De las masivas firmas de Javier Castillo y Gómez-Jurado a los obsequios a los lectores

Compartir
Compartir articulo

Jose Oliva

Barcelona, 23 abr (EFE).- Sant Jordi ha transcurrido este año con buenas sensaciones de libreros, editores y autores, con la recuperación de la presencia masiva de ciudadanos, que se han traducido en masivas colas de firmas de algunos escritores como Javier Castillo, Juan Gómez-Jurado o Sonsoles Ónega, y 'regalos' para los lectores.

Los habituales superventas han afrontado cada uno a su manera el baño de masas, Goméz-Jurado de pie, haciéndose fotos mientras firmaba, Javier Castillo dedicando ejemplares a un ritmo de 100 por hora con una logística muy estudiada y dos asistentes, uno para abrir el libro por la página blanca y otro para hacer la foto recordatorio con el móvil del interesado; y con una organización parecida el músico Ramon Gener, ganador del último Premio Ramon Llull.

Un ambiente menos estresante, pero igual de intenso, ha estado viviendo Sonsoles Ónega, la última premio Planeta, a la que se ha acercado mayoritariamente un público femenino y maduro, que no dudaba en corearle 'Guapa, guapa'.

Con una mirada entre foránea y local, el escritor mexicano Juan Pablo Villalobos, afincado desde años en Barcelona, define Sant Jordi como "un oasis en un desierto apocalíptico" que ha equiparado a la mexicana Feria del Libro de Guadalajara: "Es una ciudad con muchos déficits, faltan librerías y bibliotecas, pero durante un día sigue siendo milagroso que la gente piense en comprar libros, y en el contexto de desazón y decepción parece recuperarse la esperanza".

Y qué mejor regalo para un lector que el que el propio Villalobos ha preparado para este martes, un microcuento numerado que entregaba a sus lectores, pero si de arte se puede hablar, el poeta Mario Obrero era el más abnegado, pues con sus acuarelas dibujaba dedicatorias a todo color.

El sol ha salido por la mañana, pero eso no ha evitado que una ligera brisa helada haya refrescado las calles del centro de Barcelona y que un Hernán Díaz, que creía que venía al Caribe del Mediterráneo, haya tenido que improvisar la compra de un chaleco, y quién sabe si ese frío era el causante de la afonía creciente de Sergi Pàmies, para quien Sant Jordi es un buen día porque "los que vienen son nuevos lectores".

Convertidos el 23 de abril en 'cazautógrafos', los lectores no se esperan ser obsequiados por parte de sus referentes literarios, como ha hecho Eduardo Mendoza, que le ha dado una rosa a la primera lectora que le ha pedido la rúbrica; Blue Jeans repartiendo chapas entre sus fans que más veces han venido a sus firmas; o Pilar Eyre grabando un vídeo desde la caseta para una mujer de 96 años que no había podido venir con su última novela.

La entrega de algunos lectores es tan grande que están dispuestos a comprar el libro de su autor preferido con el primer sueldo recibido en su vida, como le ha pasado a una joven con Henar Álvarez.

Los escritores más veteranos, a los que no deja de sorprender esta fiesta única, no pueden evitar tirar de nostalgia: Mendoza evocando cuando tenía que salir corriendo detrás de los grises, Vila Matas recordando su segundo Sant Jordi junto a Martínez de Pisón y Pedro Zarraluqui con un viento huracanado que hacía volar los libros

Otros ciudadanos andan despistados, como uno que ha confundido a Beatriz Luengo con Carmen Mola, el famoso trío ganador del premio Planeta, que han recibido la visita de una lectora colombiana expresamente desde Francia, mientras otros van con prisas, como una de las lectoras de Máximo Huerta que se ha presentado con una maleta para que le firmara la novela porque se iba rápidamente al aeropuerto para coger un vuelo a París.

En tiempos de la inteligencia artificial y de cambios en el mundo de la comunicación, este Sant Jordi se ha notado una mayor presencia de 'influencers', 'youtubers' y demás representantes de ese mundo de las redes sociales que asaltan sobre la mesa a los escritores, recibiendo a veces mayores atenciones de los libreros que los propios periodistas.

Y si de modas va también Sant Jordi, no son pocos y pocas que muestran orgullosos sus tatuajes con frases de las novelas de sus autores, como "Soy fuerte. Soy poderosa. Soy capaz" (Lucía Galán) o "let it be", lema de una de las novelas de Alice Kellen. EFE.

jo/hm/jdm

(foto)(vídeo)