Feminista en falta: las medidas de Luciana Salazar, el póster de Raquel Mancini y la contradicción del Ozempic

La modelo ícono de los noventa fue la imagen de la belleza natural, pero se convirtió también en la de la mala praxis estética después de casi morir en un quirófano y de un supuesto procedimiento fallido que cambió la fisonomía de su cara. De regreso como panelista de LAM, cuenta la verdadera historia de violencias que hubo detrás de lo que entonces se redujo apenas a la apariencia

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“A mí me podían decir que era la más linda del mundo y salir en tapas de todas las revistas y, sin embargo, no me sentía de esa manera”, le dijo hace unos años a Hola!
“A mí me podían decir que era la más linda del mundo y salir en tapas de todas las revistas y, sin embargo, no me sentía de esa manera”, le dijo hace unos años a Hola!

En los noventa, los chicos colgaban en la pared de sus cuartos las contratapas de revista en las que posaba para una marca de ropa interior, divina pero con aire ingenuo, la imagen viva de la belleza natural. Raquel Mancini sonreía desde las tapas de las mismas revistas, las cejas oscuras y pobladas que impuso como un sello, el pelo rubio gastado por el mar y el sol y la piel color Punta del Este; las “lolas” bien arriba como se usaba entonces, arena y gotas de agua distribuidas estratégicamente, fondo de playa y la morocha del momento haciendo de contrapunto.

Las chicas queríamos ser como ella sin que nos preocupara mucho lo que había atrás de la foto y bailábamos Vení Raquel en las fiestas sin objeciones a eso de que la encararan en barra; suponíamos con la liviandad de la época que ella también se estaba divirtiendo. Ahora sabemos por ella que no era tan así: “A mí me podían decir que era la más linda del mundo y salir en tapas de todas las revistas y, sin embargo, no me sentía de esa manera”, le dijo hace unos años a Hola! para explicar cómo fue que la mujer perfecta de las fotos casi perdió la vida por una cirugía estética que no necesitaba en 1996.

Entonces tenía 32 años y llevaba 18 como modelo; había sido “descubierta” y catapultada a la fama a los 14, sin que a nadie le importara tampoco que se sexualizara en los medios a una preadolescente. Llevaba una década de pareja clandestina con uno de los políticos más influyentes de la Argentina, un señor cuyos hijos –como los de la mayoría– colgaban los pósters de la chica más linda del mundo en las paredes de sus cuartos, y que prefería mantener las formalidades y las formas de su matrimonio legal y a ella en secreto. La chica más linda del mundo era un trofeo invisible como el poder de ese hombre que definía el destino del país desde las sombras y era una sombra ella misma, ¿cómo no iba a sentirse insegura, insuficiente?

Raquel Mancini fue tapa de Gente a los 14 años
Raquel Mancini fue tapa de Gente a los 14 años

Ella dice que entrar al quirófano aquella vez –cuando fue por una lipo en la cintura y terminó en coma por exceso de anestesia– “fue una locura”. Lo dice ahora que está de vuelta en la tele como panelista de LAM y habla del bullying que sufrió por su apariencia, de ser la más linda del mundo a la cara pública de la mala praxis estética. Sobre todo después de un relleno en los labios que salió mal, en 2002, algo que ella atribuyó por mucho tiempo a los brackets que usaba, sin dar demasiados detalles.

La historia completa comenzó a contarla un mediodía de 2013 en otro programa de chimentos, después de sacarse el colágeno y recuperar su boca. “Fue un combo de boludez y autoestima baja. Cuando no estás bien con una persona, pensás que estás fea y que una cirugía va a hacerte ver mejor. Vi a (la modelo española) Esther Cañadas y me hice la operación, fue una pelotudez. Ya me había resignado a morirme así”, dijo entonces. También deslizó que lo que había pasado realmente era que cuando le mostró a quien era su pareja el resultado, a él “le agarró un ataque de celos” y le pegó. “Como encima yo tenía brackets, ahí fue que se deformó todo”, dijo. No le preguntaron mucho más sobre eso, el tema del día era su supuesta adicción a las cirugías, no la violencia de género.

Luciana Salazar reveló las medidas de su cuerpo. Tiene la cintura de la Barbie estereotípica. Los comentarios también fueron (son) implacables con ella
Luciana Salazar reveló las medidas de su cuerpo. Tiene la cintura de la Barbie estereotípica. Los comentarios también fueron (son) implacables con ella

La semana pasada volvió a hablar del episodio en LAM, pero con nombre y apellido: el tipo que le desfiguró la cara de una piña fue Alejandro Mascardi, con quien Mancini estuvo cinco años y a quien terminó denunciando. No hubo perimetral: dice que, después de la denuncia, ese hombre al que hoy llama “el monstruo” la esperó escondido en el estacionamiento de su edificio y cuando ella se acercó a su auto la tiró sobre el capot y la quemó tres veces con un cigarrillo, una por cada diez mil dólares que había tenido que pagar en honorarios de abogados.

Ni siquiera ahora se le dio mayor relevancia a su testimonio, sigue siendo más morboso comparar mentalmente a la chica del póster con la mujer que narra la violencia –todas las violencias– que no vimos, tan concentrados en la canallada del antes y después. Hasta para ella todavía parece más importante aclarar que apenas pasó algunas veces por el quirófano, que se mandó “un cagadón” a los 18 por acompañar a una amiga a una consulta y que después sólo se puso y se sacó lolas como mandaba la tendencia. “¿Qué cirugías?”, insiste, traumatizada por años de comentarios hirientes.

“No me hago la víctima. Ya fue, ya pasó, hoy estamos en otra época, pero el dolor sigue estando”, le dijo el lunes a su compañera de panel Fernanda Iglesias en una nota para La Nación sobre su regreso y la decisión de hablar de su verdad y de los hombres que le hicieron daño. En LAM también habló de la crueldad de las otras mujeres, con ese disfrute perverso de ver el póster romperse.

¿Cuánto más se puede decir sobre la violencia estética? Silvina Luna está muerta, Raquel Mancini se alejó de los medios por una década, cansada de las críticas
¿Cuánto más se puede decir sobre la violencia estética? Silvina Luna está muerta, Raquel Mancini se alejó de los medios por una década, cansada de las críticas

¿Cuánto más se puede decir sobre la violencia estética? Silvina Luna está muerta, Raquel Mancini se alejó de los medios por una década, cansada de las críticas. Acabo de ver en Instagram a Luciana Salazar –otra belleza de tapa de revista varias veces sometida y ninguneada por señores poderosos– tomándose las medidas del cuerpo con un centímetro, tiene la cintura de la Barbie estereotípica. Los comentarios también fueron (son) implacables con ella.

Salazar respondió con una fórmula conocida: “Dejemos de criticar a las personas por su cuerpo. Nadie en esta vida es modelo de nada, yo tampoco pretendo serlo. Que flaca, que gorda, que tiene celulitis, que está toda operada, llena de tatuajes…”, escribió en su cuenta. Y la pérdida de sentido se hace evidente: de nuevo es claro que no pasa por dejar de hablar del tema, menos si la primera en medirse es ella. Si el body positivity hubiera calado más allá de los hashtags, la semaglútida no sería la droga del año.

Se vio en los Golden Globes y hasta lo mencionó con marca y todo Jo Koy en su monólogo: cualquiera que tenga el dinero para aplicarse Ozempic y así lo quiera, dejará de ser gordo. Tan fácil como contradictorio: ¿Qué vamos a hacer ahora con todos los discursos de autoaceptación? ¿Dejárselos a los pobres, con la condescendencia del caso? ¿A las chicas del póster que rompimos por negarnos a ver más allá de la foto? Casi nunca hay respuestas ciertas, o yo no las tengo. Me gustaría decirle a Raquel que venga, que la escuchamos, que su historia es una metáfora de muchísimas otras, que no puedo garantizarle que va a ser feliz, pero al menos no está sola.

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