Así opera la red de 30 sicarios, todos menores de edad, del grupo delincuencial ‘La Inmaculada’ en Valle del Cauca

Se conoció cómo las cabecillas de la banda criminal reclutan y manipulan a estos jóvenes para atemorizar a la comunidad de Tuluá

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Se conoció la estrategia de la organización para reclutar a menores, volverlos adictos y cometer actos violentos a la comunidad de Tuluá - crédito @Alejo_Olave/X / Policía
Se conoció la estrategia de la organización para reclutar a menores, volverlos adictos y cometer actos violentos a la comunidad de Tuluá - crédito @Alejo_Olave/X / Policía

La crisis de orden público que enfrenta el municipio de Tuluá (Valle del Cauca) a causa de los recientes hechos de violencia de la estructura criminal La Inmaculada, mantiene en alerta a las autoridades.

En las últimas horas se conoció cómo las cabecillas de la estructura ilegal diseñaron una estrategia para cometer delitos de alto impacto y que, a su vez, las consecuencias judiciales sean menores.

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De acuerdo con un informe revelado por la revista Semana, La Inmaculada recluta jóvenes entre los 12 y 17 años de edad que viven en estratos socioeconómicos desfavorables, los adoctrina y manipula con fines delictivos. Pero lo que llamó más la atención, es que estas personas vulnerables se vuelven adictos a estupefacientes como el 2CB –conocida como cocaína rosada–, y así bajo los efectos de la droga cometen los homicidios y extorsiones.

Los líderes de La Inmaculada son: Edison Marín Silva, alias Care Vieja; Andrés Felipe Marín Silva, alias Pipe Tuluá y Mauricio Marín Silva, alias Nacho, según el expediente de la Policía Nacional.

Las cabecillas de La Inmaculada reclutan menores de edad y los vuelven adictos a estupefacientes para que cometan actos delictivos - crédito ARK Behavioral Health
Las cabecillas de La Inmaculada reclutan menores de edad y los vuelven adictos a estupefacientes para que cometan actos delictivos - crédito ARK Behavioral Health

“Hoy se tienen 30 sicarios identificados (todos menores de edad), se conoce su método de trabajo, dónde se esconden, cómo contratan las motocicletas, cómo se rotan y prestan las pistolas y armas y quiénes son los cerebros del crimen”, señala el documento.

La investigación de la Policía estableció que la organización criminal tiene una manera de reclutar a los jóvenes: por medio de videojuegos de pelea, violentos, de armas, se ganan su confianza y depsués les ofrecen dinero, ropa y celulares para que se sumen a la banda. Una vez ingresen les pagan entre uno a cinco millones de pesos deben realizar labores de campaneo, dealer, coordinadores de zona y sicariato.

Se estima que en Tuluá hay cerca de 112 hombres trabajando con La Inmaculada, pero los investigadores aseguran que son muchos más porque se evidenció una expansión hacia el Quindío y Popayán (Cauca).

Además, el expediente agregó que la manipulación de los menores de edad “es una estrategia de Pipe Tuluá, Care Vieja, Nacho, Care Gallo y Juaco”. Las autoridades identificaron también que la banda criminal dividió Tuluá en ochos zonas, donde manejan el microtráfico, homicidios y extorsiones.

La venta de estupefacientes en Tuluá está a cargo de alias Caregallo y alias Joaco, que tienen toda una red de distribución. “Estos son los realmente responsables de la venta de estupefacientes y tienen dinamizadores (menores de edad). Esto ya está en informes de la Fiscalía General de la Nación”, contó el coronel Giovanni Cristancho, comandante de la Policía del Valle del Cauca.

En cuánto a la extorsión, la Policía informó que la banda criminal cobra desde $500.000 mensuales a los comerciantes para que su negocio no se pierda, quien se niegue a pagar los diferentes montos exigidos se convierte de inmediato en blanco para los sicarios. Es allí donde los jóvenes atacan con granadas los locales como advertencia para los dueños.

La investigación de la Policía estableció que la organización criminal tiene una manera de reclutar a los jóvenes - crédito Colprensa
La investigación de la Policía estableció que la organización criminal tiene una manera de reclutar a los jóvenes - crédito Colprensa

Los sectores más afectados de la ciudad son: La casona, San Francisco, La Galería, La Balastera, La Playita, Bosques de Maracaibo y Villa Liliana.

Así como lo señaló el coronel Cristancho, “todos los sicarios son menores de edad y hay jóvenes entre los 12 y 17 años de edad que tienen un prontuario de más de dos homicidios cada uno”.

La revista Semana dio a conocer el borrador del cartel de sicarios de La Inmaculada, donde se observa los alias de los jóvenes. En la primera línea, figuran alias Pinina, alias Junior, alias Romero o la R, alias Josuelo, alias Rosi, alias el Negro, alias Figueroa o la F, alias Bomero, alias Alejo, alias Tumor, alias Tatuajes, alias Pantera, entre otros.

La Inmaculada

Andrés Felipe Marín Silva, conocido en el ámbito delictivo por su alias Pipe, encabeza la red criminal fundada en el barrio del mismo nombre en Tuluá. Tras la detención y declive de sus predecesores, Marín Silva ha elevado la operatividad del grupo, implicando incluso a menores de edad en las filas delictivas.

Este ascenso criminal ha continuado a pesar de su encarcelamiento en 2015, donde fue condenado por múltiples delitos, incluyendo 39 asesinatos y tráfico de drogas y armas.

La estructura inicial de La Inmaculada se formó bajo el mando de John Estiven Idrobo y Óscar Darío Restrepo, alias Porrón, quienes destacaban por combinar convicciones religiosas con actividades criminales, llegando a colaborar estrechamente con figuras notables del narcotráfico.

Andrés Marín Silva, no obstante, comenzó su carrera delictiva en Quindío, adquiriendo tácticas de extorsión y violencia que posteriormente implementaría en La Inmaculada. Su liderazgo marcó una era de terror en Tuluá, extendiendo sus actividades a cobros de extorsión y vínculos con la política local.

La caída de las figuras líderes previas a Marín Silva resultó en su ascenso al mando, donde profundizó el alcance criminal de la organización, involucrando a jóvenes y extendiendo la influencia del grupo a esferas políticas. Según reportes, el grupo logró infiltrar diversas secretarías en Tuluá, facilitando sus operaciones ilícitas y evadiendo acciones policiales.

La gestión de La Inmaculada trascendió a las barreras penitenciarias, evidenciado por una masacre en la cárcel de Tuluá, y continuó bajo la dirección de Nacho, hermano de Marín Silva, tras su encarcelamiento.