El regreso de Alejandro López y su esperpento moderno

Con su tercera novela, "Las malas lenguas", el escritor correntino quiebra un silencio de más de 12 años apostando nuevamente a un estilo delirante y corrosivo que es marca de la casa. Infobae lo entrevistó

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Si, como dicen, el objetivo más preciado al que deben aspirar los antropólogos es "hacer familiar lo extraño y lo extraño, familiar", el escritor Alejandro López  ha sido con solo un puñado de esperpénticas novelas y cuentos, el antropólogo más lúcido de la literatura argentina, dando cuenta de la extraña irrealidad (económica, política) en la que nuestro país parece sumido hace décadas pero también de los cambios sociales y de costumbres (sexuales, familiares) con una mirada celebratoria y hasta cariñosa.

La literatura de López, situada entre las urticantes sátiras de Copi y las oscuras fantasías pop de Almodóvar (y su alter ego literario, Patty Diphusa), regresa en 2017 a lo grande con una nueva novela, Las malas lenguas, plagada de incestos, taxi boys, muertes dudosas, rencillas familiares y fenómenos paranormales, entre otros elementos macabros y trash; o sea, una novela Alejandro López 100%.

La publicación de la novela, por parte de la inquieta editorial Blatt & Ríos, quiebra un silencio de más de 12 años de López, cuando con la publicación de la delirante Kerés cojer? = Guan tu fak, la primera parte de una trilogía que debía incluir a las excelentemente tituladas Flor de chongo y Las Aventuras de Vanesa en Amérika y nunca se materializó (aunque López asegura que una de esas novelas está escrita), el autor correntino confirmó la promesa de su novela debut, la no menos corrosiva y del momento La asesina de Lady Di.

López, quien abandonó Buenos Aires y volvió a Corrientes hace cuatro años (sigue regresando quincenalmente para impartir su taller de escritura y realizar sesiones de biodescodificación, una terapia alternativa que sienta bien con el universo esotérico de su literatura), habló con Infobae sobre por qué tardó tanto tiempo en publicar su nuevo libro, por qué las historias que cuenta son "normales" y no sórdidas, en su opinión, y cómo es su nueva y no del todo tranquila vida en el monte correntino.

—¿Por qué te llevó más de diez años publicar una novela nueva?

-Esa es una muy buena pregunta que yo también me hago… En realidad yo habré tardado en publicar pero, escribir, estuve escribiendo siempre, cuentos, artículos en revistas. Pero la verdad es que no había tanta gente interesada en lo que yo estaba haciendo como para ser publicado.

—¿Y por qué creés que no había interés de las editoriales? Porque tus novelas anteriores, si bien eran muy extravagantes para ser bestsellers, fueron muy recibidas.

—Creo que porque lo que me interesaba era seguir con mi camino de experimentación. Y después de Kerés Cojer?, que había sido algo multimedia, seguí probando con unos formatos más extraños todavía, me interesaba ir hacia lo digital.

—Describí eso que llamás tu camino de experimentación.

—Bueno, La asesina de Lady Di era un cruce entre novela y guión. Yo quería ser guionista, entonces el libro tiene mucho de guión. En la época de Kerés Cojer? estaba estudiando cine y quería ser director, entonces utilicé esos materiales para incorporar mis videos. Y en esta última etapa, de la que surge Las malas lenguas, yo quería ser cantante, entonces cuando me invitaban a los recitales de poesía yo decía "no, no voy a leer poesía", así que iba y cantaba. Y a partir de esas canciones empece a armar la historia de este libro.

—Le dedicás el libro a un número grande de mujeres, todas ellas desconocidas. ¿Quiénes son?

— Ah sí, son todas las personas del servicio doméstico que han tenido contacto conmigo en mi vida. Todas las señoras que han trabajado en mis casas o en las casas de conocidos que me han cuidado y con las que he tenido contacto.

—El rol del servicio doméstico es clave en la novela.

— Sí, las personas que trabajan en las casas de los protagonistas son las que develan los secretos familiares. Son ellas las que no solo están en contacto con las partes más jugosas de la historia, sino las que están en contacto con la verdad, y quería homenajearlas.

Portada de “Las malas lenguas”, de Alejandro López
Portada de “Las malas lenguas”, de Alejandro López

—¿Y cómo definiría esas partes jugosas en Las malas lenguas?  ¿Te parece que son historias sórdidas o sólo estás contando cosas que ocurren en todas las familias, en todos los ámbitos, pero la gente prefiere hacer como que no pasan?

— Yo las veo normales, son historias que ocurren, lo que yo hago simplemente es tomarlas y mostrar esos trapos sucios de la gente, de las familias. En dramaturgia, la felicidad rara vez sirve -o por lo menos a mí no me resulta interesante. Entonces como creador o buscador de historias, lo que tenés que hacer buscar conflictos, dar con esos resquicios interesantes. Y me encanta sacar algo positivo de esas cosas supuestamente sórdidas porque el humor  sirve para poder reírte un poco de lo que pasa, incluso de lo que te pasa. Reírte es uno de los mejores caminos posibles, terapéuticamente hablando.

— ¿Te parece que la literatura argentina considerada de prestigioso es demasiado solemne?

— Sí, tiende a ser solemne. Pero te confieso que no leo mucha literatura argentina.

— ¿Qué te gusta leer?

— En general leo materiales que tengo que mostrar en mis clases, porque al dar talleres de escritura tengo que estar más o menos al tanto de lo que está pasando. Deshecho la mayoría de lo que me llega, pero siempre hay algo que me llama la atención, generalmente lo que publican las editoriales independientes. Los libros de Mansalva, Blatt & Ríos… me gustó mucho lo que escribió por ejemplo María Gainza,  Acheli Panza…

—Te cambio de tema, otra novedad importante es que hace un tiempo dejaste Buenos Aires y te volviste para Corrientes, de donde sos oriundo.

infobae

— Me volví a Corrientes, así es, estoy viviendo en el monte.
Estoy muy tranquilo, la verdad; trabajo en mi casa, básicamente corto el pasto, arreglo el jardín, tengo una mini huerta, tengo perros, lo que se hace en una casa en el campo.

—¿Cómo es tu vida ahí? 

— No tan tranquila como suena… Pero estoy bien, necesitaba un corte con la ciudad, no la estaba usando, estaba un poco saturado de estar acá. Me fui en el 2013. Justo terminaba de estudiar biodescodificación, que es una terapia alternativa que tiene que ver con silenciar un poco el ego y la mente y estar más tranquilo, y me pareció ideal ese lugar en el monte.

—Pero resultó no tan tranquilo…

—¡Exacto! Una vez que estuve ahí me di cuenta de que tenía a un travesti de vecino y todo tipo de gente interesante viviendo cerca. Quise alejarme de la ciudad… ¡y me mudé a una novela mía!

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