A qué se dedicaba Rosario Porto antes de ser condenada por el asesinato de Asunta

Hija de un prestigioso abogado y una profesora, siguió los pasos de su padre hasta ser cónsul de Francia en Santiago de Compostela

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Rosario Porto y Alfonso Basterra en una de las sesiones del juicio por la muerte de su hija Asunta Basterra. (Lavandeira jr/EFE)
Rosario Porto y Alfonso Basterra en una de las sesiones del juicio por la muerte de su hija Asunta Basterra. (Lavandeira jr/EFE)

La serie ‘El caso Asunta’ ha vuelto a revivir este famoso crimen que tuvo lugar en el año 2013 y conmocionó al país por su crudeza y toda la historia que se desenvolvió a su alrededor. La investigación y el posterior juicio terminaron con la conclusión de que el asesinato de Asunta Basterra Porto, de tan solo 12 años, había sido perpetrado por sus dos padres adoptivos, condenados a 18 años de prisión cada uno.

Según la sentencia, fue un asesinato premeditado en el que Alfonso Basterra y Rosario Porto drogaron a la niña para más tarde ahogarla y dejar su cuerpo tirado en una pista forestal cercana a la casa de ella. Inicialmente fueron ellos los que denunciaron la desaparición, pero debido a las incongruencias en sus declaraciones y las pistas que fueron apareciendo, acabaron como únicos sospechosos.

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Basterra sigue cumpliendo su condena en prisión, pero su exmujer falleció en 2018 en su celda. Apareció ahorcada tras haber tenido varios intentos de suicidio y sufrir una depresión severa.

Una abogada de buena familia

Rosario Porto nació en 1968 y estudió el bachillerato en el Instituto Rosalía de Castro, el mismo al que asistía hija, en el centro de Santiago de Compostela. Más tarde se licenció en Derecho en la misma ciudad y fue ampliando sus estudios viajando a universidades de toda Europa.

Su madre era profesora y su padre un reputado abogado de Galicia, del cual heredó en 2006 el dónsul honorario de Francia de la capital gallega y por lo que fue condecorada por la república Francesa por sus servicios. Tan solo tenía 27 años en ese momento.

Tan solo dos años antes del crimen decidió cerrar el despacho de abogados que tenía y se dio de baja en el Colegio de Abogados de Santiago. Tras eso orientó su carrera en dos direcciones: la representación de intereses comerciales en Marruecos (trabajo que la llevaba a viajar con frecuencia); y una vocalía muy activa en el Ateneo de Santiago, un foro de profesores universitarios, abogados, arquitectos, médicos y profesionales de diferentes áreas orientado como “un espazo de participación, entendemento, coñecemento e afondamento en todos aqueles temas de interese para a cidadanía”.

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El divorcio de Porto y Basterra

Rosario Porto y Alfonso Basterra se divorciaron en enero de 2013, por una infidelidad de ella. Estaban casados en régimen de separación de bienes, y aunque el proceso fue rápido si que litigaron por la custodia de la menor antes de que se dictará la sentencia de mutuo acuerdo.

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El pacto entre ambos establecía que la patria potestad de Asunta era compartida por los dos progenitores, pero era Rosario la que tenía la custodia, estableciéndose como domicilio la casa en la que madre e hija convivían y donde sucedió el asesinato.

El régimen de visitas fijado en el fallo judicial a favor de Basterra era el de fines de semanas alternos. Sobre las vacaciones, las de Semana Santa se establecieron para ambos progenitores en años alternos y las de Navidad, divididas en dos mitades. En verano se fijaron las vacaciones de cada progenitor con la niña en julio y agosto por quincenas alternas no consecutivas.

Cuando se interpuso la demanda de divorcio, Basterra tenía como domicilio un hotel compostelano ubicado muy cerca de donde posteriormente alquilaría el piso donde residía cuando Asunta falleció y en el que supuestamente la menor fue sedada. La sentencia de divorcio fue una clara evidencia de los escasos medios económicos de los que disponía Alfonso, ya que la pensión alimenticia mensual que debía pasar a su hija era de 150 euros, una cifra por debajo de la media habitual. También debía costear la mitad de los gastos extraordinarios.