El día que una delicada operación estadounidense rescató 19 kilos de uranio de Chile y esquivó un desastre nuclear

En medio del caos por el terremoto del 27 de febrero de 2010, un compleja traslado se llevó a cabo en la máxima de las reservas

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El uranio esta en desuso y se encontraba almacenado en una base militar en Santiago.
El uranio esta en desuso y se encontraba almacenado en una base militar en Santiago.

(Desde Santiago, Chile) A fines de febrero de 2010, mientras Chile era arrasado por un terremoto 8,8 en la escala de Richter, un grupo de funcionarios del gobierno estadounidense llevó a cabo una operación ultra secreta para sacar del país 18 kilos de uranio, peligroso elemento radioactivo utilizado nada menos que para fabricar bombas atómicas.

Los hechos de esta increíble historia comenzaron a desarrollarse la noche del 26 de febrero de 2010, cuando el subadministrador adjunto de la Administración Nacional de Seguridad Nuclear de Estados Unidos (NNSA), Andrew Bieniawski, comía en un hotel de Santiago junto al entonces embajador de ese país, según consigna una nota de BíoBío.

Su misión era recorrer los países que poseían reservas de uranio enriquecido, y convencer a sus gobiernos de enviarlo a Estados Unidos, cosa de impedir que cayera en manos de terroristas.

Bieniawski ya había acordado con el gobierno chileno llevar a cabo esta operación precisamente los últimos días de febrero. Sin embargo, el terremoto que sacudió al país al día siguiente dio por tierra con sus planes, al quedar incomunicado y sin poder saber qué había ocurrido con la carga radioactiva que venía a rescatar, almacenada en la base militar Lo Aguirre en Santiago.

Por suerte, doce horas antes del terremoto, ingenieros de la NNSA habían supervisado la instalación de 680 kilos de limitadores de impacto sobre el uranio que se trasladaría, para protegerlo de la fuerza de una explosión, dejándolo en un barril hermético. Nunca imaginaron que esa acción terminaría protegiendo el material del terremoto más grande que se había vivido en los últimos 50 años.

Lo que vino después fue cinematográfico. La idea era trasladar el cargamento al puerto de San Antonio para sacarlo del país, sin embargo, este estaba destruido por un tsunami. Eso llevó a que Bieniawski, su equipo, un contratista marítimo estadounidense y funcionarios chilenos planificaran una nueva ruta de escape para el uranio, todo en medio de las constantes réplicas que seguían sacudiendo la tierra.

Las conversaciones llevaron a idear un plan que comenzaría el 2 de marzo, cuando las comunicaciones estaban, en parte, restablecidas, pero Chile seguía en el caos post terremoto.

Finalmente fue cargado en dos buques que zarparon desde Valparaíso.
Finalmente fue cargado en dos buques que zarparon desde Valparaíso.

Misión cumplida

El nueva plan consistía en llevar el convoy hasta el puerto de Valparaíso (120 kms hacia el noroeste de Santiago), desde donde zarparían dos barcos estadounidenses con el cargamento de uranio por separado, a fin de que ninguno transportara lo suficiente para fabricar una bomba.

Sin embargo, cuando el grupo de Bieniawski llegó hasta el lugar para precisamente repartir el cargamento, una de las grúas falló y provocó que ocho contenedores oscilaran peligrosamente en el aire, ante el pánico de los presentes.

Momentos después, la grúa logró ser estabilizada y se cargaron los dos barcos, que zarparon esa mañana rumbo a Estados Unidos, donde finalmente el uranio fue reconvertido en combustible seguro.

Por qué Chile tenía uranio

Pero, ¿cómo llegó el uranio a Chile? La respuesta está en un programa internacional de mediados de los años 50, cuando las potencias que tenían armas nucleares entregaron uranio a diversos países a cambio de que investigaran su uso pacífico.

Entre los años 70 y 80, Chile recibió partidas desde Estados Unidos, Francia y Gran Bretaña. Sin embargo, al 2020, el uranio que estaba en el país se encontraba en dos reactores de investigación que ya no lo necesitaban.

Según detalló el propio Andrew Bieniawski tiempo después de la operación al diario Times, la idea era “asegurar el material nuclear que terroristas pudiesen adquirir para fabricar un dispositivo nuclear, así como el material radiológico para fabricar algún tipo de bomba sucia. Cuando el material ya no está aquí, los terroristas no pueden adquirirlo [y] el país es más seguro. Esa es la conclusión”, aseguró.