Arqueólogos aficionados hallaron en Inglaterra un misterioso objeto romano

En un hallazgo que marca un hito en la arqueología romana de Gran Bretaña, aficionados desenterraron un dodecaedro romano, uno de los más grandes conocidos hasta la fecha, el cual llamó la atención de investigadores quienes buscan determinar para que se usaba y cual fue su origen.

Encontrado en Lincolnshire, Inglaterra, este objeto de 12 caras, descubierto junto a cerámica del siglo IV, ha sido datado hace aproximadamente 1.700 años, según informó el Grupo de Historia y Arqueología de Norton Disney. La pieza, que ahora se exhibe en el Museo Lincoln sin costo alguno hasta principios de septiembre.

Este dodecaedro mide unos 8 centímetros (aproximadamente 3 pulgadas) de ancho, está hecha de una aleación de cobre (75%), estaño (7%) y plomo (18%), y resalta por su excepcional estado de conservación.

“Es completamente único”, afirmó Richard Parker, secretario del Grupo de Historia y Arqueología de Norton Disney, destacando el estado impecable de la pieza, lo que sugiere que “debió haber habido una razón muy importante para que se depositara de la forma en que estaba”.

Este misterioso objeto, cuyo propósito específico aún desconcierta a los expertos, se une a los aproximadamente 130 ejemplos similares hallados en todo el dominio romano, siendo el único ejemplo hallado en Midlands, Inglaterra.

La teoría predominante entre los investigadores es que estos artefactos tenían un propósito ritual o religioso. “Los romanos eran muy supersticiosos y generalmente necesitaban señales que les permitieran tomar decisiones en su vida diaria”, explicó Parker, apoyando la hipótesis con el hallazgo cercano de una estatuilla de un dios jinete, lo que sugiere conexiones religiosas en el lugar.

Este enfoque es compartido por otros expertos que, ante la falta de descripciones de los dodecaedros en la literatura romana y su ausencia en representaciones pictóricas o mosaicos, ven en la complejidad y acabado de estos objetos una clara indicación de su importancia más allá de lo utilitario.

Aunque los dodecaedros varían en tamaño, lo que descarta su uso como instrumentos de medida, y no presentan signos de desgaste que indicarían un propósito funcional, su elaboración cuidadosa y la selección de materiales sugiere un valor significativo para los romanos. La ausencia de daño y el detalle en su fabricación, según lo señalado en el informe del Museo Lincoln, subraya la extraordinaria habilidad artesanal detrás de su creación.

El descubrimiento ha renovado interés y debate en la comunidad arqueológica y entre aficionados a la historia romana, quienes esperan que futuras excavaciones proporcionen más pistas sobre el misterioso uso de los dodecaedros. La ubicación exacta de su hallazgo, en un contexto que parece haber sido deliberadamente elegido junto a objetos de cerámica del siglo IV, plantea preguntas significativas sobre las prácticas y creencias romanas en esta región de Inglaterra.

El equipo de Norton Disney tiene planeado volver al sitio en 2024 para continuar con las excavaciones, con la esperanza de desenterrar más información que pueda arrojar luz sobre el propósito y contexto de estos enigmáticos artefactos. Este trabajo futuro, combinado con el análisis del dodecaedro en sí, podría finalmente proporcionar respuestas a uno de los grandes misterios de la arqueología romana en Gran Bretaña.

La organización planea regresar al sitio de excavación a finales de este año para realizar más excavaciones, que se espera que ayuden a establecer el contexto sobre cómo se utilizó el área. Los arqueólogos mantienen su optimismo en que el misterio se resolverá porque este dodecaedro fue encontrado en una zona de excavación arqueológica, mientras que “muchos de los que se encontraron hace 200 o 300 años no tenían contexto sobre el lugar donde fueron encontrados”.

El objeto ocupa ahora un lugar de honor en el Museo Lincoln, donde su exhibición coincide con el Festival de Historia de Lincoln, ofreciendo a los visitantes y a los entusiastas de la historia una oportunidad única de contemplar de cerca una pieza muy valiosa de la antigüedad romana en un estado de conservación casi perfecto.