Del “me gusta la fruta” al “fango de la ultraderecha”: los cinco meses de crispación que han “abatido” a Pedro Sánchez

La XV Legislatura española parece estar marcada por la crispación política. Tras cuatro años de pandemias y desastres naturales, el enfrentamiento es el primer punto en la agenda de los representantes públicos, con declaraciones cada vez más polarizadas y ataques más burdos, personales y severos. Esto el presidente del Gobierno lo sabe muy bien: su carta a la ciudadanía amenaza con poner fin a un mandato convulso que podría terminar con Pedro Sánchez abandonando el Ejecutivo. Y todo por amor.

El jefe del Gobierno ha hablado de una “operación de acoso y derribo por tierra, mar y aire” que buscan hacerle “desfallecer en lo político y en lo personal”. La denuncia presentada contra su esposa por el pseudosindicato Manos Limpias ha sido la gota que ha colmado el vaso. Para Sánchez, no hay ninguna ilegalidad detrás de las acusaciones a Begoña Gómez, sino una “máquina del fango” que trata de “deshumanizar y deslegitimar al adversario político a través de denuncias tan escandalosas como falsas”.

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Pero el enfrentamiento, como apunta el presidente en su escrito, no ha empezado ahora. Sánchez remonta los inicios a la moción de censura contra Mariano Rajoy y las elecciones de 2019, episodios tras los cuales se habría sostenido el “intento de deslegitimación del gobierno de coalición progresista”, que hasta ahora no ha podido quebrarle, apunta. Después de los resultados de las autonómicas de 2023, en los que el Partido Socialista perdió gran parte del territorio, se repitió el adelanto de los comicios nacionales del 23 de julio. Un recuento ajustado y la suma de diversos pactos aseguraron la reelección de Sánchez como presidente, pero “la derecha y la ultraderecha, nuevamente, no aceptaron el resultado electoral”. Todavía hoy, voces del Partido Popular afirman que Feijóo podría liderar el gobierno “si todos los españoles quieren” (un cambio del “no soy presidente porque no quiero”).

Ya el pleno de investidura del 15 de noviembre apuntaba a un mandato turbulento. En una de sus intervenciones, el entonces candidato a la presidencia Pedro Sánchez recordaba ante los diputados el presunto caso de corrupción que involucraba al hermano de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, presente en el hemiciclo. “Habla de corrupción. Es bastante atrevido por parte del PP. Su antecesor alertó sobre un propbable caso de corrupción por parte de la presidenta de la Comunidad de Madrid, la señora Ayuso, y su respuesta fue fulminante: evacuar al señor Casado en un golpe de mano y echar por tierra ese caso de corrupción”, expresó Sánchez desde la tribuna.

Las cámaras del Congreso aprovechaban el momento para apuntar a Ayuso, a la que se vio verbalizar las palabras “hijo de puta”. En pocas horas, esa frase se maquillaba desde dentro del partido y se reafirmaba sin pudor: “Me gusta la fruta”. La expresión reivindicada en varias ocasiones por la presidenta madrileña se volvió viral en poco tiempo, a pesar de las críticas desde la izquierda, sigue presente en carteles, gritos de manifestantes e incluso camisetas.

Los pactos de Gobierno con los partidos independentistas catalanes tenían un precio y ese era la Ley de Amnistía. El anuncio de su preparación y tramitación en el Congreso de los Diputados provocó manifestaciones durante meses, en su mayoría celebradas frente a las puertas de la sede del PSOE, en la calle Ferraz de Madrid. Estas concentraciones organizadas a través de redes sociales con una clara presencia de movimientos de ultraderecha se llenaron de cánticos polémicos y causaron enfrentamientos con la policía. Tras el Cara al Sol y la comparación de las políticas socialistas con muñecas hinchables, llegaron las celebraciones de Nochevieja frente a la puerta de Ferraz.

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Entre los asistentes, apareció un muñeco que representaba de forma burda al presidente del Gobierno. La figura cabezona y caricaturizada fue colgada de un semáforo y apaleada por los manifestantes, entre los que se veían banderas de la época franquista. El episodio fue denunciado desde el PSOE, pero la justicia no apreció delito de odio en los hechos y archivó la denuncia al considerarlo un “acto festivo”.

Las publicaciones de medios de comunicación como El Confidencial hablan desde hace meses de un presunto delito de tráfico de influencias y corrupción atribuido a la mujer del presidente. Las acusaciones se han traducido finalmente en una denuncia judicial, actualmente investigada por el Juzgado de Instrucción número 41 de Madrid. El procedimiento lo ha iniciado Manos Limpias, una asociación liderada por el abogado y expolítico Miguel Bernard conocida por su participación en múltiples juicios mediáticos. En esta ocasión, su denuncia se basa en las noticias de varios diarios digitales, entre las que aparecen informaciones falsas. La organización ya ha dicho en un comunicado que será ahora el juez quien deberá comprobar si dichas informaciones periodísticas son ciertas o no”. Por el momento, la Fiscalía de Madrid ha pedido que se archive la causa.

Tras conocer la denuncia, Pedro Sánchez ha asegurado que “Begoña defenderá su honorabilidad y colaborará con la Justicia”, si bien la denuncia “se basa en supuestas informaciones” provenientes de una “constelación de cabeceras ultraconservadoras”. Pero este “fango” lanzado contra su esposa hace que el presidente se pregunte si “merece la pena todo esto”. “Necesito tiempo para reflexionar. Me urge responderme a la pregunta de si merece la pena, a pesar del fango de la derecha y la ultraderecha política y mediática pretenden convertir la política”.

Sánchez se dio un plazo de cinco días para tomar su decisión. Será este lunes, 29 de abril, cuando el presidente comparezca ante los medios y España conocerá si mantiene su presidente o ha de buscar un nuevo líder de Gobierno.