Cae el real en Brasil y pone presión a los dólares financieros en la City porteña

La divisa brasileña es la más perjudicada entre sus pares de América Latina, ante ante el incremento de la aversión global al riesgo inversor, pero también por el alto déficit fiscal del gobierno de Lula

Compartir
Compartir articulo
En 2024 el real brasileño se debilita (REUTERS/Ricardo Moraes)
En 2024 el real brasileño se debilita (REUTERS/Ricardo Moraes)

Las monedas y acciones de América Latina se desvalorizaban este martes, arrastradas por la aversión global al riesgo, ante las crecientes preocupaciones por el conflicto entre Israel e Irán, así como por el desvanecimiento de las expectativas de una pronta reducción de tasas de interés en Estados Unidos. Más temprano, el vicepresidente de la Reserva Federal, Philip Jefferson, afirmó que “será apropiado mantener durante más tiempo la actual orientación restrictiva de la política monetaria” si la inflación no se desacelera como se espera. El real y las monedas emergentes en general correlacionan mucho con los dólares financieros en la Argentina, como el contado con liquidación y el dólar MEP.

En ese contexto, que ya se había advertido el lunes, el real brasileño es el más perjudicado. El dólar en el país vecino se paga a 5,27 reales, con una suba de 1,6% en el día y en su precio más alto desde el 17 de marzo del año pasado. Con una inflación anual inferior al 4%, el dólar en Brasil anota en 2024 una suba de 8,7% desde los 4,85 reales del cierre de 2023.

Evolución reciente del dólar en Brasil.
Evolución reciente del dólar en Brasil.

“Inicia una jornada con un sesgo negativo para los activos de riesgo que se transmiten a las monedas de la región y del mundo, que pierden frente al dólar”, indicó una nota para clientes del Banco Itaú.

“La perspectiva de un cambio monetario moderado en Estados Unidos se desvaneció (...) y las persistentes tensiones geopolíticas en Oriente Medio siguen siendo una de las palancas de incertidumbre”, escribió Pierre Veyret, analista técnico de ActivTrades. “No es de extrañar que el apetito por el riesgo se vea sometido a fuertes presiones”, agregó.

A ello se sumó un reporte del Fondo Monetario Internacional (FMI) en el que dijo que América Latina y El Caribe notarán una leve ralentización de su economía durante este año a causa en gran medida de una actividad más lenta en sus principales motores de crecimiento, Brasil y México.

Tras la devaluación del peso argentino en diciembre, la competitividad cambiaria con Brasil se consumió en el término de cuatro meses

Las monedas latinoamericanas estuvieron entre las de peor desempeño en el mundo en desarrollo, ya que las cifras de la economía más grande del mundo consolidaron las apuestas de que la Reserva Federal de los EEUU no se apresurará a recortar las tasas de interés. Las caídas se producen incluso cuando el presidente del Banco de la Reserva Federal de Nueva York, John Williams, dijo que el banco central probablemente comenzará a reducir las tasas de interés este año si la inflación continúa bajando gradualmente

Además, el economista jefe del FMI Pierre-Olivier Gourinchas alertó que un conflicto más amplio entre Israel e Irán provocaría probablemente un aumento de los precios de la energía, lo que a su vez llevaría a los bancos centrales a endurecer la política monetaria para controlar la inflación, perjudicando el crecimiento.

Una devaluación del real, la moneda del principal socios comercial de la Argentina, incide en una menor competitividad para los productos de nuestro país en ese mercado, a la vez que se acrecienta la ventaja de precios de los productos de ese origen.

Por diversos motivos -suba del tipo de cambio oficial por debajo de la tasa de inflación, la devaluación de monedas emergentes, baja de cotización de los productos del agro- el Índice de Tipo de Cambio Real Multilateral (ITCRM) que mide el BCRA volvió en abril a quedar debajo de los 100 puntos de equilibrio teórico. Y puntualmente el Índice del Tipo de Cambio Real Bilateral con Brasil (ITCRB).

Sobre una base de 100 puntos de equilibrio teórico, el ITCRB tocó un pico de 163 puntos el 13 de diciembre, con la devaluación del peso argentino. Esto significa una muy fuerte apreciación del real contra el peso, que benefició a las exportaciones argentinas a Brasil y encareció a las importaciones desde Brasil. El lunes 15 el ITCRB alcanzaba los 95 puntos, nivel similar al de septiembre de 2023, un número que refleja que la competitividad cambiaria con Brasil se consumió en el término de cuatro meses.

Contado con Liqui
Compra$ 1,088,03
Venta$ 1,095,08
Variación 24hs0,83%

Basta señalar que aún con la devaluación del peso, durante el primer trimestre de 2024, el comercio entre ambos países dejó a Argentina con un saldo negativo de 81 millones de dólares.

Con controles de cambio en vigencia, los tipos de cambio que acompañan desde la Argentina a las tendencias de las monedas emergentes son los financieros. El dólar contado con liquidación ganó más de 25 pesos en dos ruedas, para superar hoy levemente los $1.075 por unidad. El dólar MEP, mientras tanto, trepa 1% a 1.033 por unidad. Y el dólar libre también siente algo de la presión alcista para acomodarse por encima de los $1.000 para la venta.

El movimiento de los emergentes, una fuerza alcista para el dólar en la Argentina, se ve contrarrestado por la expectativa de la cercanía del inicio de la temporada alta de liquidación de divisas del agro que, con normas vigentes que permiten volcar el 20% de lo que se liquida en paridades financieras, genera una presión bajista para esas mismas cotizaciones de la divisa.

Alto déficit fiscal y pelea con el Banco Central

La popularidad del gobierno de José Inacio “Lula” da Silva está en declive, revelan las últimas encuestas en Brasil. Según Datafolha, su aprobación ha caído tres puntos porcentuales desde diciembre, pasando del 38 al 35 por ciento.

Detrás de la debilidad de la moneda brasileña asoma la gran dificultad del gobierno para contener su gasto, que pesa cada vez sobre la economía. Las últimas cifras hicieron temblar a más de un funcionario en los despachos del Ministerio de Economía de Brasil. Con 58.400 millones de reales (más de USD 11.000 millones), el déficit registrado en febrero pasado fue el peor de los últimos 28 años. De marzo de 2023 a marzo de este año, además, la administración de Lula consumió 252.900 millones de reales, es decir unos USD 50.000, el equivalente al 2,2% del Producto Interno Bruto (PIB).

El Banco Central brasileño lanzó una advertencia a finales de marzo. El último informe de su Comité de Política Monetaria (Copom), por el que normalmente se decide la tasa Selic, alertaba que la reducción de las tasas de interés “a lo largo del tiempo dependerán de la evolución de la dinámica inflacionaria, en particular de los componentes más sensibles de la política monetaria y de la actividad económica, de las expectativas de inflación, especialmente de las expectativas de inflación a más largo plazo, y de las proyecciones de inflación”.

Sin embargo, a pesar de que el Banco Central de Brasil, bajo la presidencia de Roberto Campos Neto, fue galardonado hace un mes por “LatinFinance Banks of the Year Awards” como el mejor gestor del mundo, también por cómo ha protegido a Brasil del riesgo de una inflación descontrolada, el gobierno sigue librando una guerra contra él. Tras un 2023 de tensiones y ataques al economista, Lula definió de forma despectiva a este funcionario como “un ciudadano” que “no entiende nada del país” por la tasa Selic considerada demasiado alta por él.

En cuanto a las inversiones internacionales, los datos también son preocupantes: sólo este año, los inversores extranjeros han retirado de Brasil un total de 21.200 millones de reales, 4.227 millones de dólares. Incluso el banco estadounidense Goldman Sachs aconsejó a sus clientes que se deshagan de las acciones de empresas estatales brasileñas. En un informe enviado a sus inversores a finales de marzo, los analistas del banco justificaron su postura basándose en factores como “la creciente interferencia del gobierno en las empresas estatales brasileñas, lo que podría llevar a una rebaja de la calificación de las empresas públicas”.