Pedro Sánchez, presidente del gobierno de España, afirma que seguirá en el cargo

Reportajes Especiales - News

Compartir
Compartir articulo
infobae

SpainSanchez Perez-Castejon, Pedro (1972- )Ethics and Official MisconductPolitics and GovernmentCorruption (Institutional)Appointments and Executive ChangesSpanish Socialist Workers' PartyGomez, Begona (1974- )Clean Hands (Manos Limpias)

El líder español, un progresista con fama de sobreviviente político, se había planteado dimitir por unas acusaciones de corrupción contra su esposa que, aseguró, son una calumnia.

Pedro Sánchez, el presidente del gobierno español, declaró el lunes que no dimitirá, casi una semana después de plantear públicamente la posibilidad en respuesta a las acusaciones de corrupción contra su esposa que él y otros funcionarios denunciaron como una campaña de desprestigio.

La decisión de Sánchez, quien con su habilidad para la supervivencia política ha sorprendido en varias ocasiones a sus partidarios y frustrado a sus críticos conservadores, es importante para él, para su país y para toda Europa.

La semana pasada, Sánchez generó inquietud y desconcierto, y despertó las esperanzas de la derecha, cuando respondió a una investigación judicial a su esposa con la cancelación de su agenda pública y la publicación de una carta emotiva. Escribió que el acoso contra su familia se había vuelto intolerable y que estaba considerando la posibilidad de dimitir.

Pero el lunes se alejó del precipicio tras días de aparente reflexión fuera de la luz pública. La fiscalía española ya había pedido que se desestimara la denuncia contra su esposa por falta de pruebas.

"He decidido seguir", dijo Sánchez en un desafiante y muy esperado discurso en la escalinata del Palacio de la Moncloa, residencia del presidente del gobierno.

El detonante de la repentina y efímera crisis fue la decisión de un juez de admitir a trámite una querella de Manos Limpias, un grupo conocido por presentar denuncias en los tribunales contra políticos y otros españoles destacados.

El grupo presentó una denuncia en la que acusaba a la esposa de Sánchez, Begoña Gómez, de tráfico de influencias y corrupción, citando como posibles pruebas reportajes de medios digitales que, según se ha reconocido, podrían contener información falsa. El juez ordenó una investigación preliminar sobre la base de esos informes de publicaciones en línea. El gobierno ha negado cualquier acción indebida por parte de Gómez y ha calificado la denuncia de infundada.

Sánchez presentó su periodo de deliberación como una prueba de su humanidad --"he mostrado un sentimiento que, en política, no suele ser admisible"-- y de la fortaleza de su matrimonio.

Sánchez enmaró las acusaciones contra su esposa como parte de lo que llamó una "política de la vergüenza", y pidió a "la sociedad española que volvamos a ser ejemplo, inspiración para un mundo convulso".

"Mostremos al mundo cómo se defiende a la democracia", añadió.

Su decisión de permanecer en el cargo dejó sin resolver las persistentes dudas en España sobre si el periodo de reflexión de Sánchez iba en serio o había sido una jugada política para recabar apoyos y simpatías.

De momento, Sánchez seguirá siendo una de las voces progresistas más fiables de la escena europea en un momento de creciente populismo y nacionalismo.

La oposición conservadora y de derecha de España, que considera a Sánchez como una especie de Aquiles español malhumorado, había descartado durante días su autodenominado periodo de reflexión como una táctica política obvia.

"Ha perdido una gran oportunidad para marcharse", dijo Alberto Núñez Feijóo, el líder del Partido Popular, de centroderecha. Santiago Abascal, líder del partido de extrema derecha Vox, sugirió que las deliberaciones de Sánchez eran una cortina de humo destinada a ocultar "sus mentiras".

Incluso algunos de los aliados de Sánchez parecían poco entusiasmados, lamentando el melodrama. Y Vicente Guilarte, el presidente suplente del Consejo General del Poder Judicial, señalando la ansiedad y el clima poco "propicio" de los últimos días, hizo un llamamiento a la calma.

Sánchez, joven, alto y fotogénico, llegó a la presidencia del gobierno de manera inesperada en junio de 2018 después de que convocara una moción de censura que sacó a un gobierno conservador en medio de un escándalo de corrupción en el Partido Popular.

Formó entonces un gobierno con el apoyo de Unidas Podemos, de izquierda, y de partidos separatistas regionales, que albergan esperanzas de separarse de Madrid. Muy pronto se convirtió en una fuente de esperanza para los liberales desesperados por un abanderado internacional en una temporada de victorias populistas y de la derecha dura en todo el continente.

Durante su gobierno, España ha aprobado leyes progresistas y su economía ha mejorado. Pero el año pasado se ha tornado cada vez más impopular en su país, en donde tiene reputación de dar marcha atrás y de maquinaciones políticas. Entonces convocó elecciones anticipadas.

Sus oponentes conservadores parecían estar encaminados a una victoria. Pero la jugada resultó ser maestra. A pesar de haber obtenido menos votos que el Partido Popular, Sánchez había convocado las elecciones con suficiente antelación para detener la molestia de más partidarios y evitar que sus rivales de centroderecha y el partido de extrema derecha Vox obtuvieran un margen suficientemente amplio como para formar gobierno. En lugar de ello, formó una coalición de gobierno con casi todas las fuerzas políticas restantes, incluidos partidos más pequeños y, en algunos casos, opuestos.

En semanas recientes había superado otros obstáculos internos, como la aprobación de una controvertida ley de amnistía que complació y mantuvo en su bando a los socios de la coalición que apoyaban la independencia de la región norteña de Cataluña. Parecía que Sánchez se estaba asentando para su segundo mandato.

Pero entonces, tras meses de informes periodísticos en gran medida ignorados que afirmaban que su esposa y sus socios se beneficiaban de su relación con el presidente del gobierno, un grupo autodenominado anticorrupción con un historial de perseguir casos improbables presentó una denuncia basada en varios de esos artículos críticos ante un juez español.

El miércoles, un juez accedió a investigar, Sánchez emitió su emotiva respuesta y el panorama de la política española empezó a agitarse.

Manos Limpias, el grupo cuya denuncia inició la crisis, ha dicho que seguirá presionando.

"En esta semana, vamos a aportar más pruebas", dijo el domingo Miguel Bernad, secretario general del grupo.

Bernad, quien se ha convertido en objeto de un intenso debate en España sobre si es un instrumento de la extrema derecha a sabiendas o simplemente es alguien que busca exigir responsabilidades a su gobierno, dijo que su grupo había llevado a cabo una investigación.

Pero también había reconocido en un comunicado anterior que era posible que el juez comprobara que algunas de las supuestas pruebas que su grupo había citado en la denuncia --que se basaba en las "informaciones periodísticas, y solo en las mismas" de los artículos críticos sobre Sánchez-- no fueran "ciertas".

Bernad se presentó a sí mismo y a Manos Limpias como el blanco de una campaña de presión políticamente motivada, diciendo que "los medios están incriminando y lapidando al mensajero".

El lunes, persistieron las especulaciones en España sobre si Sánchez había reflexionado a profundidad o si simplemente había aprovechado el caso contra su esposa para crear una crisis y ganar más influencia política.

Pero según Daniel Innerarity, un destacado estudioso de la democracia, Sánchez había estado reflexionando durante algún tiempo.

Dijo que visitó a Sánchez el 18 de marzo en el Palacio de la Moncloa para una conversación sobre los retos de la democracia, la inteligencia artificial y la política. Sentado entre cuadros de Joan Miró, Sánchez parecía "abatido" y pasó los primeros 30 minutos de su reunión desahogándose sobre lo que él llamaba acusaciones infundadas contra su esposa en algunos medios de comunicación y el sufrimiento personal que, según él, le estaba causando.

El anuncio de Sánchez de que pensaba dimitir sorprendió a muchos en España, pero Innerarity lo describió como algo que se veía venir desde hacía tiempo.

"Era algo en lo que llevaba pensando mucho tiempo", dijo Innerarity. "No fue algo improvisado".

Jason Horowitz es el jefe del buró en Roma; cubre Italia, Grecia y otros sitios del sur de Europa. Más de Jason Horowitz