Carmen Reinhart: "Los inversores no comprarán deuda argentina para siempre"

La economista de Harvard y experta en crisis financieras advirtió que el gradualismo es un arma de doble filo. Y que el futuro de Brasil es hoy más relevante para el país que las tasas en Estados Unidos.

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Antes de volver a la helada Boston, donde vive hace varios años como profesora de Harvard, Carmen Reinhart disfruta del calor de Buenos Aires y pide hacer la entrevista al aire libre, pese a los 35 grados a la sombra. "Nací en Cuba y viví muchos años en Miami, así que esto es lo mío", explica.

Es una de las economistas que mejor estudió el proceso de boom y crisis en los mercados emergentes y escribió textos y libros junto con colegas reconocidos mundialmente como Kenneth Rogoff, ex economista jefe del FMI, con quien analizó las crisis financieras de los últimos…800 años. Y además con Guillermo Calvo popularizó el principal fenómeno que en las últimas décadas ha complicado a los países emergentes: el "sudden stop", es decir qué sucede cuando se produce un corte del financiamiento para economías en vías de desarrollo que dependen del crédito internacional.

Reinhart participó esta última semana de la Conferencia Internacional de Economía y Finanzas organizada por la Universidad Di Tella y el Banco Ciudad, donde compartió un panel con el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne.

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A continuación, los principales pasajes de la entrevista con la economista desde los jardines de un coqueto hotel ubicado en el corazón de Recoleta:

La Reserva Federal volvió a subir las tasas, pero nadie parece muy preocupado. ¿Hay algún peligro de que el ajuste monetario cobre más velocidad y afecte a los emergentes?

-En los últimos meses hice algunos estudios evaluando las economías de posguerra. Lo que hay en común ahora con aquella época es que hay altos niveles de deuda en países avanzados. La última referencia es el ajuste que llevó adelante Paul Volcker en octubre de 1979, cuando apretó la política monetaria y llevó las tasas reales a niveles que no se veía desde los años 30. Pero en ese momento los hogares no tenían ni la mitad de la deuda de hoy. El nivel de endeudamiento del sector público y privado frena cualquier posibilidad de ajuste excesivo. Además, las expectativas de inflación están bien ancladas, aún cuando la economía norteamericana está muy cerca del pleno empleo. Es notable que a pesar de ello los aumentos salariales han sido muy moderados tanto en Estados Unidos como en Europa. No hay razones objetivas para que las tasas vayan demasiado alto.

Los fondos internacionales prácticamente no tenían papeles argentinos cuando se produjo el cambio de Gobierno. Pero no será posible recurrir a los mercados a la velocidad que lo hicieron en los últimos dos años.

-Claramente son buenas noticias para un país como la Argentina, que precisa del financiamiento…

-En principio sí. Pero hay que tener cuidado porque la Argentina no puede seguir tomando deuda al ritmo que lo viene haciendo. El país viene teniendo un gran acceso a los mercados porque estuvo muchos años afuera y los fondos de inversión prácticamente no tenían papeles locales. Cuando la Argentina volvió a los índices de mercados emergentes de bonos, los fondos tuvieron mucho espacio para comprar. Pero no hay que dormirse en los laureles, esa facilidad no dura para siempre. Además, el factor de riesgo no es sólo la tasa en Estados Unidos. Si por ejemplo las elecciones en Brasil generan en 2018 algún ruido o sucede algo en otro mercado emergente, el efecto lo sufriría también la Argentina. La falta de ahorro interno es para países como Argentina un problema crónico, que aumenta la vulnerabilidad en caso de crisis. Están expuestos a cualquier contagio por un episodio que suceda en mercados emergentes y precisan mucho acceso al financiamiento internacional. El ahorro interno tiende a ser mucho menos volátil que el crédito externo.

“No sólo hay que mirar a Estados Unidos. Cualquier ruido que se produzca en un país emergente va a pegarle a la Argentina, porque es mismo tipo de activo. Yo miraría de cerca a Brasil.
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-¿Entonces puede ser peligroso recurrir al endeudamiento externo?

– Cuando hay acceso tan fluído a los mercados internacionales para los bancos es más fácil financiarse con préstamos del exterior para prestar domésticamente. Y eso lleva a un boom crediticio doméstico. Cuando uno mira hacia atrás es lo que de alguna manera llevó a la crisis subprime. El sector financiero argentino es pequeño, pero eso no significa que pueda absorber un 70% de aumento de crédito. Hay que tener en cuenta que el mercado externo no genere burbujas domésticas. Están tratando de salirse de la sobrerregulación y controles de capitales de la etapa anterior, pero eso no significa abandonar cuestiones macro prudenciales. Las burbujas tienden a fomentar una apreciación real del tipo de cambio y eso fomenta problemas de competitividad y cuenta corriente.

-¿Qué opina de la política gradualista del Gobierno para encarar los problemas de déficit fiscal?

-El peligro del gradualismo es que haya interrupciones serias y se da marcha atrás. El objetivo es evitar una aceleración rápida de la actividad y luego un nuevo período de estancamiento. Este tipo de políticas debe ser acompañado por señales continuas de progreso y transparentes, si no se puede convertir en estancamiento. No digo que ocurra. Mirando hacia delante, la clave es mantener confianza y credibilidad, que se den pautas concretas y se cumplan. Hay que convencer al inversor que el gradualismo significa que no irás de punta A a B muy rápido, pero sí que se llegará al punt B ir hacia el punto B.

-¿Cuál sería el consejo para el Gobierno en medio de este proceso hacia una reducción del déficit?

-Sin dudas es fundamental mostrar progresos en la parte fiscal. Pero al mismo tiempo hay que tener cuidado que la economía no se recaliente por un rápido incremento del crédito. Éste ha sido un problema recurrente en mercados emergentes. Porque prduce una sobrevaluación cambiaria, cuentas corrientes y con déficit y en los peores casos a una crisis bancaria. Argentina viene con muchos años de inflación crónica, de restricciones a los movimientos de capitales, no va a ser Suiza en dos años. Por eso no hay que acelerar los procesos.

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