Una noche bizarra con besos, Viagra y champagne frappé

Un relato desopilante sobre una velada que comenzó en las penumbras con un empresario madurito y concluyó de una manera que nadie esperaba

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(IStock)
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Acabo de terminar una larga noche bastante bizarra. Comienzo por dónde se debe, por el principio.

Anoche en un caserón de San Telmo hubo una fiesta muy cheta en la que conocí a un empresario. Muy fachero, unos años mayor que yo: sesentón.

Golfista, bronceado, elegante, muy carismático: una especie de Guillote pero con pelo. (Aprovechando la comparación procederé a llamarlo “Guillo”).

Charlamos y bebimos , después de varias copas me dijo de ir al jardín y me dio un beso suave en la oscuridad a escondidas de los demás.

¿Por qué a escondidas? Porque el estado civil del señor se ve que está flojo de papeles. Me dijo que prefería que no se lo viera con nadie esgrimiendo la clásica “me estoy separando, sigo en casa pero duermo en otro cuarto hasta que me vaya pronto” etc…

La cosa se puso hot. Me apoyó contra un árbol y me chapó de un modo impresionante. Un crack. Esa lengua sí sabía moverse dentro de mi boca. Comenzó a amanecer y se ve que al vampiro la luz delatora lo asustó porque me dijo “hagamos bomba de humo y escapemos a un hotel”.

Yo estaba un fuego, era pura lava. Agarré viaje y me subí a su auto. Terrible nave, de esas deportivas bajitas y anchas. Fuimos a un hotel de Puerto Madero. Último piso, suite con vista al río. Topísimo. Yo pensaba “si este hombre supiera que estoy con la SUBE en saldo negativo”

Un empleado tocó la puerta y entró con un carrito que tenía un champagne bien frappé. Fuimos a la terraza y me siguió chapando magistralmente mientras me metía la mano en el escote.

Terminado el champagne y después de mucho franeleo entramos a la suite. Guillo caminaba un poco y zigzagueante, calculo que yo también, habíamos bebido demasiado. Se recostó en la cama boca arriba y empezó a hablar arrastrando las palabras. No se le entendía casi nada y las pocas frases que logré captar no tenían lógica o se le perdía el hilo.

Intentó chapar un poco más pero no era ni una sombra de lo que había sido antes: Ahora tenía una especie de lengua de trapo.

Los ojos se le entrecerraban y estaban vidriosos. Le ofrecí agua y tomó un poco pero no podía agarrar bien el vaso así que se lo tuve que sostener yo.

De todos modos él le seguía poniendo onda, se desabrochó torpemente el cinturón y entró a bajarse el pantalón. Pude notar que no usaba calzoncillos.

Como no coordinaba bien sus movimientos la tarea se le dificultó bastante así que le terminé sacando los lienzos yo.

Quedó con la camisa abierta y en pelotas diciendo palabras inconexas mientras se tocaba la medalla que le colgaba de la cadenita del cuello.

Después de un par de balbuceos se quedó dormido de un plumazo. Desmayado. Fade out.

Dije ok, bebió demasiado y palmó de sueño. La cosa es que yo también estaba muy borracha, pero no somnolienta sino todo lo contrario, así que me empecé a aburrir. Me puse a mirar redes en el celular y hasta me hice un cortado en la cafetera de cápsulas del living.

Pensé que Guillo iba a descansar un ratito para luego tener fuerzas para coger a lo loco, una persona que te chapa bien te coge bien, de eso no hay dudas. El tiempo pasaba y nada, me hice otro café. Después de unos 45, 50 minutos me acerqué a mirarlo y noté que seguía igual.

Me dije “olvidate Florencia, hoy no vas a garchar”. Así que me hice el cafecito número 3 (porque gratis) y agarré la cartera para irme. Me asomé para mirarlo por última vez y de pronto vi algo que me llamó la atención: se le había parado la pija.

Él seguía dormido, pero al palo. Y que pedazo de chota. ENORME. XXL. In your face Rocco Siffredi.

A todo esto, ver semejante tamaño fue toda una sorpresa, porque al sacarle los lienzos, lo que pude ver en punto muerto no era gran cosa, pero en modo encendido era descomunal.

Y qué perfecta la tenía. Pocas veces había visto una pija tan hegemónica. Derecha, imponente, proporcionada, prolijamente circuncidada y con una cabeza redonda y barnizada como las manzanitas caramelizadas que te venden en la playa.

Los testículos en cambio eran muy chicos, pequeños pero lindos: lampiños, rosaditos y tersos, de apariencia lisa. No erotizaban, más bien daban ternura, parecían los huevecitos de un bebé.

Me puse loca. Tenía toda esa tentación rígida al alcance de mi mano pero no podía hacer nada. *Porque sabemos que si alguien no está consiente, de movida es un NO.

Va de nuevo: Si alguien no puede contestar, eso es NO.

Se me entró a acelerar la respiración. Esa erección era un festival para los ojos.

Intenté despertarlo delicadamente para poder cabalgar sobre esa escultura tallada por los cinceles de los Dioses, pero Guillo seguía inmóvil, inerte como un muñeco.

Ahí me cayó la ficha: Guillo había tomado Viagra.

Y su cuerpo estaba en medio de una lucha, ya que la conciencia estaba apagada pero la pija -autónoma- estaba despierta.

Todo esfuerzo fue inútil. No logré hacerlo reaccionar, así que decidí que lo mejor era irme del hotel.

Pero de pronto caí en un dilema moral, porque es bien sabido que la famosa pastilla azul tiene muy mala fama. ¿Y si en vez de estar dormido estaba inconsciente por una insuficiencia cardíaca o por un ACV? ¿Debería pedir ayuda?

Lo de pedir ayuda era un tema complejo porque implicaba llamar una ambulancia y hay que recordar que Guillo estaba cometiendo una infidelidad.

Exponerlo podía pudrirle el rancho, pero, por otro lado, si el tipo estaba con una emergencia médica y yo no hacía nada al respecto estaba poniendo su vida en peligro.

Así que decidí despertarlo una vez más y si no funcionaba llamaba al SAME.

Agarré la frapera del champagne, que estaba llena de agua congelada, y se la tiré con fuerza en la cara. Guillo, empapado, sin entender nada, se despertó sobresaltado. “¡Qué pasa, dónde estoy!” dijo, por suerte ya sin balbuceo alguno. Di gracias al cielo, me había vuelto el alma al cuerpo

Le arrojé un beso y me fui respirando aliviada: lo último que me faltaba en la vida era tener que llamar al 911 para denunciar que estaba al lado de un muerto con la pija parada.

La cuenta de Twitter de la autora es @FloraAlkorta y en IG, también, @FloraAlkorta.

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