absoluto del mercado de las publicaciones semanales en los setenta y ochentas, y, por supuesto, en Telefé.

Constancio Vigil se descompensó en un vuelo a Miami hoy a la madrugada. Viajaba junto a su asistente de toda la vida, Vladimir. En las horas previas había hablado con Jorge Messi y habían arreglado un encuentro con Lionel. Quería ver de cerca el fenómeno que el astro argentino está produciendo en Miami. Le hacía mucha ilusión el encuentro con Lionel.

No había tenido en los últimos tiempos inconvenientes serios de salud. Hace más de veinte años fue intervenido con cuatro by pass y más allá de alguna arritmia, que fue rápidamente controlada, no había manifestado ninguna dolencia durante el último año. Realizaba actividad física, al menos tres veces por semana.

Cuentan desde su círculo íntimo que el viaje en el vuelo de American Airlines fue sereno y que siguió su rutina de costumbre. Cenó, durmió casi todo el trayecto y minutos antes del aterrizaje acomodó su equipaje de mano; luego dormitó otro rato. Al tocar tierra el avión, no lo pudieron despertar. Personal médico de emergencia realizó tareas de resucitación y fue trasladado con velocidad al Jackson Memorial Hospital donde fue declarado muerto.

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Su actual esposa, Liliana Pata, y su colaborador y socio en diversos emprendimientos, Víctor González, están viajando hacia Miami.

Constancio C. (Carlos) Vigil nació el 22 de diciembre de 1936. Ingresó a trabajar en Editorial Atlántida a los 18 años. Era un lugar familiar para él. Su abuelo la había fundado en 1919.

En 1910, Constancio Vigil se fue de Uruguay tras ser censurado y perseguido por sus columnas políticas. Se instaló en Buenos Aires y trabajó en la Editorial Haynes en la que llegó a dirigir Mundo Argentino, una revista muy moderna para esos tiempos. Hasta que en 1918 decidió independizarse. Fundó Editorial Atlántida. Al mismo tiempo tuvo un éxito enorme como autor de libros infantiles, de los cuales el mayor exponente fue Upa. Manejó con mano firme la editorial que no paró de crecer (y convertirse en un imperio periodístico) hasta su muerte en 1954.

Liliana Pata y Constancio C. Vigil
Liliana Pata y Constancio C. Vigil

En sus primeros años en Atlántida, Constancio C. escribió en El Gráfico (bajo el seudónimo de Cecilio de la Vega) y también publicó algunas notas sobre rugby y golf en la sección Deportes del Diario La Nación. De a poco fue ocupando cargos directivos en las revistas de la editorial: Para Ti, Billiken, El Gráfico, luego Gente. Pero la segunda generación de los Vigil, los siete hijos del fundador, no conseguía replicar el éxito de su padre ni amoldarse a los nuevos tiempos. Las revistas de Julio Korn y de Abril los superaban semana a semana. Los primos Constancio C. y Aníbal comandaron una pequeña revuelta familiar. En los primeros años de la década del sesenta, y con menos de 30 años de edad, desplazaron a sus progenitores de los cargos directivos y tomaron el control del negocio. Potenciaron los títulos ya existentes, en especial Billiken y El Gráfico, y sacaron nuevas revistas. La más exitosa resultó Gente que dominó durante décadas el mercado de las publicaciones semanales de actualidad a partir de su surgimiento en 1967.

En la división de tareas dentro de la empresa, a Constancio le tocó El Gráfico. Bajo su mando y el del director periodístico Carlos Fontanarrosa, la revista tuvo un pico de popularidad e influencia en su larga trayectoria. Pudo reponerse a la aparición de Goles (un producto más popular y de menor costo) que le había arrebatado el primer lugar y varias decenas de miles de ejemplares semanales en ventas. Unos años después, Constancio fue el impulsor de la revista mensual Sport, una de las grandes publicaciones deportivas de la historia del periodismo argentino (acaso haya sido la mejor). Su primo Aníbal, mientras tanto, se encargaba de Gente y, luego, de la revista política de la editorial, Somos.

Revista El Grafico. la tapa del Napoli campeón con Maradona en mayo de 1987
Revista El Grafico. la tapa del Napoli campeón con Maradona en mayo de 1987

Con Aníbal no sólo se dividían las revistas por temáticas. Sus personalidades eran opuestas y eso los hacía complementarios a la hora de manejar la editorial y de relacionarse con los gobiernos de turno. Aníbal era reconcentrado, parco, muy serio. Constancio era expansivo, le gustaban los flashes y las relaciones públicas, tenía facilidad para comunicarse. Era a él al que se lo veía en las grandes ocasiones, en los palcos de los estadios, en los estrenos más importantes o en los actos de gobierno más publicitados.

A principios de la década del setenta, de la mano de Constancio Atlántida hizo su primera incursión en la televisión. Adquirieron acciones de Canal 13 de Buenos Aires, el de los cubanos comandados por Goar Mestre. La experiencia fue breve pero intensa. Al comienzo la estrategia fue tener una participación accionaria no demasiado importante para escudriñar cómo era el negocio y para poder tener un lugar en el que difundir las publicidades de sus revistas, es decir utilizar la televisión y su penetración para potenciar el negocio editorial. Las editoriales, en esa época, tenían mucha competencia y debían vender revistas cada semana, seducir al lector cada siete días: los avisos en la radio y la televisión eran grandes impulsores. Al poco tiempo, Goar Mestre les ofreció más acciones. Atlántida las compró y Constancio fue el que se encargó de desembarcar en las oficinas del canal para tomar el mando, para seguir de cerca el negocio y recuperar el terreno que la emisora había perdido frente al Teleonce de Héctor Ricardo García y el Nueve de Romay: en muy pocos meses el 13 repuntó. Pocos años después, bajo el gobierno de Isabel Perón, los canales fueron expropiados y pasaron a manos del Estado. Todo el trabajo y la inversión quedaron en la nada. Mientras Mestre procuró recuperar el canal y exigió por todos los medios posibles una indemnización adecuada, los Vigil prefirieron priorizar la editorial; dados los tiempos turbulentos temieron perder sus revistas y el centro de sus negocios y actividad periodística que era el conglomerado de publicaciones que editaban semanalmente.

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Cuando en el inicio del gobierno de Carlos Menem se volvieron a licitar los canales, Atlántida una vez más mostró interés. Obtuvo, junto a otros socios, la licencia de Canal 11 que se convirtió en Telefé. En poco tiempo, Telefé se convirtió en el canal más visto. Posición que todavía sostiene tres décadas más tarde.

En esos tiempos, Constancio volvió a levantar el perfil, en parte por su reconocida amistad con el entonces presidente, Carlos Saúl Menem. Jugaba al golf y al tenis en la Quinta de Olivos con asiduidad.

Esa relación debió espaciarse durante un breve período, cuando Vigil y otras celebridades como Susana Giménez y Ricardo Darín fueron acusadas por importar autos de lujo con permisos para discapacitados (“Por supuesto que no estaba bien, pero en ese momento todo el mundo lo hacía. Salían avisos en el diario”, le dijo Constancio al diario La Nación a principios de este año).

Luego de la muerte de su primo Aníbal y de algunas desavenencias familiares, Constancio adquiere el paquete accionario de Aníbal y toma el control de Atlántida. Al mismo tiempo, decidió expandir el negocio televisivo y mediático. Adquirieron Azul Televisión (Canal 9) y Radio Continental entre otros medios. A esa altura ya era socio de Telefónica. En el año 2000 vendieron el total de la empresa a Telefónica de España en un valor aproximado a los 1.200 millones de dólares. Constancio C. se quedó con el primigenio negocio familiar, la Editorial Atlántida que todavía tenía- y con buena salud- tres de sus títulos más representativos: Gente, Para Ti y Billiken.

La editorial, fue vendida, finalmente en 2007 a Televisa de México. De los títulos clásicos, Vigil sólo conservó La Chacra, la tradicional revista sobre campo y agro, marca que siguió conservando hasta la actualidad, transformada en una plataforma multimedia.

En 1962, Constancio se casó con Ana María Baudrix. Tuvieron cuatro hijos: Constancio C. (h), Ana María, Pilar y Pablo. En noviembre de 2007, contrajo matrimonio con Liliana Pata. Sus hijos son: Emma Celeste, a punto de cumplir 3 años, y Carlos Ángel de 1 año. Vigil tenía 10 nietos.

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Recientemente, en las pocas entrevistas que brindada, se lo veía jovial y muy vital. Hacía ejercicio, jugaba al golf, tenía proyectos laborales y empresariales y en especial hablaba de sus dos hijos pequeños, los que había tenido con más de 80 años. En la entrevista que mantuvo a principios de este año con el periodista Pablo Sirvén del diario La Nación, Vigil contó que su esposa Liliana Pata, había perdido una hija adolescente doce años atrás. Que con el tiempo intentaron adoptar pero que los trámites engorrosos y las exigencias los terminaron abatiendo. Hasta que decidieron recurrir a la subrogación de vientre. Luego del nacimiento de Emma, la pareja consideró que debían darle un hermano para que no estuviera sola ante la eventual pérdida de los padres.

En los últimos años, Vigil había dejado la Argentina. Dividía su tiempo entre Marbella, Miami y los veraneos en Punta del Este, ciudad en la que finalmente se había afincado en una confortable casa en un barrio cerrado. Perseguía el buen tiempo, el sol. Sin embargo, no descartaba la idea de volver a instalarse en su país porque extrañaba a sus hijos, a sus amigos, sus lugares.

Cuando le preguntaban cómo se definía, él no lo dudaba. Empresario periodístico, decía. Tenía razón. A pesar de haber transitado las redacciones desde que usaba pantalones cortos, de haber escrito alguna vez notas en varias publicaciones, él afirmaba que no era periodista. Constancio C. Vigil era un empresario periodístico, uno de los más influyentes durante décadas en Argentina.

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