El reconocido cantautor Joaquín Sabina concluyó su gira Contra todo pronóstico en el emblemático Wizink Center de Madrid la noche de este jueves, marcando su cuarto y último concierto del año en la capital española. Este acto representa un significativo regreso para Sabina, quien en mayo celebraba su retorno a los escenarios tras el incidente en 2020 que le forzó a tomar un receso en su carrera.
El concierto de despedida no solo fue un espectáculo musical, sino también un emotivo encuentro en el que Sabina homenajeó a colegas de trayectoria, incluyendo a Joan Manuel Serrat y a una misteriosa “señora incomparable”. El artista entonó Por el boulevard de los sueños rotos, generando un momento especial al dirigirse a su público con una cercanía que caracteriza sus actuaciones. Previo a esto, el cantautor animó a los asistentes anticipando la interpretación de Me bajo en Atocha, otra de sus conocidas melodías.
Te puede interesar: Una ilusión de instantes: Pereza vuelve a reunirse trece años después
El evento tuvo lugar en un contexto de reencuentros y despedidas, donde Sabina, deleitó a los asistentes con su repertorio y su singular prosa, dejando constancia de un viaje artístico que, aunque signado por una pausa forzada, se reanuda con vigor ante su público fiel. El WiZink Center presenció así una de las noches más memorables de la música española contemporánea, testimoniando la perseverancia y la pasión de Joaquín Sabina por su oficio.
La velada siguió con Sabina personalizando la charla con sus seguidores, destacando la vivencia itinerante de un músico “de escenario en escenario, de hotel en hotel”, y la transformación de lo cotidiano en extraordinario. Un discurso que resonó con especial significado tras los desafíos trascendidos, como la tormenta Filomena y la pandemia del Covid-19, y la celebración del “milagro de estar vivo” frente a su leal audiencia madrileña.
Con una dedicatoria muy especial
Sabina también aprovechó el concierto para dedicárselo a algunos de los artistas y amigos que lo han acompañado a lo largo de los años, tanto los que están como los que ya no. “Lo que tenemos los supervivientes es que nos vamos quedando solos. Primero fue Krae, luego Aute, luego Milanés, que era mi hermano”, afirmaba el cantante. También para su buen amigo Joan Manuel Serrat. “Como el Serrat, que se retira vaya usted a saber por qué. Hay también una señora incomparable a la que al menos antes de irse y dejarnos más solos tuve el gusto y el honor de cantarle esta canción que viene ahora, mirándola a los ojos”.
También se acordó de Madrid, la ciudad en la que no ha nacido pero sí en la cual le tienen más cariño que en ningún otro lado, algo que el cantante de Úbeda. “Que sepáis que después de tocar en las salas más grandes y más míticas de Londres o de Nueva York, en ninguna de ellas me da los saltos el corazón y me tiemblan las piernas como aquí. Así que esta noche es una noche de fiesta pero, por nuestra parte y al ser la última, con unas gotas de melancolía”, concluía el cantante.