Huir de su país es más peligroso que nunca antes: documentaron la muerte de 63.0000 migrantes en una década

La agencia de las Naciones Unidas dijo que más de dos tercios de las víctimas siguen sin identificar. IMÁGENES SENSIBLES

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Botas de agua colocadas en el suelo por agentes de policía mientras revisan un bote encontrado a la deriva en el Atlántico con los cadáveres de 15 malienses, el jueves 20 de agosto de 2020, en la isla de Gran Canaria, España.  (AP Foto/Emilio Morenatti, Archivo)
Botas de agua colocadas en el suelo por agentes de policía mientras revisan un bote encontrado a la deriva en el Atlántico con los cadáveres de 15 malienses, el jueves 20 de agosto de 2020, en la isla de Gran Canaria, España. (AP Foto/Emilio Morenatti, Archivo)

Hace más de una década, la muerte de 600 migrantes y refugiados en dos naufragios en el Mediterráneo cerca de las costas italianas conmocionó al mundo y llevó a la agencia de migraciones de Naciones Unidas a empezar a documentar el número de personas fallecidas o desaparecidas cuando viajaban a otros países para escapar del conflicto, la persecución o la pobreza.

Gobiernos de todo el mundo han prometido de forma reiterada salvar las vidas de los migrantes y combatir a los contrabandistas al tiempo que refuerzan sus fronteras. Sin embargo, 10 años más tarde, un reporte publicado el martes por el Proyecto Migrantes Desaparecidos de la Organización Internacional para las Migraciones mostraba que el mundo no es más seguro para la gente que se traslada.

Al contrario, las muertes de migrantes se han disparado.

Desde que comenzaron los registros en 2014, más de 63.000 personas han muerto o están desaparecidas y dadas por muertas, según el Proyecto Migrantes Desaparecidos, y 2023 fue el año más mortal documentado.

“Las cifras son bastante alarmantes”, dijo a The Associated Press Jorge Galindo, vocero del Instituto Mundial de Datos de la OIM. “Vemos que 10 años después, la gente sigue perdiendo la vida buscando una mejor”.

Sobrevivientes de un naufragio duermen en un almacén en el puerto de Kalamata, unos 240 kilómetros (150 millas) al suroeste de Atenas, el 14 de junio de 2023.  (AP Foto/Thanassis Stavrakis, Archivo)
Sobrevivientes de un naufragio duermen en un almacén en el puerto de Kalamata, unos 240 kilómetros (150 millas) al suroeste de Atenas, el 14 de junio de 2023. (AP Foto/Thanassis Stavrakis, Archivo)

Las muertes, señalo el reporte, son “probablemente apenas una fracción de la cifra real de vidas perdidas en todo el mundo” debido a la dificultad de obtener y verificar la información. Por ejemplo, en la ruta del Atlántico de la costa occidental africana a las Islas Canarias españolas se ha reportado la desaparición de barcos enteros, lo que se conoce como “naufragios invisibles”. De forma similar, se cree que innumerables muertes en el desierto del Sahara quedan sin registrar.

Incluso cuando se documentan las muertes, más de dos tercios de las víctimas quedan sin identificar. Eso puede deberse a falta de información y recursos o simplemente a que identificar a migrantes muertos no se considera una prioridad.

Los expertos han descrito el creciente número de migrantes fallecidos no identificados en todo el mundo como una crisis comparable a las víctimas masivas que se producen en tiempos de guerra.

Tras cada muerte anónima hay una familia que enfrenta el “impacto psicológico, social, económico y legal de las desapariciones sin resolver”, un doloroso fenómeno conocido como “pérdida ambigua”, señaló el reporte.

“Los gobiernos tienen que trabajar junto con la sociedad civil para asegurarse de que las familias que quedan atrás, sin saber el paradero de sus seres queridos, puedan tener más acceso a los restos de personas que han muerto”, dijo Galindo.

Montones de chalecos salvavidas utilizados por migrantes y refugiados para cruzar el mar Egeo desde la costa turca se ven amontonados en la isla nororiental griega de Lesbos, el miércoles 16 de diciembre de 2015.  (AP Foto/Santi Palacios, Archivo)
Montones de chalecos salvavidas utilizados por migrantes y refugiados para cruzar el mar Egeo desde la costa turca se ven amontonados en la isla nororiental griega de Lesbos, el miércoles 16 de diciembre de 2015. (AP Foto/Santi Palacios, Archivo)

De las víctimas cuyas nacionalidades conocía la OIM, una de cada tres huyó cuando huía de países en conflicto.

Casi el 60% de los decesos registrados por la OIM en la última década estaban relacionados con el ahogamiento. El mar Mediterráneo es la tumba migrante más grande del mundo, con más de 28.000 muertes registradas en la última década. También se han registrado miles de ahogamientos en la frontera entre México y Estados Unidos, el océano Atlántico, el golfo de Adén y, cada vez más, la bahía de Bengala y el mar de Andamán, donde migrantes rohinya desesperados zarpan en embarcaciones abarrotadas.

“La capacidad de búsqueda y rescate para asistir a los migrantes en el mar debe reforzarse, en línea con el derecho internacional y el principio de humanidad”, indicó el reporte.

Actualmente en el Mediterráneo, “la gran mayoría de la búsqueda y el rescate la hacen organizaciones no gubernamentales”, dijo Galindo.

Cuando comenzó el Proyecto Migrantes Desaparecidos en 2014, la opinión pública europea empatizaba más con la situación de los migrantes y el gobierno italiano había lanzado “Mare Nostrum”, una gran misión de búsqueda y rescate que salvó miles de vidas.

Esta imagen de archivo del 27 de febrero de 2023 muestra parte de los restos de un barco migrante, varados en la playa tras un naufragio la madrugada del domingo 26 de febrero de 2023 a escasa distancia de la costa en Steccato di Cutro, en el extremo sur de Italia, en el que murieron al menos 94 personas.  (AP Foto/Luigi Navarra, Archivo)
Esta imagen de archivo del 27 de febrero de 2023 muestra parte de los restos de un barco migrante, varados en la playa tras un naufragio la madrugada del domingo 26 de febrero de 2023 a escasa distancia de la costa en Steccato di Cutro, en el extremo sur de Italia, en el que murieron al menos 94 personas. (AP Foto/Luigi Navarra, Archivo)

Pero la solidaridad no duró y las misiones europeas de búsqueda y rescate se fueron reduciendo de forma progresiva ante el temor de que animaran a los contrabandistas a enviar aún más gente en barcos más endebles y letales. Ahí fue donde intervinieron las ONG.

Su ayuda no ha sido siempre bien recibida. En Italia y Grecia han encontrado cada vez más trabas legales y burocráticas.

Tras la crisis migratoria de 2015-2016, la Unión Europea comenzó a externalizar el control de fronteras y los rescates marítimos a países norteafricanos para “salvar vidas” al tiempo que se impedía que los migrantes alcanzaran las costas europeas.

Los controversiales acuerdos han sido criticados por activistas de derechos humanos, en especial el de Libia. Guardacostas libios con instrucción y financiamiento de la UE han sido vinculados con traficantes de personas que explotan a los migrantes que son interceptados y llevados a precarios centros de detención. Un grupo de expertos respaldado por la ONU ha concluido que los abusos cometidos contra los migrantes en el Mediterráneo y Libia podrían suponer crímenes contra la humanidad.

Pese al auge de los muros fronterizos y la vigilancia redoblada en todo el mundo, los contrabandistas siempre parecen encontrar alternativas rentables, que llevan a los migrantes a rutas cada vez más largas y más peligrosas.

Migrantes sentados en la cubierta del barco de la Marina belga Godetia después de ser rescatados en el mar durante una misión de búsqueda y rescate en el Mediterráneo cerca de la costa libia, el 24 de junio de 2015. (AP Foto/Gregorio Borgia, Archivo)
Migrantes sentados en la cubierta del barco de la Marina belga Godetia después de ser rescatados en el mar durante una misión de búsqueda y rescate en el Mediterráneo cerca de la costa libia, el 24 de junio de 2015. (AP Foto/Gregorio Borgia, Archivo)

“Hay una ausencia de opciones seguras de migración” dijo Galindo. “Y esto tiene que cambiar”.

(con información de AP)