Así luce la tumba de Julio Garavito: uno de los “muertos milagrosos” del cementerio central de Bogotá

Las personas acuden a su lugar de reposo para llevarle flores y, a cambio, pedir favores económicos

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Sus méritos también llevaron a que un equipo bautizara uno de los cráteres en la luna con su nombre - crédito @fabricantedehistorias
Sus méritos también llevaron a que un equipo bautizara uno de los cráteres en la luna con su nombre - crédito @fabricantedehistorias

Previo a terminar el 2023, el creador de contenido bogotano conocido en redes como Juan, Fabricante de Historias visitó la tumba del que, según la creencia popular, es uno de los muertos milagrosos que tienen su lugar de descanso en el cementerio central, de la localidad de Los Mártires.

Se trata de un hombre que “en vida fue astrónomo, matemático, economista, poeta e ingeniero de origen colombiano... de todo. Colaboró con el desarrollo de las ciencias en nuestro país y, si usted no lo sabe, un cráter en la luna lleva su nombre”.

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Sus méritos, alcanzados en las primeras dos décadas del XX, lo llevaron a convertirse en uno de los científicos neogranadinos de mayor relevancia. Hasta donde se sabe, fue el primer colombiano en graduarse como profesor de matemáticas.

“A este señor lo veneran mucho en el cementerio central. Es Julio Garavito, el del billete de 20.000 pesos”, impreso por primera vez el 2 de diciembre de 1996, junto a los de Jorge Eliécer Gaitán (1.000 pesos), José Asunción Silva (5.000 pesos), Policarpa Salavarrieta (10.000 pesos) y Jorge Isaacs (50.000 pesos).

Según el Banco de la República, “el doctor Garavito estuvo vinculado a los asuntos monetarios cuando hacia 1885 se desempeñó como ensayador de la Casa de Moneda, y posteriormente, entre 1909 y 1912 cuando trabajó temas de economía política”.

Creyentes le llevan flores y le piden favores de todo tipo, sobre todo económicos - crédito @fabricantedehistorias / TikTok

En la segunda mitad de la década de los noventas, la entidad le encargar al artista Juan Cárdenas diseñar un billete en el que se reflejaran sus más grandes logros: el observatorio Astronómico de Bogotá, del cual fue director, los accidentes selenitas en la Luna que la Unión Astronómica Internacional bautizó en su honor y varias figuras geométricas que utilizó para realizar sus cálculos.

De ahí que “como es el que sale en el billete de 20 mil, acá en el cementerio le tengan mucha fe. La gente acude en masa, le rezan, le encienden sirios, golpean su tumba y tienen sus rituales específicos”.

E, incluso, hay quienes han dejado inscripciones en marcador sobre su lapida, pidiéndole todo tipo de favores, aunque, más que todo beneficios económicos. En uno de los mensajes, fechado del 9 de octubre se lee: “Julio Garavito, por tus méritos infinitos, te pedimos su pronta libertad y regreso a casa. Siempre juntos. Hasta el final”.

Alrededor de su tumba se ha forjado un mito. En los recorridos por el cementerio es una parada obligatoria y muchos lo referencian como un gran hombre que, tras dejar este mundo, se ha dedicado a escuchar a los vivos.

La del matemático, según Juan, “es una de las tumbas más visitas; ya que, en el bajo mundo, se cree que Garavito hace milagros económicos. Así que, por estos días, puede encontrarse la tumba con una fila robusta”, de personas que acuden al cementerio a pedirle favores.

Bogotá también alberga un cementerio judío, camuflado entre talleres

Con el éxodo de miles de judíos, prácticamente expulsados de Europa, durante y tras la Segunda Guerra Mundial, varias familias hebreas se asentaron en Bogotá.

Sus integrantes comenzaron por establecerse y poner a funcionar sus negocios y, dese entonces, no tardaron mucho en inaugurar su primera sinagoga, un colegio e, incluso, un cementerio exclusivo en el que enterrar a sus muertos.

El cementerio judío en Bogotá que es desconocido por los capitalinos - crédito @kevin.bolanos/TikTok

En 1932, el Concejo aprobó su construcción en los lotes 3 y 4 de la manzana 90, de la urbanización Santa Lucía y la dicha de la comunidad hebrea fu tal que, incluso, los miembros de la comunidad que habían sido enterrados en el cementerio central fueron trasladados al corazón del Barrio Inglés, en donde se alza su camposanto.

“Allí los judíos emigrantes que llegaban a Bogotá compraron un terreno para enterrar a sus muertos”, explicó la Alcaldía.