Gerardo Pisarello, argentino y vicealcalde de Barcelona: "En Europa hay una regresión a la década del 30"

Tucumano de nacimiento, llegó hasta lo más alto de la política catalana de la mano del activismo social y el municipalismo. En su paso por Argentina, habló con Infobae sobre el preocupante crecimiento de los nacionalismos y su vida como inmigrante en España

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Gerardo Pisarello es el vicealcalde de la ciudad de Barcelona. Este tucumano de nacimiento, formado en la universidad pública argentina, emigró en 2001 a España y, luego de varios años de docente, se radicó en Cataluña empezando a militar en política. Hijo de un dirigente radical desaparecido en su provincia natal durante la última dictadura, ocupa un alto cargo de gestión que, según él mismo dice, "demuestra el rasgo cosmopolita de Barceloa en un tiempo de tanto sectarismo europeo y de recrudecimiento de las derechas más xenófobas".

En una charla con Infobae, recorrió su historia, contó de su admiración por el pueblo y la geografía catalana, analizó el movimiento de secesión de la corona española y habló de la crisis de representación de las democracias representativas. Aquí, la charla con él.

infobae

—¿Debo presentarte con el rigor protocolar de decir sos el vicealcalde de Barcelona o te digo el argentino que alguna vez soñó con emigrar y hoy está en ese puesto?
—Bueno, un poco las dos cosas.

—Está muy bien. Bueno, contame, naciste en Tucumán.
—Nací, crecí y estudié en Tucumán, y un día me fui a hacer mi doctorado en Derecho en Madrid, estuve unos años viviendo ahí y luego por esas casualidades de la vida me contrataron como profesor en la Universidad de Barcelona, donde era profesor pero también acompañaba a movimientos sociales que trabajaban temas sobre todo de derecho de la vivienda, y un día, en 2015, después de un momento de fuerte crisis de la representación política en España y de revoluciones en la calle, pues decidimos presentarnos a las elecciones e increíblemente ganamos, y eso provocó que Barcelona tenga hoy por primera vez una intendenta mujer, que no había pasado nunca en su historia, y un viceintendente digamos, argentino, lo cual también se explica por el tipo de ciudad que es Barcelona.

—Alcaldesa que acabas de suplir por razones de maternidad, ¿no es cierto?
—Sí, sí, y cada vez que ella hace viajes internacionales me toca estar en la primera línea de la trinchera así que es un trabajo muy intenso pero un gran privilegio tratándose de una ciudad tan especial como Barcelona.

—Pensando en tu apellido es por seguro que hay padre, abuelo o bisabuelo inmigrante.
—Sí. Italianos por un lado, genoveses que pasaron por Gibraltar hasta llegar a Corrientes. Y por parte materna los dos abuelos maternos granadinos. O sea que hay una mezcla ítalo andaluza ahí y ahora bueno, medio catalán por adopción porque mis hijos nacieron en Barcelona.

—Claro.
—Así que un poco también es mi ciudad adoptiva.

—Para los que somos hijos o nietos de inmigrantes es muy potente esa situación del desarraigo, el dejar tu tierra e instalarte en otro lugar.
—Bueno, la verdad que sí, pero a la vez me cuesta mucho pensar haber llegado a donde llegué ahora si no fuera también por todo lo que recibí de la Argentina, ¿no? Y creo que uno de los puntos más fuertes que tiene Argentina es ser una tierra de acogida, una tierra de mestizaje, en la que ha venido gente de orígenes tan diversos. Eso hace que Argentina y muchas de sus ciudades sean muy fuertes y es lo que hace que Barcelona sea tan atractiva. Barcelona es una ciudad enormemente cosmopolita, una ciudad abierta al mundo, una ciudad donde se hablan decenas de lenguas, no solamente el catalán y el castellano sino decenas de lenguas, donde hay gente de todos los orígenes. Y en este momento eso significa mucho en Europa porque estamos viviendo una Europa donde el fantasma de la xenofobia, del racismo, en una escala muy preocupante está creciendo en Europa y en ese sentido nosotros vemos a Barcelona como un bastión de la diversidad, de la convivencia plural, y a mí eso me parece fascinante. A mí me encanta que mis hijos hayan nacido ahí por eso. Y la verdad es que siempre me he sentido muy bien, muy bien tratado por la ciudad.

—¿Cuán preocupante es para vos un fenómeno como el Brexit o la aparición de partidos tan conservadores en la misma España, en Italia?
—Muy preocupante, Luis, la verdad que muy preocupante. Es una cosa que no se puede subestimar, porque a veces uno tiene la impresión de que hay una suerte de regresión a escenarios de los años 30 del siglo pasado que se vieron en Europa. Cuando uno ve el gobierno de Orbán en Hungría, cuando uno ve lo que está pasando con Alternativa para Alemania en Alemania, Salvini en Italia, incluso en el caso español digamos, ahora que el Partido Popular ha salido del gobierno los nuevos secretarios generales del Partido Popular, el nuevo secretario general, está haciendo un discurso sobre todo utilizando la migración como excusa, un discurso enormemente peligroso.
Yo creo que eso tiene que ver también con la crisis económica pero es una salida tramposa, porque es poner el foco sobre los más débiles, sobre los más vulnerables. Pero yo también confío en que las ciudades, en general españolas y en el caso de Cataluña, también Barcelona, la xenofobia no ha penetrado hasta ahora. Y yo creo que va a ser muy difícil efectivamente que lo haga primero porque objetivamente no hay tanta migración y porque hay un tejido social lo suficientemente robusto como para que eso no pase. Pero la situación es preocupante en Europa para mí.

Pisarello junto a Ada Colau, alcalde de Barcelona (Foto: EFE)
Pisarello junto a Ada Colau, alcalde de Barcelona (Foto: EFE)

—¿Qué cantidad de argentinos residen en Barcelona?
—Bueno, es que no lo sé, nunca sé bien cuál es esa cifra exacta porque la principal comunidad inmigrante en Barcelona es italiana, pero hay varios argentinos camuflados, ¿no? La comunidad ítaloargentina. Pero si no me equivoco me parece que son como unos 70.000 aproximadamente.

—Contale a quien te está viendo que tal vez sueña recorrer el camino inverso de sus abuelos, más ahora que como siempre estamos en una crisis, cómo es esa experiencia.
—Bueno, yo he visto llegar mucha gente de Argentina a Barcelona en estos últimos años. Y esto no lo digo abiertamente en Barcelona por una especie de discreción por mi cargo, pero me siento muy orgulloso de la gente argentina que conozco y la que pasa por ahí porque normalmente es gente muy preparada, o gente con una gran iniciativa personal, gente que es muy creativa. Nosotros en nuestro propio gobierno tenemos gente, chicos y chicas argentinas, trabajando en temas de seguridad. Hay gente muy buena. La verdad que es un país que a pesar de todas las dificultades y a pesar de toda su historia, sigue generando gente de una gran iniciativa personal y una gran creatividad.

—¿Hay espacio para el inmigrante? Obviamente regularizado, con los papeles del caso. ¿O este fenómeno que vos mencionabas, el cierre de fronteras, la desconfianza hacia los inmigrantes influye?
—Bueno, es difícil porque hay una situación de precariedad enorme. Ahora por ejemplo en España se recuperó cierto crecimiento económico, eso ha hecho que baje relativamente el desempleo, pero el tipo de ocupación que se está generando es una ocupación muy precaria. Que eso afecta sobre todo a la gente más joven, a los mayores de 45 años. Eso es preocupante. Y después tenemos un problema durísimo para cualquier persona que quiere irse a vivir allá que es la cuestión de la vivienda, hay una burbuja. Nosotros llegamos al gobierno porque eramos una plataforma ciudadana que estaba muy vinculada a los reclamos en materia de vivienda. Y hoy estamos preocupadísimos porque ese problema es grave. En Barcelona un departamento de 72m2 el alquiler que se paga son unos 27.000 pesos por mes. Quiero decir, eso no está al alcance de muchísima gente. Y por lo tanto los gobiernos municipales que somos los que estamos en la primera línea, en la frontera de atención a la ciudadanía, aunque a veces no tenemos ni las competencias ni los recursos tenemos que dejarnos la piel para intentar dar una respuesta a eso.
Por lo tanto es una sociedad de acogida, Barcelona es una sociedad plena de posibilidades, una sociedad tolerante, una sociedad abierta, pero la situación económica es la que es. Por lo tanto cuando uno viaja no hay que pensar que viaja al paraíso sino que viaja a una ciudad que ya digo, es fantástica pero donde también hay problemas de desigualdad, de precariedad, que son preocupantes.

—Contanos cómo es el hoy post fenómeno de secesión y demás que tanta polémica generó respecto de Cataluña.
—Bueno, la verdad es que sí, tuvimos un año 2017 bastante, bastante duro. Yo creo que en general la cuestión es que ahí hay un conflicto de fondo y es que España es un país de una composición muy plural, un país de países. Ahí está el País Vasco, está Galicia, está Cataluña, con lenguas propia. Andalucía con su propia especificidad. Y en los últimos tiempos España no ha sabido respetar esa diversidad y esa pluralidad, darle un estatuto jurídico. Y eso ha generado muchos reclamos. En Cataluña se generó un movimiento muy fuerte pidiendo más autogobierno ante lo que se entendía como maltrato de la lengua propia, de la cultura propia, también desde el punto de vista económico.
A mí me parece que ahí había una demanda democrática a la que se tendría que haber dado una respuesta política también democrática, por ejemplo a través de un referéndum, a través de una consulta en la que la gente pueda decidir, y desgraciadamente el gobierno del Partido Popular decidió actuar de manera muy autoritaria, judicializando el conflicto, y eso ha dejado muchas heridas en la sociedad catalana. Ha dejado muchas heridas. Ahora mismo hay gente por ejemplo que está en la prisión, algunos de ellos son adversarios políticos míos, independentistas con los que yo no comparto muchas cosas, pero están en prisión de manera totalmente arbitraria. Entonces eso deja muchas heridas y a mí me parece que en la Europa de hoy solamente se puede resolver de manera democrática y buscar una forma de convivencia que reconozca ese tipo de pluralidad.

—¿Tu agrupación piensa en una Cataluña independiente?
—Bueno, nosotros la verdad que somos uno de los pocos espacios políticos ahora que somos transversales, es decir donde hay gente que es independentista, gente que no es independentista, la mayoría de la gente que está en nuestro espacio político no es independentista, y nosotros creemos que es posible un proyecto conjunto, colectivo, entre los diferentes pueblos de España, entre sus diferentes gentes, donde se respete la diversidad, pero defendemos que eso solamente se puede hacer a partir de la libre decisión. Eso no se puede imponer, eso tiene que ser libremente decidido. Y por eso creemos que un referéndum por ejemplo sería una buena salida para eso ¿no?

—¿Cuánto costó aprender catalán?
—Bueno, mi mujer es catalana.

—Ah bueno, una pedagogía privilegiada.
—Sí, sí. Mis hijos me han ido educando también en catalán, paradójicamente, porque yo siendo profesor ya había aprendido el idioma y les enseñaba el catalán cuando eran chicos y ahora que están creciendo son ellos los que me van aportando cosas, me corrigen. Pero bueno, es una lengua preciosa, una lengua latina que se parece mucho al italiano, al francés. Es decir que si uno conoce las lenguas latinas es muy fácil aprenderlo. Y la verdad que te abre todo un mundo porque no es lo mismo cuando uno va a comprar el pan o cuando va al mercado hablar el idioma del interlocutor o de la interlocutora, te abre todo un mundo. Y además es un puente de ciudadanía, yo no sé si yo hubiera podido ser vicealcalde en una ciudad que no fuera Barcelona. Y en el caso de Barcelona el conocimiento de la lengua también fue un puente de ciudadanía, el hecho de hablar el castellano pero conocer el catalán fue muy importante porque la política en Barcelona se hace fundamentalmente en catalán. No exclusivamente, uno puede hablar castellano sin problemas, pero el catalán es importante.

—En el hotel cuando llegás, el nombre está claro, ¿nacionalidad qué ponés?
—Bueno, ahora tenía el nuevo pasaporte argentino y entonces cuando llegué, no venía hace 5 años y había renovado el pasaporte. Y bueno, instintivamente me sale presentar el pasaporte argentino.

—Presentás el argentino.
—Sí, sí, sí.

—Y el valor del hecho de ser argentino, o nativo argentino, y ser el vicealcalde, ¿es un plus o tuviste que revalidar algún título en particular, un doble examen para la política?
—Bueno, depende. Yo ya digo, siempre me he sentido bastante bien tratado y creo que hay una parte importante de la sociedad barcelonesa sobre todo que vive con orgullo éste tipo de cosas. Que le gusta, lo que decíamos antes, en un momento como el actual tener por primera vez una alcaldesa que es mujer, de origen modesto, que además es una mujer feminista porque Ada Colau, que es la alcaldesa de la ciudad, es una mujer de fuertes convicciones feministas. Y también le gusta a la ciudad poder explicase al mundo como una ciudad que por ejemplo ha permitido que una persona de origen argentino sea vicealcalde de la ciudad.
Evidentemente cuando hay discrepancias políticas, igual que si uno tiene discrepancias políticas con una persona que es rubia es porque todos los rubios son…

—Claro.
—A veces, a veces en las redes sociales vienen y entonces "por ser argentino". Y últimamente, diría que últimamente en este contexto que te explicaba de crecimiento de la xenofobia uno ve que ese movimiento hacia el conservadurismo y hacia la derecha extrema que se está viviendo en Europa comienza a verse ciertas actitudes que son preocupantes.

Manifestantes independentistas protestan a comienzo de año en Barcelona (Foto: Reuters)
Manifestantes independentistas protestan a comienzo de año en Barcelona (Foto: Reuters)

—Vos recién hablabas de la alcaldesa feminista, en estos días se pronunció por la legalización del aborto. Yo sostengo que el movimiento de mujeres, el feminismo, se ha transformado en uno de los últimos movimientos verdaderamente transformadores.
—Absolutamente de acuerdo, lo comparto en un ciento por ciento. O sea, así como decía que en Europa hay elementos preocupantes, la xenofobia, el racismo, el crecimiento de las desigualdades, hay cosas muy esperanzadoras y una de esas cosas muy esperanzadoras es la fuerza del movimiento feminista, ¿no? Y como eso primero nos está reeducando a todos, nos está reeducando sobre todo a los hombres, es una cosa que se dice mucho ahora pero yo tengo una hija de 10 años y con 10 años, digamos, la manera en que está implicada en lo que está pasando, cómo se siente naturalmente conectada con las reivindicaciones de las mujeres, me parece una cosa fantástica. Yo nací en Tucumán y vi lo que suponía para la generación de mi madre tener que crecer en contextos enormemente conservadores y uno ve la potencia del movimiento feminista, de lo que piden las mujeres, que cambia la forma de concebir el trabajo, qué significa trabajar, revalorizar trabajos que habían sido invisibilizados. Y que creo que nos hace mejores a todos, porque es verdad que para los hombres significa cuestionarnos muchos privilegios que teníamos, pero creo que ese movimiento feminista nos libera también de muchas cosas que teníamos ahí adentro. Y por lo tanto me parece una excelente noticia porque es un movimiento global. Es decir, cuando asumió Trump, por ejemplo, y comenzó a decir barbaridades lo primero que pasó fue la marcha de mujeres que se plantó allí en Washington para decirle aquí hay cosas que no se van a poder hacer y están como en primera línea. Y lo mismo pasa por ejemplo en Barcelona o en Madrid ahora frente a estas sentencias terribles que hemos tenido sobre los casos estos de La Manada, casos de violaciones de chicas, que muestran que por ejemplo en el Poder Judicial hay un trabajo enorme para hacer.

—Y por eso la reacción del conservadurismo, porque cuando empiezan los denuestos hacia el feminismo diciendo es porque de verdad está transformando, si no no se lo atacaría de esta manera, ¿no?
—Sí, exacto, exacto. Y yo creo que transforma en muchos ámbitos, cuestiona la forma de funcionamiento de la Justicia, el funcionamiento de la educación, el tipo de democracia que tenemos. Yo ya digo, una de las cosas de la que más orgulloso estoy es formar parte de un gobierno, que lo digo abiertamente porque se define así, que es un gobierno de claras convicciones feministas, es un gobierno integrado mayoritariamente por mujeres en el que quienes estamos con cargos importantes de responsabilidad hemos aprendido mucho. Y yo veo que ese impulso transformador como digo es Justicia, es educación, son las instituciones, es el mundo del trabajo. Y lo que me gusta del municipalismo, porque creo que el ámbito local es el ámbito natural del feminismo, porque el feminismo también apunta a formas de hacer política que sean más cooperativas, que sean más comunitarias, que valoren la proximidad. Y por eso también soy un municipalista convencido.

—¿Y a qué aspiras políticamente hablando?
—No, ya digo, soy un enamorado del municipalismo, no me hubiera imaginado en mi vida llegar a ser vicealcalde de Barcelona. Siempre voy a ser una persona politizada, tengo una marca familiar, soy hijo de un abogado asesinado durante la dictadura militar, siempre he estado involucrado en cosas, me parece que tenemos el deber. Además yo tengo el privilegio de ser universitario, he podido hacer mi doctorado en España gracias a lo que me ha dado la universidad pública y la educación pública y eso tengo que devolverlo, donde sea, en Barcelona, en Madrid, en Argentina. Y por lo tanto soy una persona que siempre va a estar vinculada a la política. Pero no necesariamente veo que eso tenga que ser desde las instituciones. Nosotros todos los cambios que hemos podido hacer en Barcelona ha sido porque ha habido detrás una ciudadanía organizada, exigente, vigilante, que sabe que los derechos se conquistan si la ciudadanía los hacen suyos.

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