Valerie Steele: “Los buenos diseñadores no copian a las subculturas”

La historiadora estadounidense de la moda dialogó con Infobae Cultura en el marco de la presentación de su primer libro en español: “Fashion Theory. Hacia una teoría cultural de la moda”. Una charla sobre prejuicios, colores, diseñadores y controversias, entre otros temas

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Valerie Steele recorrió los temás más interesantes de “Fashion Theory. Hacia una teoría cultural de la moda”
Valerie Steele recorrió los temás más interesantes de “Fashion Theory. Hacia una teoría cultural de la moda”

Doctora en historia por la Universidad de Yale, fetichista desde la Academia y precursora en abordar los Estudios de Moda, los libros de Valerie Steele denotan un trabajo minucioso que combinan citas eruditas, cruces interdisciplinarios, una mirada crítica sobre el funcionamiento del sistema de la moda y por sobre todas las cosas un abordaje humanista.

Lejos de los imperativos de las tendencias, detiene su mirada y su prosa en un abordaje vinculado con la sexualidad y con el cuerpo. Es la directora del Museo del FIT- Fashion Institute of Technology de Nueva York y autora de más de veinte libros. Entre ellos Women of Fashion, China Chic, The Corset: A Cultural History, Gothic, Dark Glamour, Queer History of Fashion: From the Closet to the Catwalk y Diseñadores de A la Z.

Valerie Steele estuvo en Buenos Aires, para el lanzamiento de Fashion Theory. Hacia una teoría cultural de la moda, el libro de Ediciones Ampersand que en el contexto de la colección Estudios de Moda -dirigido por el historiador del arte Marcelo Marino- reúne sus textos traducidos por primera vez al español.

“Fashion Theory. Hacia una teoría cultural de la moda” (Ediciones Ampersand), de Valerie Steele
“Fashion Theory. Hacia una teoría cultural de la moda” (Ediciones Ampersand), de Valerie Steele

Con 300 páginas que incluyen fotografías en papel ilustración, una portada ataviada con un vestido de Alexander Mc Queen circa 2009 y quince capítulos a través de los cuales indaga en la relación de los profesores con la indumentaria y los prejuicios para con la moda, una historia de los diseñadores de moda-de Worth a Yves Saint Laurent-, un ensayo sobre Coco Chanel, y las controversias en torno al uso del corsé.

Hace lugar además a las parisinas como emblemas de la moda, indaga en la moda representada en Nana, de Manet, suma cavilaciones sobre los museos de moda y el auge de la exposiciones y ahonda en la ruta del fetichismo. El dandismo y la prédicas de moda de Baudelaire emergen en el capítulo El príncipe negro de la vestimenta, donde advierte que el poeta diseñaba sus propias trajes y luego los realizaba un sastre: "Controlaba los pliegues y cuando alguno le gustaba mucho, pedía una docena de trajes iguales".

“Nana”, de Edouard Manet
“Nana”, de Edouard Manet

¿Cuáles son sus premisas para dirigir el FIT Museum, el museo de la moda enclavado en la Séptima avenida neoyorquina y vinculado con la educación?

-El museo del FIT está dedicado a la moda en el campus de una universidad pero no funciona solamente con ropa de y para los estudiantes. Tiene una colección permanente de 50.000 prendas desde el siglo dieciocho a la actualidad y un promedio de cinco exhibiciones al año. Cuando empecé a trabajar allí en 1997 curaba todas las muestras, pero con el transcurso del tiempo se armó un equipo maravilloso, ahora hago una exhibición anual y mis colaboradores desarrollan las restantes. Mucho de los temas que investigo tienen que ver con el cuerpo, la sexualidad y el género y son temáticas a las que vuelvo una y otra vez; hice varias exhibiciones sobre el Corset , los zapatos altos , el glamour del negro, la moda Queer. Este año hice una muestra sobre el color rosa en la moda y trescientos años de su uso, se llama Pink: The History of a Punk, Pretty, Powerful Color. En la investigación previa leí todos los libros que pude encontrar sobre la temática y de algún modo fue inspirada por las teorías del color del historiador Michel Pastoreau en Breve historia de los colores. La primera sala trata del rosa como color de las niñas y la belleza que dominan la cultura europea y norteamericana; en la segunda sala, indaga sobre el momento en el que en el siglo dieciocho la moda adoptó el rosa tanto para el hombre como para la mujer, devino un tono poderoso y un color de protesta. También analicé el rosa Shocking que la diseñadora Elsa Schiaparelli en Shocking Life, su libro de memorias publicado en 1930. "El rosa que brillaba en frente en mis ojos, se me presentó como si llegara desde la China o Perú". En la edición inglesa del libro Schiaparelli contó que sus colegas de la moda le dijeron: "no podés usar ese color, es el que usan los negros". Y ella respondió: "Es que ellos tienen mucho estilo". África tuvo tanto impacto en la cultura musical occidental, fue un color asociado con el rock, y el hip hop los hombres lo adoptaron. Schiaparelli se refirió a las connotaciones sexuales del rosa, ya en el sombrero zapato alto diseñado con Salvador Dalí como en los labios rosas en los bolsillos de una chaqueta, hablaba de partes rosas cual si fueran los genitales.

-¿Hay diferencias en el proceso de representación de la moda en sus libros en relación a las muestras?

-Me encantaría trabajar en un museo importante para poder incluir pinturas de la colección en las muestras, para la muestra sobre el rosa me ofrecieron piezas de porcelana de Cindy Sherman, pero como el museo está situado junto a una estación de metro, siempre hay un movimiento cuando pasa el subterráneo y la compañía aseguradora de la obra consideró que las piezas podrían romperse y tuvimos que prescindir de ello. Los videos como soporte visual complementan mucho.

Steele en Buenos Aires
Steele en Buenos Aires

¿En ambos relatos aplica las premisas de cómo leer un vestido que Jules Prown le enseñó en la Universidad de Yale?

-Fui afortunada al poder tomar clases con Jules Prown en Yale, él lo aplicaba a platería y a muebles, luego lo trasladó a la vestimenta. Me enseñó que el primer paso consistía en hacer una descripción objetiva de la prenda y medirla. Yo había escuchado que los corsés median entre treinta y cincuenta pulgadas pero al medirlos entendí que no medían menos de 80 pulgadas. Aprendí también que hay que observar las prendas desde distintos enfoques y luego hay que formular una hipótesis y buscar evidencias para sostenerla, pero siempre centrándose en el tiempo en que las prendas fueron usadas, jamás en la actualidad. Otro de mis profesores decía que un obra de arte refleja un fragmento de la historia y hay que analizarlo como tal.

-Entre sus rescates de fuentes eruditas y diarios de diversas épocas, me llamó la atención el texto de 1712 que Richard Steele publicó en el diario The Spectator acerca de un hipotético museo de ropas: "Se ha propuesto la construcción de un repositorio para las modas, con estantes llenos de cajas, tal como se llenan de libros los estantes de una biblioteca. Las cajas tendrán puertas plegadizas que al abrirse permitirán contemplar un bebé ataviado con alguna moda floreciente años atrás y donde se consignará la fecha de reinado de esa moda. Y a fin de que todo esto se preserve con el debido cuidado será preciso designar un custodio, que debe ser un caballero dotado de un saber competente en materia de vestimenta, el lugar ofrecerá un sustento confortable para algún petimetre que haya dilapidado su patrimonio en aras de su guardarropa". 

-Considero que el texto fue visionario, se refiere a dos hombres que van hablando por las calles de Londres, mirando negocios de ropa y las compararon con libros. Hubo que esperar muchos años para que los museos empezaran a colección moda, el primero fue el Victoria &Albert Museum de Londres con ropas del siglo XVIII y XIX y también un énfasis en la ropa de personajes importantes, de un zapato de María Antonieta a un sombrero de Napoleón. Luego los museos empezaron a coleccionar ropas contemporáneas, hubo muchos prejuicios, se consideró que se anteponían con lo sagrado que debía mostrar un museo. Las primeras colecciones fueron urdidas por mujeres, que comenzaron a coleccionar prendas, tal fue el caso del Costume Institute. En París llevó setenta años empezar un museo de la moda y no se lo dispuso en la capital sino en la periferia.

Atribuido a Henry Kingsbury, “A Man Millener”, grabado, 1787 (The Lewis Walpole Library, Universidad de Yale.)
Atribuido a Henry Kingsbury, “A Man Millener”, grabado, 1787 (The Lewis Walpole Library, Universidad de Yale.)

En el capítulo referido a "la calidad de Museo y el auge de las exposiciones de moda" rescató la figura de Diana Vreeland en su faceta de curadora y sus afirmaciones, como "al público no le interesa la exactitud, el público quiere espectáculo". O bien: "No quiero que me eduquen, quiero que me ahoguen en belleza" como justificación ante la falta de piezas originales o sus arbitrariedades.

Diana Vreeland era editora de modas en Vogue y Bazaar pero no sabía nada de historia de la moda, sin embargo ella modernizó las muestras, mezcló estilos, replicó las ropas que no encontraba y le quitó a las exposiciones de moda esa atmósfera de ropa polvorienta detrás de un vidrio. Cuando tomó la curaduría del Metropolitan Museum cambió el modo de presentar las vestimentas. Las veces que visité sus muestras me emocioné pero sentí algo muy contradictorio. Cuando hice la muestra Femme fatale tomé la Belle Epoque como tema de representación y me propuse diferenciarlo de la muestra de Vreeland. Quise argumentar en contra de como ella había reflejado el período porque su visión era muy simple y lineal. En cambio preferí hablar de las cortesanas y las nuevas figuras y categorías estéticas que surgieron indagando en la decadencia y no con una mirada a lo Disneyland.

Butch Chanel, festival Wigstock, Nueva York, 1992 (Michael James O’Brien)
Butch Chanel, festival Wigstock, Nueva York, 1992 (Michael James O’Brien)

El fetichismo irrumpe como una seña particular en sus investigaciones: del paso de representaciones en la revista High Heels y las cartas de lectores de 1940 a la apropiación el cuero desde Vivienne Westwood y su tienda Sex , pasando por la estética de Helmut Newton, las ropas de Alaïa y las portadas de las revistas del mainstream. ¿La industria de la moda fagocita las ideas y los gestos que surgen en el underground?

La industria de la moda es como una aspiradora gigante que traga todo el imaginario y las buenas ideas del mundo. La gente que crea desde subculturas a la larga es copiada por la moda. Para mi libro sobre fetichismo entrevisté a varias personas y les pregunté qué pensaban acerca de los corsés de Versace. Ellos respondieron que los odiaban porque ya no se podía saber si era algo sexy o bien una declaración en relación a la moda. Me fascina lo poco que cambio el imaginario fetichista. Vi prendas del siglo diecinueve, botas y otros fetiches que fueron copiados en 1970 por pequeños fabricantes y para encargos a medida. Considero que los buenos diseñadores no copian a las subculturas. Un diseñador como Alexander Mc Queen no copió, por el contrario, él miraba las mismas cosa que los góticos, de películas de vampiros a literatura y todo lo rodeado a lo gótico. El diseñador Rick Owens fue gótico en su adolescencia, había vivido ese periodo de decadencia en Los Angeles.

Postal publicitaria del corsé Globe, de la marca Cooley’s Corsets, 1870-1900(Boston Public Library)
Postal publicitaria del corsé Globe, de la marca Cooley’s Corsets, 1870-1900(Boston Public Library)

¿Las ilustraciones de las hermanas Colin para las revistas del siglo diecinueve se pueden considerar los primeros editoriales o producciones de moda?

-Descubrí una familia donde los padres eran artistas y las numerosas hijas ilustraron sobre moda para las publicaciones de la época al punto que Cezanne y Manet abrevaron en sus ilustraciones como fuentes para sus cuadros. El hijo de una de ellos devino en fundador de la Sociedad Histórica del Traje y conserva muchas ilustraciones de su madre y de sus tías.

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