De Bolivia a Rosario, los diarios de motocicleta narco: “Los loros están comiendo y no controlan”

Una pareja, con la ayuda de su hija, lideraba una organización que proveía de ladrillos de la droga a criminales de la ciudad santafesina, La Plata y diferentes puntos del Conurbano

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Uno de los motociclistas al servicio de la banda, detenido en una estación de servicio
Uno de los motociclistas al servicio de la banda, detenido en una estación de servicio

La modalidad montada para el tráfico de cocaína desde el norte argentino por Héctor Javier Quispe, alias “El Jaguar”, podría, salvando las distancias, claro; inspirar una secuela de “Diarios de motocicleta”, la película biográfica que retrató el revelador periplo del “Che” Guevara por Sudamérica. Sucede que el presunto narco salteño utilizaba motos para trasladar la droga desde Bolivia hasta Rosario, La Plata y distintos puntos del conurbano. Lo hacía a través de rutas alternativas y caminos rurales para evadir controles.

Claro que Quispe no manejaba los vehículos de dos ruedas. Lo hacían sus conductores, quienes entregaban los cargamentos en destino.

Tampoco se encargaba de la logística en soledad: además de sus cómplices en los caminos, contaba con la ayuda de su pareja, Lina Soto, su hija B.N.Q., y una mujer identificada como Lorena Esquivel.

“Los loros están comiendo y no controlan”, se escuchó decir a Soto en una de las conversaciones de la banda intervenidas por agentes de la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA).

La cocaína que fue secuestrada por la PSA con la forma de un trébol
La cocaína que fue secuestrada por la PSA con la forma de un trébol

La mujer se refería a los agentes de Gendarmería apostados en los controles preventivos, que se encontrarían almorzando, por lo que el riesgo disminuía. Antes de la llegada de las motos a destino, Quispe recolectaba el dinero de los envíos en cada punto de distribución.

El grupo ingresaba los paquetes, según creen los investigadores, por pasajes clandestinos del Bermejo, en Aguas Blancas (Salta). Incluso, él mismo registra varios movimientos en ese paso fronterizo a bordo de su Toyota Hilux. El presunto narco solía visitar, además, Salvador Mazza.

La investigación, que se inició en 2021 y está a cargo de los fiscales federales Matías Scilabra, de la Procunar, Claudio Kishimoto y el coayudante Franco Benetti, estableció que la organización “enfriaba” los cargamentos en Salta. Luego, partían acondicionados en los rodados de alta cilindrada.

De acuerdo al expediente, en cada ciudad existía una persona que recibía la provisión de estupefacientes y la redistribuía en esa localidad. La mayoría de los receptores de la cocaína ya tenían antecedentes por haber estado involucrado en causas en infracción a la ley 23.737.

La cocaína que fue secuestrada por la PSA con la forma de un delfín
La cocaína que fue secuestrada por la PSA con la forma de un delfín

En el medio, aparecen socios con antecedentes por narcotráfico, por ejemplo, por acopiar droga. Otros, salieron en los diarios. Es el caso de Cristian Gal, quien aparece implicado en una causa de 2018, cuando fue detenido en un Audi TT, acusado de liderar una banda que había montado una cocina de drogas en una isla de Berisso.

Los investigadores notaron que Quispe tenía vínculos con “los Taborda”, hombres pesados del narcomenudeo en la ciudad santafesina, con vínculos con la barrabrava de un equipo local y que, a su vez, coordinaban envíos de droga a San Nicolás, también en moto.

En las últimas 48 horas, la PSA realizó 30 allanamientos: tres en Salta, diez en la provincia de Buenos Aires y 17 en Santa Fe. La causa cuenta con más de 90 informes positivos realizados por la fuerza de seguridad, escuchas telefónicas en directo y seguimientos interprovinciales durante días.

En Rosario, donde se realizaron más de 15 allanamientos, los efectivos detuvieron Quispe, quien fue apresado junto a su socio local. A 100 km de distancia, en una estación de servicio ubicada en el cruce de la Ruta Nacional 34 y la Ruta Provincial 65, en la localidad de San Genaro (Santa Fe), capturaron a un motociclista de la banda, que estaba viajando desde el norte del país.

La droga iba oculta en la moto
La droga iba oculta en la moto

Al requisar la moto encontraron que su cuadro y su tanque de combustible habían sido modificados para ocultar nueve rectángulos de distinto tamaño que resultaron reactivos a narcotest de campo para clorhidrato de cocaína. Al retirar los envoltorios de nailon de color amarillo, se observó que uno de los “ladrillos” llevaba en bajorrelieve una hoja de un trébol y otros dos tenían impresas la figura de un delfín. Se trataba de 5 kilos, aparentemente, de máxima pureza.

Como resultado de los procedimientos, la PSA detuvo a cuatro mujeres y 14 varones, e incautó 11,4 kg de cocaína; 11,5 kg de marihuana; 529 gramos de metanfetaminas; tres balanzas; 18.109 dólares, 17.534.050 pesos, 465 euros, dos contadoras de billetes; 12 armas de fuego, 197 municiones de distinto calibre y una pistola de aire comprimido.

También se secuestraron 12 autos y nueve motos; 35 teléfonos celulares, dispositivos electrónicos, un frasco con lidocaína, una bolsa con magnesio, elementos de fraccionamiento y documentación de interés para la causa en manos del juez federal Carlos Alberto Vera Barros.

Operativo Centauro

El operativo de la PSA que terminó con la detención de Quispe fue bautizado “Centauro”. Los investigadores encontraron en esa figura mitológica una analogía del motociclista como un jinete salvaje, forajido de la ley, según detallaron.

La investigación comenzó hace tres años y fue un desprendimiento de una causa en la cual la PSA realizó, en diciembre de 2020, 10 allanamientos, detuvo a ocho personas y secuestró drogas, armas y vehículos.

Las nuevas pesquisas incluyeron seguimientos, más de 11.000 horas de escuchas telefónicas y otras tareas de campo que permitieron determinar que el principal sospechoso lideraba una organización criminal de núcleo familiar y estructura jerárquica, con una clara división de tareas, cuyos miembros tenían roles específicos.

La misma proveía cocaína a residentes de Rosario, La Carolina, Villa Constitución (Santa Fe) y San Nicolás (Buenos Aires). Asimismo, se pudo establecer que cambiaba divisas para capitalizarse y para financiar la compra de estupefacientes (en dólares), a través de un conocido restobar del microcentro rosarino.