San Valentín: ¿el amor a primera vista existe?

Psicóloga social Angela Bisso explica a Infobae si este sentimiento, que generalmente suelen decir las personas cuando se enamoran inesperadamente, es real o no.

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(Getty)
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Como cada 14 de febrero se celebra el tradicional Día de San Valentín en todo el mundo. Es una fecha especial para que miles de parejas renueven su amor, fidelidad y pasión. Generalmente, estos sentimientos se inician cuando un hombre o una mujer se enamora perdidamente a primera vista.

Sienten sudor corporal, nerviosismo, subida de la presión arterial, entre cosas, por el que será el ser amado a quien se le dedicará frases románticas, canciones, regalos, etcétera.

Sin embargo, la pregunta es: ¿realmente hay amor a primera vista?

Infobae consultó con la psicóloga Angela Bisso, quien brinda un interesante análisis al respecto. “Primero entendamos que el amor es una construcción donde intervienen varios factores. Es decir, hay una unión única, personal e intensa que podría llamarse apego”, explica.

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La experta agrega que hay, además, “una sintonía de valores, deseo sexual y sentimientos sublimes como la lealtad, el respeto y sobre todo el compromiso”. “Esta construcción se vive de forma diferente en cada ser humano, ya que también está influenciado por la cultura y el aspecto social”, acota.

En esa línea, Bisso sostiene que esa chispa que existe cuando vemos a alguien atractivo o nos gusta por su sonrisa solo se puede entender por una sola cosa: es atracción más no amor a primera vista. Y esta situación provoca, según la experta, que obviemos los defectos que podamos percibir en la persona que recién conocemos y por la que estamos experimentando sentimientos de manera acelerada.

“Es en este momento donde la parte pensante del cerebro es atrapada por una serie de químicos y nos volvemos ciegos y no vemos los defectos del otro y si los vemos los dejamos pasar”, añade. Es ahí que Bisso resalta que la inteligencia del ser humano debe ser clave para identificar realmente si conviene seguir o no con este sentimiento por la persona que recién conocemos.

“Es fundamental en estos momentos hacer uso de nuestra inteligencia en estos momentos que nuestro raciocinio está capturado por ese flechazo, chispazo y reflexionemos hacernos la gran pregunta: ¿Realmente es conveniente para mi vida?”, menciona.

Psychologist, psychotherapist, psychotherapy symbol. Two abstract human profile. Vector
Psychologist, psychotherapist, psychotherapy symbol. Two abstract human profile. Vector

Para Bisso, las personas deberían tener ideas sanas y sensatas cuando se van a enamorar. Por ello, recalcó que se debería dejar de lado esos pensamientos que se han trasladados a frases que usualmente escuchamos como ‘el amor todo lo puede’ o ‘el amor nada lo destruye’ porque “el amor es lo más fácil de quebrarse cuando no se respeta, no se alimenta y no se atiende”.

“Es importante saber que amarse a uno mismo es el comienzo de un gran amor”, finaliza.

Historia de un día

La historia del Día de los Enamorados o la festividad de San Valentín, la efeméride para celebrar el amor en distintas partes del mundo, con sus respectivas connotaciones, se remonta a Roma y a una leyenda. El cuento dice que durante el año 270 d.C., el gran imperio se encontraba en decadencia, debilitado y perdiendo batallas contra sus rivales. El emperador de entonces, Claudio III, consideró que los hombres casados rendían menos en los combates por estar emocionalmente ligados a sus familias.

Es por eso que, de inmediato, ordenó prohibir el matrimonio. Así fue que Valentín, un obispo cristiano, disconforme con aquella decisión, comenzó secretamente a unir en sagrado matrimonio a las parejas de jóvenes enamorados que acudían a él.

Cuando Claudio III se enteró detuvo al religioso y lo presionó para que renunciara al cristianismo. Ante su negativa, lo condenó a morir. Fue durante las últimas semanas de su vida que uno de sus carceleros reconoció en Valentín a un hombre de letras y llevó a su hija Julia -ciega de nacimiento- para que recibiera lecciones de él.

Así, Valentín le leyó cuentos de la historia romana, le enseñó aritmética y le habló de Dios. Julia aprendió a ver el mundo a través de los ojos de Valentín, hasta que finalmente las sucesivas súplicas de la joven poder ver fueron escuchadas.