De refugio acuático a corazón urbano: conoce la historia oculta del Campo de Marte

En el corazón de Lima, donde hoy extiende sus áreas verdes el Campo de Marte, se oculta una historia no tan conocida: la existencia pasada de una laguna alimentada por el fluir del río Huatica. Este espacio, antes lleno de vida y centro de actividades comunitarias, se transformó gradualmente dando paso a las decisiones de desarrollo urbano de la capital peruana. La historia de cómo este cuerpo de agua se convirtió en uno de los parques más emblemáticos de la ciudad es un relato que refleja el constante cambio y adaptación de Lima a lo largo de los años.

La desaparición de la laguna del Campo de Marte, marcada por el avance urbanístico y la creación de monumentos, deja entrever el ritmo al que crece y evoluciona la ciudad. A través de una exploración de su origen y su transformación, esta historia incita a preguntarnos sobre las huellas del pasado que yacen bajo el presente urbano, y cómo estos espacios continúan moldeando la identidad y vida social de Lima.

La historia de cómo surgió este espacio público de Jesús María se desentraña volviendo la mirada a la ingeniosa gestión del agua de los antiguos habitantes del valle de Lima. Usando un sistema de canales y acequias, lograron redirigir las aguas del río Huatica, vital para la subsistencia y el desarrollo de su cultura. Este río, atravesando el corazón de Lima, pasaba por lugares tan emblemáticos como Barrios Altos, Mesa Redonda y La Victoria, llegando finalmente a lo que entonces era una próspera zona agrícola.

“El nacimiento de la laguna habría sido posible gracias al Huatica, uno de los ríos más importantes de la capital”, compartió Marco Antonio Capristán Núñez, investigador de la historia de Lima, en una charla con La República. Precisó además que “la corriente llegaba al Campo de Marte, zona agrícola en ese entonces, a través de algunos ramales de agua.” Esta modificación del paisaje no solo benefició las tierras con un nuevo recurso hídrico, sino que también creó un espacio de socialización y esparcimiento. La laguna se convirtió en un lugar donde convergían la recreación familiar y la diversión infantil, dotando a las generaciones de limeños de un sitio para juegos y paseos en bote.

Este sistema no solo demostró la avanzada comprensión y habilidad para manipular el entorno natural en favor de la comunidad sino que también, con el tiempo, transformó un área dedicada principalmente a la agricultura en un icónico punto de encuentro para los habitantes de la ciudad. La laguna se convirtió en un lugar donde se fusionaban la recreación familiar y la diversión infantil, dotando a las generaciones de limeños de un sitio para juegos y paseos en bote.

El origen de la zona conocida actualmente como el Campo de Marte en Lima se remonta a la hacienda Santa Beatriz, adquirida inicialmente por los familiares de Nicolás de Ribera, el primer alcalde de la ciudad. A pesar de que el suelo no era muy fértil, la hacienda pasó a ser propiedad de los jesuitas tras ser vendida por los descendientes del burgomaestre. La gestión jesuita transformó el lugar, convirtiéndolo en un próspero punto de cultivo de caña de azúcar, que para 1630 ya abastecía al 50% del consumo de miel de caña en la Ciudad de los Reyes.

La expulsión de los jesuitas en 1767 llevó a que Santa Beatriz cambiara de propietarios en varias ocasiones, adaptándose a las nuevas exigencias urbanas que se iban gestando en Lima. Un ejemplo de ello fue la edificación de un hipódromo en 1903, lugar de reunión de la élite limeña, incluyendo entre sus asiduos al expresidente Leguía. La evolución de la hacienda no se detuvo, y en 1933 surgió el Campo de Marte, seguido por la inauguración en 1937 del monumento en honor a Jorge Chávez Dartnell, un emblema de la aviación peruana.

“Esta laguna es la muestra de que en Lima se hacía obras públicas pensando en el arte, en embellecer la ciudad. En la actualidad, vemos solo simples y básicas estatuas”, resaltó Capristán en la entrevista. Así, la transformación de la laguna en el Campo de Marte simboliza un cambio significativo en la perspectiva de desarrollo urbano y la conmemoración de eventos históricos, reflejando una evolución en las prioridades culturales y estéticas de la capital peruana.