Guerra y ecología: el impacto ambiental de los conflictos armados en un contexto global dinámico y cambiante

En la época actual, se están librando cientos de conflictos bélicos que no solo causan pérdidas humanas y devastación, sino que tienen también un impacto significativo en el medio ambiente. Para profundizar en este tema, entrevistamos a Juan Carlos Villalonga, experto en cambio climático y desarrollo sostenible

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Las guerras inflingen un grave daño para la naturaleza. (Foto: archivo DEF)
Las guerras inflingen un grave daño para la naturaleza. (Foto: archivo DEF)

Los conflictos armados dañan a las personas y su entorno con derivaciones difíciles de prever. En general, a la hora de contabilizar daños, se tiene en cuenta el costo en vidas humanas y materiales, pero una guerra genera otros problemas graves en un planeta que ya está viviendo las consecuencias del cambio climático.

Aunque la atención suele centrarse en las consecuencias inmediatas para las personas y las infraestructuras, es importante reconocer que las guerras infligen un grave daño a la naturaleza. La destrucción de ecosistemas, la contaminación del agua, del suelo y del aire son algunas de las consecuencias ambientales directas de los conflictos armados.

A ello, se le suman acciones militares concretas –como la quema de cosechas, la tala de árboles, entre otras– que agravan todavía más la situación. Ejemplos como el hundimiento de toneladas de armamento en los océanos durante las dos guerras mundiales, la devastación química de los bosques en el sur de Vietnam o la quema de pozos petroleros en Irak, que dio como resultado un aumento de las emisiones de dióxido de carbono, evidencian la magnitud del impacto ambiental de la guerra.

Para poder conocer en profundidad cuál es el impacto de los conflictos armados en nuestra “casa común”, DEF dialogó con Juan Carlos Villalonga, ex diputado nacional y ecologista argentino, consultor en áreas de energías renovables, hidrógeno y política climática y quien en la actualidad es presidente de GLOBE y director General de M&V Consulting.

El uso de napalm generó, también, un grave daño en los bosques de Vietnam. (Foto: archivo DEF)
El uso de napalm generó, también, un grave daño en los bosques de Vietnam. (Foto: archivo DEF)

Los desafíos de la protección del ambiente en tiempos convulsionados

-¿Existe legislación internacional referida a la preservación de la naturaleza en caso de conflicto armado?

-Existe una rama del derecho internacional que procura resguardar aspectos humanitarios y evitar daños innecesarios en caso de guerras. También, dentro de este marco, entran diferentes convenciones que procuran erradicar el uso de armas bacteriológicas y armas químicas, y hay esfuerzos destinados a limitar el armamento nuclear que llega hasta la propia prohibición de ensayos nucleares atmosféricos, subterráneos o en el fondo marino.

El objetivo de todos estos acuerdos es minimizar el impacto de la guerra desde una perspectiva humanitaria y ambiental. Y, por supuesto, evitar el sufrimiento y los daños a la población civil que pueden extenderse en el tiempo, más allá del conflicto.

Pese a todas las normas e iniciativas, y como sucede en la mayoría de las ramas del derecho internacional, los progresos son lentos, paulatinos y requieren de enormes esfuerzos para velar por su cumplimiento.

Existen convenciones que procuran erradicar el uso de armas químicas, bacteriológicas y limitar el armamento nuclear. (Foto: archivo DEF)
Existen convenciones que procuran erradicar el uso de armas químicas, bacteriológicas y limitar el armamento nuclear. (Foto: archivo DEF)

-¿Hay directivas concretas relacionadas con esta problemática en los manuales militares?

-Existe el andamiaje jurídico en el derecho internacional, que mencionamos antes. Eso se traduce en determinadas limitaciones en la preparación de los ejércitos, limitaciones que después, en el campo de batalla, se relativizan. Sin duda, una de las herramientas más efectivas es la prohibición de uso y la eliminación de los arsenales de armas de destrucción masiva.

Por otra parte, vemos que es muy difícil de lograr el cumplimiento del derecho humanitario, como se evidencia en la actualidad en la guerra en Ucrania o en el caso de Gaza. Una organización como la Cruz Roja Internacional, que mantiene una activa presencia en torno a los conflictos armados y supervisa este tipo de situaciones, es hoy el principal monitoreo internacional.

Los incendios de los pozos petroleros durante la guerra del golfo demoraron alrededor de un año en ser controlados y contaminaron con cenizas y lagunas de petróleo un área muy extensa. (Foto: archivo DEF)
Los incendios de los pozos petroleros durante la guerra del golfo demoraron alrededor de un año en ser controlados y contaminaron con cenizas y lagunas de petróleo un área muy extensa. (Foto: archivo DEF)

Crisis climática y aumento de tensiones por la escasez de recursos

-Los gases de efecto invernadero que emitimos a la atmósfera son los principales responsables del cambio climático. ¿Cuánto impactan acciones como el incendio de las instalaciones de petróleo en la emisión de estos gases?

-El caso de los incendios masivos de pozos petroleros durante la denominada “guerra del Golfo” durante 1991, cuando el ejército de Irak se retiraba de Kuwait, es un ejemplo clave. Esos incendios demoraron alrededor de un año en ser controlados y contaminaron con cenizas y lagunas de petróleo un área muy extensa.

Sin embargo, las peores secuelas que se temían (como lluvia ácida de gran alcance, partículas en suspensión en la atmósfera por tiempos prolongados, etc.) no ocurrieron en la magnitud prevista. La incidencia fue sobre todo local y se redujo a la contaminación y el impacto en la salud de las poblaciones cercanas en cifras difíciles de estimar.

La contribución al cambio climático por la quema de ese combustible fósil, si bien en cantidades relevantes, no se tradujo en un salto significativo en el registro de las emisiones globales. Para tener una idea de su proporción, algunas estimaciones indican que fueron emisiones comparables a las de Argentina a lo largo de un año.

La crisis climática generará restricciones en el acceso a los recursos como el agua, lo que exacerbará el fenómeno migratorio y las tensiones entre poblaciones vecinas, afirma Juan Carlos Villalonga. (Foto: Fernando Calzada)
La crisis climática generará restricciones en el acceso a los recursos como el agua, lo que exacerbará el fenómeno migratorio y las tensiones entre poblaciones vecinas, afirma Juan Carlos Villalonga. (Foto: Fernando Calzada)

-Los eventos extremos son cada vez más frecuentes y se vaticina un futuro sombrío. ¿Cuánto aumenta esta realidad las probabilidades de guerras entre los Estados?

-Este es el aspecto más preocupante en la relación entre cambio climático y conflictos futuros. La crisis climática generará restricciones en el acceso a recursos tales como disponibilidad de agua, acceso a tierras fértiles o a contar con sitios para asentamiento seguros. Este tipo de situaciones exacerba el fenómeno migratorio y las tensiones entre poblaciones vecinas.

Esta es la razón por la que distintas fuerzas armadas y de seguridad nacional tienen en su agenda o como hipótesis de futuro los conflictos derivados de situaciones vinculadas al cambio climático y sus impactos en el acceso a recursos vitales.

Por otra parte, así como es imprescindible mitigar el cambio climático, lo es también avanzar en las medidas de adaptación. Dicho de otro modo, es necesario crear institucionalidad y vínculos de cooperación internacional que permitan amortiguar potenciales situaciones críticas. Por ejemplo, los pequeños países insulares del Pacífico están estableciendo acuerdos con países como Australia para generar condiciones futuras de una migración obligada por la suba del nivel del mar.

La guerra de Ucrania mostró que los objetivos de la transición energética se vieron reforzados y cuentan con un renovado interés. (Foto AFP)
La guerra de Ucrania mostró que los objetivos de la transición energética se vieron reforzados y cuentan con un renovado interés. (Foto AFP)

La crisis en Ucrania como impulso hacia la energía verde

-La invasión a Ucrania puso sobre el tapete el problemático escenario energético actual y la dependencia del gas y el petróleo rusos de parte de muchos países. ¿Crees que puede representar un impulso para la transición hacia el uso de energías renovables?

-Esto es muy interesante. La guerra de Ucrania mostró que, si bien desde una dimensión económica implica una distracción fenomenal de recursos, los objetivos de la transición energética se vieron reforzados y cuentan con un renovado interés.

Europa en particular y el mundo en general están procurando evitar riesgos en el suministro energético, para lo cual se prioriza la utilización de recursos locales. Dada la volatilidad política a la que están sometidos, la idea es tratar de depender lo menos posible de energéticos importados y, en ese contexto, las renovables energías están siendo privilegiadas.

De hecho, en particular, las energías solar y eólica son las que acapararon la mayor parte de las inversiones en el sector durante 2023. Esto demuestra que se las está poniendo en valor, tanto en lo referido a la seguridad energética como a su papel clave en la lucha contra el cambio climático.

La guerra en Ucrania es una postal de la implicancia de una potencial limitación en la productividad global de alimentos producto del cambio climático. (Foto Reuters)
La guerra en Ucrania es una postal de la implicancia de una potencial limitación en la productividad global de alimentos producto del cambio climático. (Foto Reuters)

-Además de las consecuencias ya mencionadas y pensando en acciones recientes como la restricción de exportaciones de alimentos de Rusia o el cierre de los puertos de Ucrania, ¿qué otras repercusiones puede traer consigo este tipo de conflictos?

-Creo que el efecto inflacionario que tuvieron las restricciones en las exportaciones y el flujo comercial de granos por la guerra en Ucrania es una postal de las implicancias de una potencial limitación en la productividad global de alimentos producto del cambio climático. Estas secuelas se harán presentes durante la segunda mitad de este siglo. Una suba de la temperatura por encima de 1,5 °C o cercana a los 2 °C tendrá impactos severos en la producción de alimentos y en las economías de los países. Es inimaginable prever qué ocurriría con una suba de 3 °C, que es hacia donde hoy nos dirigimos.

Cuando comprendamos que nuestra economía es muy vulnerable al cambio climático y que somos esencialmente productores de alimentos, comenzaremos a tomar en serio esta problemática.