El bullying, la influencia de su madre feminista y su batalla por formar una familia: las marcas y el empoderamiento de Nicole Kidman

Atravesó cuestiones de toda índole y de cada una salió airosa hasta convertirse en una de las máximas estrellas del cine. Sin embargo, lejos de darse por vencida, todo lo atravesado lo vivió como una enseñanza que la llevó a subir un peldaño más hacia su sueño

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Nicole Kidman, la noche que ganó su segundo Oscar como mejor actriz (REUTERS/Eric Gaillard)
Nicole Kidman, la noche que ganó su segundo Oscar como mejor actriz (REUTERS/Eric Gaillard)

Hasta a la persona más alejada del cine, le resulta conocido su nombre. Es que, desde su debut cinematográfico hace casi cuarenta años, Nicole Kidman protagonizó algunas de las películas más emblemáticas de la historia del cine y cosechó premios por todo el mundo. El último, sin ir tan atrás en el tiempo, fue hace un puñado de meses, cuando ganó su segundo Premio Oscar -en esta ocasión, como mejor actriz por Being the Ricardos, el film que protagoniza con Javier Bardem. El primero lo había ganado en 2003 por su interpretación en Las horas-. Y si bien, es una de las actrices más convocada y mejor paga de la industria, en su vida privada no todo siempre brilló.

Aunque todos creen que es australiana, Kidman nació el 20 de junio de 1967, en la isla Ohau, en Hawái, aunque de manera circunstancial. Sucede que sus padres -Janelle Grenny y Antony Kidman- son australianos y estaban en Estados Unidos de manera temporal, por estudio. Janelle se recibió de instructora de enfermería y Antony de bioquímico y psicólogo. Cuando Nicole cumplió 4 años regresaron a sus tierras, más precisamente a Sydney. Allí comenzó a escribir su historia como la australiana más famosa, aunque no es de allí, claro.

En los pagos de sus padres empezó a estudiar y a crecer. También buscó su vocación en una escuela de actuación y en otra de ballet a las que incursionó por pedido de su padre. Inmediatamente mostró su talento, su facilidad para desarrollarse en el mundo de lo artístico. Sin embargo, acá empezó su primera lucha. De grande, contó que la etapa escolar fue un gran sufrimiento. En ningún lado se sentía cómoda y eso hacía que no pudiera desplegarse de la mejor manera, más allá de que los profesores la elogiaban.

En lo que tiene que ver con el colegio, era tratada como el patito feo, le hacían la vida imposible, lo que hoy tiene nombre y se llama bullying. Por un lado, porque era muy alta (mide 1,80 metros) y muy delgada. Si bien con los años pudo desarrollarse como modelo y pudo sacarle provecho a esas características de su imagen, en aquellos años lo padeció. La dejaban de lado y, en alguna oportunidad, contó que en los recreos todos le decían que nunca iba a tener novio porque era muy alta.

Nicole Kidman en sus épocas como modelo
Nicole Kidman en sus épocas como modelo

De alguna manera se fue alejando de todos, prácticamente no tenía amigos, y todo esto tuvo otra repercusión porque era muy retraída socialmente. “Soy muy tímida, pero muy tímida. Incluso tartamudeé cuando era niña, algo que poco a poco superé, pero todavía retrocedo en esa timidez. Así que no me gusta entrar sola en un restaurante lleno de gente; tampoco me gusta ir sola a una fiesta”, contó en una charla con la revista Talk. Esa fue una de las primeras veces que habló abiertamente del tema.

Por ese motivo es que encontró su lugar en el Teatro Australiano para la Juventud. Entre clases, con la mímica como una gran herramienta, encontró su refugio. Fue tal lo que consiguió en aquellos años de infancia que fue becada para que siguiera perfeccionándose. “La actuación me salvó en mi infancia, en mi adolescencia. Aquellos años nos fueron precisamente agradables. Fue horrible. No le gustaba a ningún chico, fue algo duro”.

Nicole Kidman
Nicole Kidman

Su piel blanca con pecas también eran excusa de burla. Por las condiciones de su epidermis propensa al cáncer de piel, exponerse largas horas al sol no era lo recomendable, entonces intentaba juntar dinero para comprar protectores solares para pasar largas horas al sol. Este tipo de cremas también fueron aliadas en su búsqueda por ocultar sus manchitas y cambiar el tono de su piel que llamaba la atención porque todos en Australia lucen un bronceado que ella no.

Por otro lado, en su casa también vivió situaciones que no eran habituales. Como iba al colegio a la tarde, por la mañana llevaba adelante una rutina física preparada por su padre. Entrenaban juntos por pedido de él, porque era muy estricto del aspecto físico. Su madre era feminista y, entre otras cosas, no le compraba las clásicas muñecas que sí tenían casi el resto de sus compañeras de colegio. Llamativamente, a diferencia de su pareja que se fijaba en lo estético, ella le decía que esos juguetes mostraban una realidad distorsionada.

Nicole Kidman conoció a Tom Cruise en Ojos bien cerrados y tuvieron un gran amor
Nicole Kidman conoció a Tom Cruise en Ojos bien cerrados y tuvieron un gran amor

Eso también fue complejo. Sin ir más lejos, una tarde de paseo, en una juguetería, se robó una muñeca y fue descubierta. La pequeña Kidman se ligó un gran reto, pero eso fue el quiebre del pensamiento para su madre: luego de explicarle que eso que acababa de hacer estaba mal, regresó al local, la pagó y dejó que se la quedara. Fueron todas cicatrices que le quedaron marcadas. Pero hubo un momento, en su adolescencia, en el que cambió el chip. Entendió que tenía todo al alcance de la mano si se fijaba en ella y no en lo que decían por ahí.

Otro episodio que dejó su marca, fue el cáncer de mama que tuvo su madre cuando ella tenía 17 años. En 2004, en una charla con Hoy en día, también tocó ese tema. “Lo que vivió me quedó grabado para siempre. Verla pasar por ese dolor y también ver su fuerza me dio mi compromiso con esta causa por el resto de mi vida”, remarcó y agregó que ni bien los contratos millonarios empezaron a aparecer por sus trabajos, no dudó en hacer donaciones para campañas sobre generar conciencia y también para tratar la enfermedad. Además de eso, en 2009 se asoció con el Programa de Cáncer de Mujeres de la Universidad de Stanford.

A los 16 años tuvo su primera incursión en cine, en la película Bush Chrismas. Un film australiano, sin gran repercusión y en el que tuvo un rol menor, pero entendió que ese fue el primer paso de algo grande. Esto también lo aplicó para su vida. “A medida que crecí, empezó a gustarme tener la piel más clara porque era distinta. Creo que abrazar lo que te hace diferente es importante”. Un pensamiento no menor, ya que eso se transformó en la marca registrada de esta actriz.

Nicole Kidman y Tom Cruise  (Foto: KMazur/WireImage)
Nicole Kidman y Tom Cruise (Foto: KMazur/WireImage)

Para este entonces, ya dando sus primeros pasos dentro del mundo del séptimo arte, su dificultad a la hora de hablar también quedó a un lado. Todo empezó a moverse por un camino de plenitud total. Ya de grande, la protagonista de Moulin Rouge, Los otros, Eyes Wide Shut, Days of Thunder, Identidad borrada, El sacrificio de un ciervo sagrado, entre otros títulos de la misma envergadura, buscó enfocarse en todo lo vivido para generar conciencia. Incluso siendo una de las máximas celebridades del mundo, suele dar charlas en escuelas australianas para erradicar el bulliying.

Nicole Kidman
Nicole Kidman

Las noticias complejas siempre fueron parte de su vida, con ella como protagonista. Otra de las batallas las tuvo a los 23 años. En 1990 conoció al actor Tom Cruise, se pusieron de novios y rápidamente se fueron a vivir juntos. La idea de la familia numerosa estuvo casi desde el primer día, pero en el primer intento de maternidad -en 1991- tuvo un embarazo ectópico. “Fue una de las noticias más tristes de mi vida. Fue lo más traumático que viví”, contó tiempo después.

En 2001 pasó por una situación similar, cuando tuvo un aborto involuntario. Esto no le impidió tener hijos y esa familia numerosa con la que soñaba. En 1992 adoptaron a Isabella y en 1995, a Connor. Luego llegaron Sunday Rose, nació en 2008 de forma natural y luego de varios tratamientos y meses de reposo, y más tarde adoptarían a Margaret. Varios batallas para una sola persona. Sin embargo, nada la quebró, sino por el contrario: cada circunstancia adversa fue un escalón más que le puso la vida para llegar a cada uno de sus objetivos.

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