Asela Sanz, la mujer que llevó el Premio Cervantes a Alcalá de Henares

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Guillermo Martínez

Alcalá de Henares (Madrid), 20 abr (EFE).- El Premio Cervantes se entrega desde su primera edición en la localidad madrileña de Alcalá de Henares, fruto del empeño de la concejal de Cultura de ese municipio en 1976, Asela Sanz, que en vísperas de que este año lo reciba Luis Mateo Díez recuerda cómo se decidió que la ceremonia para que lo recogiera Jorge Guillén en 1977 fuera el paraninfo de la universidad.

Cuando el Ministerio de Información y Turismo, con León Herrera al frente, convocó el premio en septiembre de 1975 no se sabía el lugar en que se entregaría, pero a los pocos días la primer teniente de alcalde y concejal de Cultura del Ayuntamiento de Alcalá de Henares, Asela Sanz, empezó a trabajar para que su ciudad fuera la elegida, una vez que el alcalde, Fernando Sancho, le dio vía libre para que tratara de conseguirlo.

“Yo me enteré por el periódico. Vi que habían creado un premio que llevaría el nombre de Cervantes y que aspiraba a ser el Nobel de literatura en español”, recuerda Sanz a sus 88 años.

“Hablé con todos los miembros del jurado que pude porque pensaba que el Paraninfo del Colegio Mayor de San Ildefonso, al que todavía no había llegado el rectorado porque la Universidad de Alcalá no existía, sería el lugar idóneo”, continúa.

La concejala se puso a trabajar en algo que entonces parecía complicado de conseguir y cuenta cómo una de sus acciones iniciales fue enviar una felicitación oficial desde el Ayuntamiento al primer Premio Cervantes, Jorge Guillén.

Luego una casualidad empezó a facilitar las gestiones, cuando estaba acompañando a la Schola Cantorum de Alcalá a un concurso que los llevó a Roma, donde fueron recibidos por el embajador de España, Carlos Robles Piquer, hasta unos meses antes ministro de Educación y con el que Sanz había tenido sus discusiones a cuenta de la independencia de la futura Universidad de Alcalá de la Universidad Complutense de Madrid, que entonces gestionaba el campus de la ciudad.

“A la vuelta del concurso, el embajador nos invitó a una copa. Mientras le esperábamos, una persona me dijo que el director general de Cultura Popular, Miguel Cruz Hernández, quería hablar conmigo”, rememora. Sanz aceptó sin dudarlo y ahí recibió la primera comunicación oficial de que el Premio Cervantes se entregaría en Alcalá de Henares.

El jurado falló el premio el 1 de diciembre de 1976, con Cruz como presidente. Fue él quien se carteó con Guillén para buscar una fecha y un lugar.

Según estas misivas, el escritor propuso el 21 de diciembre que, “como somos profesores, también sería muy natural que el acto se celebrase en un Universidad, por ejemplo, en la Complutense, relacionada también y sobre todo con el gran alcalaíno. Algo así, de carácter intelectual, universitario”.

Un mes después, Cruz ya le había informado sobre el día y lugar de la entrega al eminente literato. Guillén le responde el 23 de enero: “No puede estar mejor situada la ceremonia del Premio que en Alcalá de Henares, en el edificio de la antigua Universidad, y en ese día: 23 de abril. ¡Premio Cervantes!”.

Pero no todo estaba hecho. Todavía había que organizar la entrega de un galardón que, cada día que pasaba, mostraba expectativas más altas.

“Cuando Cruz me recibió en su despacho, me dijo que él no estaba de acuerdo, que suponía un trastorno y que en Madrid todo sería más fácil”, recuerda la que fuera primera teniente de alcalde de España procedente del tercio familiar.

Sanz le respondió con total firmeza que él no se tenía que preocupar de nada, que el Ayuntamiento prepararía lo que fuera necesario y seguiría las directrices del Ministerio. “Cuando le dije que sería en el Paraninfo, él me respondió que eso había que llenarlo de gente, que no sería tan fácil, pero ya me encargué yo de invitar a todos los presidentes de las asociaciones culturales de la ciudad”, apunta.

Los Reyes de España no acudieron a la primera entrega del primer Premio Cervantes, el 23 de abril de 1977, pero sí estuvieron ya presentes los maceros de Alcalá y la Schola Cantorum interpretando el ‘Gaudeamus igitur’.

Finalmente, “quedó todo muy bien, tanto que al año siguiente nos confirmaron que venían los Reyes, y ahí ya intervino más la Casa Real, pero sí que mantuvieron la ceremonia tal y como la ideé; por ejemplo, el alcalde de Alcalá siempre entrega el bastón de mando de la ciudad al Rey al recibirle”, se explaya la entonces concejala de Cultura.

Parece inimaginable que el Premio Cervantes salga de la ciudad complutense, pero para Sanz no hay nada impensable. “Ya pasó durante los primeros años, que había gente que se lo quería llevar a Madrid pero importantes miembros de la UCD mediaron para que continuara en Alcalá”, subraya. EFE

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