Una mujer con una enfermedad terminal deseaba algo, su deseo fue concedido

Por Lindsey Bever

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Emily Pomeranz con un batido de Tommy (Cortesía de la familia de Pomeranz / The Washington Post)
Emily Pomeranz con un batido de Tommy (Cortesía de la familia de Pomeranz / The Washington Post)

Desde su cama en Arlington (Virginia), Emily Pomeranz señaló cuáles eran sus dos últimas voluntades: un sombrero de los Indios de Cleveland y un batido de moca de un restaurante de Ohio.

Pomeranz, de 50 años, se estaba muriendo de un cáncer de páncreas y un viejo amigo, Sam Klein, quería hacer realidad sus deseos.

El primero era sencillo. El segundo requería un poco más de ingenio.

Klein escribió en un post en su cuenta de Facebook diciendo que se había puesto en contacto con el restaurante Tommy de Cleveland para preguntarles sobre la opción de envío de batidos a larga distancia.

"Sí, encontraremos la manera de hacer esto", comentó el amigo citando al propietario del restaurante, Tommy Fello.

Al cabo de unos días, según él, el batido de moca había recorrido 600 kilómetros y cruzado varios estados hasta llegar a la cama de Pomeranz.

"Fue una gran sorpresa. Estaba emocionada, lo compartía con su familia y estuvo hablando de ello durante muchos días", comentó el hombre en su post.

"Ella compartió la historia con sus amigos de Cleveland y de DC, lo que provocó la sonrisa de sus seres queridos. Quería un último batido de su restaurante favorito. ¡Y el deseo fue concedido!", recordó él.

Klein dijo a The Washington Post que él y Pomeranz crecieron juntos en Cleveland Heights.

Emily Pomeranz y su amigo Sam Klein (Cortesía de Sam Klein / The Washington Post)
Emily Pomeranz y su amigo Sam Klein (Cortesía de Sam Klein / The Washington Post)

Ambos se habían mudado a Washington, donde Pomeranz, abogada de profesión, trabajaba para el Departamento de Asuntos de Veteranos. Klein, por su parte, supervisaba los cursos de ESL en un distrito escolar de Virginia.

El amigo relató que la fue a visitar a finales de junio y le preguntó si necesitaba alguna cosa.

Cuando mencionó el batido de Tommy, ambos empezaron a recordar su local favorito.

Fello abrió su establecimiento homónimo en 1972, a la edad de 18 años. Cuando recibió el correo electrónico de Klein, sabía que tenía que encontrar una manera para hacer posible la entrega del batido.

Llamó a UPS para averiguar lo que necesitaba hacer, luego congeló la bebida, la envasó y la mandó en un camión de la compañía de envío.

"Incluso habría ido hasta allí si lo hubiese tenido que hacer", declaró el dueño al The Washington Post.

El amigo explicó que, para sorpresa y deleite de Pomeranz, la bebida llegó durante una mañana de junio sobre la hora del desayuno.

"Ella me llamó y me dijo si yo estaba detrás de eso", recordó.

Klein solo había hecho la petición. Fello había hecho el resto.

"Esta historia realmente trata sobre como una persona de buen corazón está haciendo algo positivo por un extraño", remarcó.

Contó que ambos estuvieron un buen rato riéndose sobre como "ese restaurante de la infancia, ese lugar tan nostálgico, le había mandado un batido".

Y esa risa es el recuerdo que Klein guardará en su memoria.

"Emily tenía esa risa marcada", declaró.

Pomeranz murió aproximadamente un mes después, el 28 de julio. Su obituario decía que será recordada por "su risa, su sentimiento de admiración, su persistencia ante la adversidad y su capacidad para conectarse con todos a su alrededor".

Klein envió a Tommy una fotografía donde Pomeranz aparecía sentada en su cama sosteniendo un batido de moca derretido, pero conservando el frío.

Cuando Fello vio "una sonrisa gigantesca en su rostro" se emocionó.

"Mi corazón latía fuera de mi pecho, estaba muy feliz", expresó al tiempo que esperaba que esa bebida le "trasladara a un momento reconfortante" de su etapa en su ciudad natal.

"Estoy muy contento de haber formado parte de eso", manifestó.