La dictadura de Nicaragua cierra la embajada en Corea del Sur y se acerca a Corea del Norte

Las relaciones secretas entre sandinistas y el régimen norcoreano se remontan a 1970, en los tiempos de la guerrilla. Ahora se anuncia un nuevo capítulo generando una grave amenaza a la seguridad hemisférica

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Daniel Ortega y su esposa, la vicepresidenta Rosario Murillo (EFE/Rodrigo Sura)
Daniel Ortega y su esposa, la vicepresidenta Rosario Murillo (EFE/Rodrigo Sura)

El régimen de Nicaragua ha cerrado la sede de su embajada en Corea del Sur mientras prioriza la sede diplomática en Pyongyang. El cambio de prioridades en las relaciones exteriores marca el giro más radical desde la ruptura de relaciones con Taiwán y el restablecimiento de relaciones con China en 2021.

Las relaciones secretas entre sandinistas y el régimen norcoreano se remontan a 1970, en los tiempos de la guerrilla. Ahora se anuncia un nuevo capítulo generando una grave amenaza a la seguridad hemisférica.

En 1971 el guerrillero Plutarco Hernández participó en un curso de adiestramiento militar en Corea del Norte. El objetivo: apoyar “la liberación de los pueblos”, es decir establecer el comunismo puro y duro.

Cooperación para la muerte. En los años ochenta la cooperación y asistencia militar de Corea del Norte continuó, aunque de forma modesta, con armas, lanchas de patrullaje y entremetimiento militar.

En abril de 1984, el todopoderoso General Humberto Ortega, viajó hasta Pyongyang para concretar la compra de armamento, mientras Nicaragua moría de hambre. Ojo la miseria siempre fue culpa de “el bloqueo del imperio”.

Un debilitado Daniel Ortega visitó Corea del Norte en septiembre de 1986. El dictador rojinegro conoció al patriarca Kim II Sung, quien le expresó su solidaridad, pero no le extendió lo que Ortega siempre busca: dinero y armas.

En 1990 el sandinismo pierde las elecciones y se instala un gobierno democrático. Cinco años más tarde fue cerrada la embajada de Corea del Norte. Nicaragua dejó de buscar armas y comenzó a buscar empleos e inversiones.

El líder de Corea del Norte, Kim Jong-un (Agencia Central de Noticias de Corea/Servicio de Noticias de Corea via AP/Archivo)
El líder de Corea del Norte, Kim Jong-un (Agencia Central de Noticias de Corea/Servicio de Noticias de Corea via AP/Archivo)

Ortega jugó con China y Corea del Norte

En 2007 los sandinistas volvieron al poder y en 2010 el canciller Kim Hyong Jun visitó Nicaragua. Ortega se mantuvo distante, no quería arriesgar los millones de dólares que recibía de la cooperación internacional.

Al igual que lo hizo con China y su relación con Taiwán, la dictadura de Nicaragua le jugó sombra a Corea del Norte, pero ahora que está aislado y sancionado Ortega busca desesperado su abrazo y cooperación militar.

Ortega y el triángulo del mal

Nicaragua y Corea del Norte tienen mucho en común. Los dos regímenes comparten el culto enfermizo a la personalidad, asesinatos y desaparecidos, odio al imperio y amor por los dólares, partido único y dinastía familiar.

Ante la soledad y el repudio regional, la dictadura Ortega-Murillo ha anunciado el fortalecimiento de relaciones con el triángulo del mal: Irán, Siria y Corea del Norte. Es decir, geopolítica de alto voltaje, sanciones y miseria.

Amenaza a la seguridad hemisférica

Nicaragua fue el único país latinoamericano que participó en los juegos de guerra rusos Vostok 2022 y es la única nación que apoya abiertamente la invasión a Ucrania. Ortega defiende la guerra y a quienes la promueven.

Las acciones de Ortega traerán consecuencias. Nicaragua podría entrar en lista de países que patrocinan el terrorismo debido a la apertura de una embajada permanente en Corea del Norte y el fortalecimiento de la relación con Irán y Siria.

Ortega sigue disfrutando de los millones de dólares y euros del CAFTA y el Acuerdo con la Unión Europea. La política de tolerancia ha enriquecido y empoderado al dictador responsable de crímenes de lesa humanidad.

La presencia de China, Rusia, Irán y Corea del Norte en el traspatio de Estados Unidos es grave. Reagan siempre lo advirtió, no se puede menospreciar la maldad y ambición “del pequeño dictador centroamericano”. Mucho menos en tiempos de guerra.

*El autor es periodista exiliado, ex embajador ante la OEA y ex miembro del Cuerpo de Paz de Noruega (FK).