Iván Noble y la bienvenida que hizo para su hijo en forma de una entrañable canción

El cantante y compositor cuenta la historia de Bienbenito, el tema de su vasta discografía que más quiere y escribió para el nacimiento de Benito, cuya madre es Julieta Ortega

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En su génesis el rock argentino tenía un sesgo de intelectualidad. Los libros y los discos se dejaban en los mismos estantes.

Digamos que se extendió esa intelectualidad marginal hasta la década del 90, cuando el rock argentino optó por involucrarse con la bailanta, muy popular por entonces, decretando el fin de ese sesgo inicial que tantas satisfacciones había generado.

Hablaba la otra tarde con Iván Noble preguntándonos qué hacía la gente mientras esperaba a alguien en un bar antes de que se inventaran los teléfonos celulares. La siomera compraba alguna revista barata, estaban los que dibujaban o escribían en libretas, otros se metían entre los auriculares de su walkman, había quienes dedicaban ese tiempo muerto al pensamiento y también los que andaban siempre con un libro abajo de la axila para esos momentos. Iván y yo pertenecíamos a esta última especie.

De hecho, nuestros encuentros fortuitos siempre ocurrían en bares, amábamos pasar la tarde entre esas mesas de madera con ceniceros de lata, sillas endebles pero seguras, siempre cerca de una ventana y lejos de la entrada en lo posible.

Resabios de adolescencias de barrio complicadas.

Aún hoy, de no ser por algún trabajo, nuestras citas son en algún bar.

Vivimos algún tiempo bastante divertido a 200 metros de distancia. Ninguno conoció la casa del otro, pero sabíamos en qué bar estábamos siempre, según la hora o el día.

Bichos de ciudad, mirando la fila de autos estacionados sabíamos esquivar dificultades domésticas, prestando atención mínimamente al agua podrida nos dábamos cuenta qué portero de la cuadra había hecho los deberes. Baqueanos con muchas veredas caminadas pero incapaces de guiar a alguien por algún camino certero.

De esos qué jamás recomendaríamos a un amigo para nada pero por cualquiera de ellos daríamos la vida.

Dale Gracias, tema de Spinetta que contiene una frase de Don Juan, de Castaneda

La cultura y sobre todo los libros sobrevolaban el ambiente rocker de los inicios, la intelligentzia porteña celebraba los conciertos de Manal y Almendra en el Instituto Di Tella, cuna de grandes nombres para la cultura en general. El primer best-seller del novedoso estilo fue La Biblia por Vox Dei, que no deja de ser un libro. Los Abuelos de la Nada originalmente eran unos personajes de Leopoldo Marechal en Adán Buenos Aires.

Ni hablar de Spinetta con su legendario Artaud dedicado a Antonin Artaud, autor de El Teatro y su Doble.

Mas adelante ya siendo Spinetta Jade se metía con clásicos.

El Don Juan de Castaneda aparece en “Dale Gracias” de Alma de Diamante con su “... y recuerda que un guerrero no detiene jamás su marcha...”, mas tarde lo retoma en la canción “La bengala perdida” de Tester de Violencia, lírica que se ocupa del caso policial ocurrido en una cancha donde una bengala que va de tribuna a tribuna acaba matando a un chico inocente.

Allí Luis se refiere al “Ojo que mira al magma” también del Don Juan refiriéndose a la mujer.

Charly con “El fantasma de Canterville” remite a Oscar Wilde, y en “Alicia”, ácida crítica a la dictadura, subyace la prosa de Lewis Carrol autor de “Alicia en el país de las maravillas”. También adquiere el espíritu de Luis Buñuel en “Perro Andaluz” de Serú Girán.

Ya en los 80´s Virus hacía “Pronta entrega” de Federico Moura que empezaba con esa brillante frase que todos adoptamos para algo, “No me imaginaba que eras tan Lelouch...”, conceptualmente tan abstracta como las películas de Claude Lelouch a veces. Eran tiempos de “Los unos y los otros”, con la brillante performance de Jorge Donn haciendo el Bolero de Ravel llevando el ballet argentino a lo más empinado de la élite cultural mundial. Lo curioso es que Federico hablaba como si todos conocieran a Lelouch.

Personajes de nuestra cultura, no geográficamente hablando, sino contemporáneamente hablando, se honraban desde todos los actos que la tribu rocker emprendía.

Llegados los 90´s, Ciro compartía desde Los Piojos su devoción por los textos de Arturo Jauretche. Fito Paéz hacía justicia con el enorme Ridley Scott componiendo “Dos días en la vida”, soñando con la historia de Thelma & Louise, protagonistas de una road movie feminista con Susan Sarandon y Geena Davis valientes, hermosas y zarpadas como no se acostumbraba a ver heroínas en el cine.

Desde el oeste del Gran Buenos Aires, por esas semanas también, aparecía una nueva banda que se llamaba Los Caballeros de la Quema.

La quema estaba en Parque Patricios, por eso Huracán son Los Quemeros. Cerca de ahí los camiones de basura de Manliba (Mantenga limpia a Buenos Aires) descargaban su infame contenido para ser en muchas ocasiones quemado.

Iván Noble con Los Caballeros de la Quema (Télam)
Iván Noble con Los Caballeros de la Quema (Télam)

Obviamente el lugar estaba lleno de cirujas y malandrines, sobre todo de noche.

De ese barrio era el legendario capocómico Jose Pepitito Marrone, y la murga local donde Pepitito comenzó su derrotero artístico, inolvidable para todos los que lo vimos, llevaba el mismo nombre que la banda de rock. Marrone también era nuestra cultura.

Los Caballeros de la Quema aún hoy tienen una brillante carrera, pero fue su cantante y líder carismático quien descolló en solitario. Iván Noble, sin separarse jamás del todo del grupo, emprende su propio camino un par de años después.

Autor y cantante, Noble encara su primer disco solista con la bendición de dos Papas de la música en nuestro idioma.

Joan Manuel Serrat lo acompañó en la versión de justamente “Las malas compañías”, el que empieza diciendo “mis amigos son unos atorrantes...”. mientras que Joaquin Sabina lo hace parte de sus shows en Buenos Aires.

El disco se termina en 2003 con el título de “preguntas equivocadas”, un año después saca “Nadie sabe dónde”, hasta que en 2007 llega “Intemperie” consagrándolo ya como uno de los autores más reconocidos, no desde el rock exactamente, sino de algo más mainstream si se quiere.

Una especie de crossover, más transversal en cuanto a público que el rock. En USA lo llaman AOR, adult oriented rock. Algo que habla de cierta madurez latente en sus canciones, ya mas despojadas de la arrogante rebeldía rocker.

Con una larga lista de invitados de variados calibres, mas la producción de su compañero Caballero Quemero el tecladista Sufian Cantilo, Ivan se sumerge en el estudio Circo Beat de Fito Paez para grabar un puñado de canciones originales que compuso en los dos años anteriores y una hermosa creación de Maria elena Walsh “Canción del Jardinero”, con letra hermosa y aleccionadora como todas las de Maria Elena, pero ésta versionada respetuosa y magistralmente.

“Intemperie” es una obra influenciada fuertemente por la paternidad debutante de Iván, en esos momentos asiduo de revistas del corazón por su casamiento con Julieta Ortega. Inevitablemente el inminente nacimiento surge colateral y a veces centralmente en las nuevas composiciones.

Tanto que el primer corte de difusión que se conoció del nuevo disco enviado a las radios fue “Olivia”, cuando suponían que el vástago sería mujer, aunque al final el recién llegado fue Benito Noble Ortega.

Bienbenito, la canción que Iván Noble dedicó a su hijo

A él Ivan le dedicó la que para muchos es la canción más bella y profunda de su prolífica carrera autoral, “Bienbenito”, prodigio compositivo que tomó vuelo propio, más allá de difusiones y versiones, lejos de bares y noches interminables, el beatnik contemporáneo se lució con su pluma recargada de amor filial.

-”Tu sonrisa se hizo el pan con dulce de mis mañanas

Todavía no sé nombrar a este amor que me desarma.

Cuando te veo así, panzón y filibustero

Lo único que me importa, ahora si

Es llegar a viejo.

Te trajimos a un lugar absurdo,

Difícil y hermoso.

Lleno de gente que salta a cabecear con los codos.

Hay que andar con pie de plomo, dicen las bisabuelas

Yo diría que vayas lento y parejo,

Pero que gastes tus suelas.

Yo daría un brazo por vos

Pero a decir verdad

Papá sabe ser muy tonto.

Mejor dale la mano a mamá.”

Un bar, Iván hablando: “Probablemente la canción que más quiero es “Bienbenito”. No, probablemente no... Es la canción que más quiero, porque es la canción que está dedicada a lo que más quiero en el mundo que es mi hijo. Se la escribí cuando era apenas un bebé. Benito nació en noviembre de 2005, por lo tanto ese verano yo lo pasé absolutamente metido en una quinta, tocando la guitarra al lado de la pileta con él en un huevito, y me miraba. En un momento me salió casi naturalmente la idea de hacer una canción dedicada a él. Salvando las siderales distancias recordé esa hermosa y extensa copla del Pampa José Larralde que es “Herencia para un hijo gaucho” que no es otra cosa que una serie de consejos. Me pareció que ese era un gran punto de partida, consejos para un hijo, no muy gaucho en este caso. Mas bien herencia para un hijo urbano. Bueno, nada, entonces me puse a anotar cosas que me gustaría que mi hijo sepa que su padre pensaba en el caso de que yo no estuviese, un poco lo escribí pensando eso, ¿que pasa si crece mi hijo y yo no estoy, si muero antes de que se haga un hombre? Lo tomé como una especie de pequeño legado que podría ser ese, es una canción para que él sepa lo que su padre pensaba, del universo, y de lo que para mi significa tratar de ser una buena persona, o masomenos. Ahí estaba la letra, después le puse la música... "

Quién nos quita lo bebido, tema del último disco de Iván Noble, El arte de comer sin ser comido

Cuando escuché la canción me imaginé que era para el nene, podría haber soportado una cursilería de Iván, porque es amigo y le permito todo a los amigos, pero me recuerdo casi lagrimeando. Después creo que me conmovió tanto porque yo también había sido padre de mi varón mayor Benicio hacía unos meses nomás.

Justamente eso hace que aún hoy, cuando tengo que rescatar una canción de Iván me surge ésta, el rock quizás nos hizo padres maduros antes de tiempo, con un inalcanzable amor hacia los hijos, como el de cualquier padre que ama a sus hijos, pero con mucha música en el medio.

“Vas a ver qué rico el mar, los besos, los amigos.

Van a dolerte a veces las muelas, mujeres y olvidos.

Mirá bien a los dos lados antes de cruzar la vida

Y no te mastiques el viejo cuento de la otra mejilla.

Yo que vos

No me pierdo ni el fútbol, ni los Beatles, ni el tango

De la gente con choferes yo pasaría de largo

Si vas a decir mentiras, no pierdas la elegancia

Se compañero en el vino,

Y siempre caballero en las resacas.

Daría un brazo por vos

Pero a decir verdad

Papá sabe ser muy tonto,

Mejor dale la mano a mamá.

Nunca le pongas a nadie la rodilla en la nuca,

No te tomés en broma, jamás, a los hijos de puta

Vas a tener que hacer mucho con lo que haremos de vos

Bienvenido a este lío hijo de mi alma,

Enano de mi corazón.”

Iván Noble cuenta que Bienbenito es el tema que más quiere
Iván Noble cuenta que Bienbenito es el tema que más quiere

Sigue Ivan: “Hoy, 16 años después, Benito ya es un adolescente que escucha trap, de a poco empieza a darle al rock nacional. No tengo muy claro que le produce la canción, pero si se que hay mucha gente, hoy dia, que nos ve en la calle juntos y le dice “¡Vos sos Benito, el de la canción!”. ¿Sabés que me pasa con los años, Bob? Es mucha la gente que me cruza en la calle, mismo me mandan mensajes muy lindos mostrándome videos que han hecho artesanalmente con la canción, dedicados a sus propios hijos o hijas, sobre todo cuando son bebés. También hay videos en youtube dedicados a los hijos musicalizados con “Bienbenito”. Considero esas delicadezas un gran piropo a una canción.”

Desde Hamlet Lima Quintana con su “Zamba para no morir”, o Richard Coleman con “Hamacándote” hasta este Noble Ivan, los hijos son la gran inspiración para los artistas de espíritu elevado. Así que para evitar caer en obviedades, me quedo con el saludo cordial de Ivan y ya solo, viéndolo alejarse pienso que este tipo además de cantar, actúa, y bastante bien, conduce programas de radio fantásticos, con mucho relato fantástico y buenos discos, este sujeto al que se discute en algunos ámbitos por banalidades de momento, que cada tanto aparece en los chismes, es uno de nuestros más valiosos compositores.

Más allá de eso, “Bienbenito” es una gran canción de aleccionador amor filial. No sé de cuántas canciones se puede afirmar algo así.

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