En una época donde la inmediatez de las comunicaciones digitales era un concepto futurista, las monedas RIN se convirtieron en el puente indispensable para conectar voces a distancia. Estas fichas de color plomo, indispensable en la década de los 80 y 90, eran la llave para acceder a los teléfonos públicos dispersos en las calles, estaciones y plazas, lugares donde las personas se congregaban para comunicarse con seres queridos o realizar llamadas importantes. Su utilización marcó una época donde cada conversación comenzaba con la inserción de una ficha metálica, un ritual que para muchos evoca nostalgia y recuerdos de una comunicación más significativa.
Con el avance implacable de la tecnología y la llegada de los teléfonos móviles y el internet, las monedas RIN, junto con los teléfonos públicos que requerían de ellas, comenzaron un lento proceso de desaparición. Hoy en día, son reliquias de un pasado, objetos de colección que despiertan la curiosidad de las nuevas generaciones y evocan en las anteriores, la reminiscencia de un tiempo donde la espera y la anticipación eran partes inherentes de la experiencia de comunicarse. A pesar de todo, la historia de estas fichas es un testimonio fascinante de cómo las sociedades se adaptan a las transformaciones tecnológicas, modificando de raíz sus formas de interacción y comunicación.
¿Qué pasó con las monedas RIN?
Durante la década de los 80, el Perú vivió un auge en la utilización de las fichas conocidas como “Rin” para el uso de telefonía pública. Estas piezas, que funcionaban a modo de monedas, poseían un valor que oscilaba entre los 30 y 50 centavos de sol. Eran el medio de acceso a las cabinas telefónicas de color naranja de la Compañía Peruana de Teléfonos, estratégicamente situadas en las principales calles y avenidas de Lima.
El sistema de comunicación mediante “rines” se convirtió en un fenómeno de popularidad en aquel entonces. La razón de su amplio uso se debía en gran parte a que contar con un teléfono fijo en el hogar representaba un lujo al alcance de muy pocas personas. De esta forma, las cabinas telefónicas se convirtieron en los puntos neurálgicos para la interacción social y la comunicación a distancia. No obstante, este método empezó a declinar tras más de una década de auge, coincidiendo con la entrada de Telefónica al mercado peruano y un proceso de modernización y expansión de la telefonía. Así, los “rines” gradualmente dejaron de circular, marcando el fin de una era en la comunicación telefónica del país, y convirtiéndose en un recuerdo de tiempos pasados para quienes vivieron esa transición.
¿Qué cambios tecnológicos hubo?
La transición tecnológica que llevó al declive del uso de las monedas RIN fue el resultado de varios avances simultáneos en la tecnología de comunicación y la infraestructura de telecomunicaciones. Este proceso comenzó en los años 90 y se aceleró con la entrada de Telefónica al mercado peruano, marcando el inicio de una era de modernización y expansión en los servicios de telecomunicaciones. La introducción de nuevas tecnologías como la telefonía móvil y el acceso a internet a gran escala revolucionó completamente la forma en que las personas se comunicaban.
Antes, las cabinas telefónicas operadas con fichas RIN eran esenciales para mantener el contacto entre personas. Estas interacciones solían ser planeadas con antelación debido a la naturaleza fija y localizada de las cabinas. La comunicación era más esporádica y valorada, dado que requería un esfuerzo adicional tanto en términos de tiempo como de recursos económicos.
En contraste, la proliferación de los teléfonos móviles transformó radicalmente este escenario. La comunicación se volvió instantánea, accesible desde casi cualquier lugar y en cualquier momento, eliminando las barreras físicas que antes limitaban el contacto entre las personas. Además, la llegada de internet y las redes sociales introdujo nuevas formas de interacción en tiempo real, permitiendo no solo la comunicación de voz, sino también el intercambio de textos, imágenes, y videos. Este acceso inmediato y omnipresente a la comunicación ha fomentado un cambio cultural hacia expectativas de conectividad constante y disponibilidad.
¿Los jóvenes de ahora reconocen estas monedas?
Un experimento social realizado por el conocido canal de YouTube ‘La habitación de Henry Spencer’ ha arrojado luz sobre el reconocimiento (o la falta de él) de las monedas RIN por parte de las nuevas generaciones. En el video, se presenta a un grupo diverso de jóvenes, con edades que rondan los 20 años o más, a quienes se les muestra una de estas características monedas de color plomo, con el fin de descubrir si tienen algún conocimiento sobre su origen o su uso.
Los resultados son en gran medida reveladores: una amplia mayoría de los jóvenes interrogados mostró un desconocimiento casi total respecto a estas monedas. Entre las respuestas, se destacan algunas que sugieren que podrían tratarse de monedas alemanas o incluso fichas asociadas al centro de diversiones Coney Park, evidenciando una desconexión notable con su verdadera finalidad y su lugar en la historia de la comunicación en el Perú.
No obstante, el estudio no termina sin una nota de esperanza respecto a la conservación de la memoria histórica, ya que finalmente aparece un joven que identifica correctamente las monedas RIN, explicando su utilización en las cabinas telefónicas de décadas pasadas.
¿Cuáles son las monedas más buscadas por los coleccionistas?
Es posible que, hoy en día, una moneda de un sol de 1991 valga hasta 500 soles; no obstante, hay monedas peruanas acuñadas que resultan ser mucho más valiosas, alcanzando incrementos que superan el 1000% sobre su valor facial. Por esta razón, resulta crucial contar con la asesoría de un experto que pueda determinar cuándo una moneda se considera valiosa o de colección.
De acuerdo con Jean Pierre Casafranca, un entusiasta coleccionista y experto en numismática, existen múltiples aspectos que influyen en la valoración de una moneda. Es necesario considerar su estado de conservación y la frecuencia con la que se emitió durante un año determinado, además de ciertas características específicas como firmas o elementos distintivos, tales como símbolos masónicos y la inclusión de escritura braille en las monedas que se acuñaron entre los años 1991 y 2000.