El secreto de Cambiemos

Guillermo Raffo

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"Arquitecto de obra hecha" es un popular dicho brasileño que describe a esas personas que, una vez que la casa está terminada, vienen a explicarnos cómo podría haber quedado mejor. "Ojo, quedó bien, pero hubiera quedado mejor si esa ventana fuera más grande, capaz la puerta del otro lado". Hay arquitectos de obra hecha en todos lados y en todas las profesiones, pero son más visibles entre periodistas y analistas políticos.

En Argentina, se habla del "diario del lunes", que es casi la misma cosa, gente que profetiza hoy lo que pasó ayer. Algo así sucede entre el llamado círculo rojo y el Gobierno de Cambiemos. Antes, les advierten que si siguen así, van camino a un desastre. Durante, les auguran una catástrofe inminente. Y después, analistas, panelistas y periodistas describen la estrategia genial, que estaba clara desde el principio, o atribuyen la victoria a los errores de los adversarios o a algún hecho aislado y fortuito de última hora que los salvó de una caída vergonzosa. Nunca vi tanta suerte en un grupo que lleva más de 14 años sin conocer la derrota.

Personalmente, creo que los estrategas de Cambiemos saben algo que nosotros no sabemos y eso es difícil de aceptar en un país donde todos sabemos de casi todo y nadie precisa aprender casi nada. Al final, ¿qué podemos aprender de un señor ecuatoriano que se tiñe el pelo, habla como El Chavo y dice cosas tan obvias que ni vale la pena tomarlas en serio? Habría que preguntarse si hacer política no es justamente hacer lo obvio y, dentro de lo posible, hacerlo de una manera no obvia. Tal vez quien mejor describió el secreto milagroso de Cambiemos para ganar elecciones haciendo todo mal fue José Natanson en un reciente artículo periodístico donde, medio que pidiendo permiso y perdón por saber pensar, dejó claro que Cambiemos gana porque trabaja su comunicación, y su política, profesionalmente y con "disciplina estratégica". Y que trabajar profesionalmente tiene considerables ventajas a gritar "Macri gato". Que timbreo mata acto (o es una nueva forma de acto) y Metrobus mata revolución (o es una nueva forma de revolución).

El problema es que muchos políticos se resisten a trabajar profesionalmente, a veces porque sienten que eso les resta poder, a veces porque no quieren convertirse en un "producto del marketing", a veces porque eso significa reconocer que no son la persona infalible que creen ser y que precisan de un buen equipo que los ayude. "Llegué donde llegué solo, ¿por qué voy a cambiar ahora?". Simplemente, porque todo está cambiando. En una de mis primeras campañas, al ser confrontado con las encuestas que le auguraban una derrota segura si no cambiaba su actitud, un candidato me miró y dijo: "Yo, muero con la mía". Y su deseo se hizo realidad: con la suya, murió. Porque trabajar profesionalmente, entre otras cosas, también significa que no existe "la mía o la tuya".

Como dicen en Brasil, opinión es como ombligo, todo el mundo tiene uno. Trabajar profesionalmente es trabajar con datos objetivos —las malditas encuestas— y con análisis inteligentes a partir de y no contra esos datos. Nunca faltan periodistas que despotriquen contra las encuestas y los candidatos pasteurizados que sólo dicen lo que la gente quiere escuchar. Si fuera tan fácil como hacer encuestas, escuchar lo que la gente quiere y repetirlo en la tele, todos los candidatos ganarían las elecciones, porque todos hacen encuestas. Pero no es así, claro.

Porque las encuestas no son una Biblia sino una herramienta más y muy importante para entender la opinión pública, conocer sus problemas, sus expectativas y definir una estrategia para conectarse con ella. Si cualquiera de nosotros, antes de tomar una decisión importante, lo consultamos con nuestra familia, con nuestros amigos y hasta con nuestra almohada, ¿por qué un político no debería escuchar la opinión de los electores? Eso no significa carecer de opinión propia. Significa no tomar en cuenta sólo la propia opinión.

En fin, quiero terminar este texto felicitando a los estrategas de Cambiemos. No solamente por los buenos resultados obtenidos, sino porque están contribuyendo a que la comunicación política se torne cada vez más profesional y eso, aunque resulte difícil de creer, es bueno para la democracia. Imagino que a esta hora muchos candidatos derrotados, por lo menos los más inteligentes, estarán intentando entender por qué perdieron y corriendo atrás de consultores profesionales, de esos que no le dicen "sí" a todo y que tanto los irritan cuando cuestionan sus opiniones. De la misma forma que se irrita un diabético cuando el médico le niega azúcar, porque sabe que lo que un diabético realmente precisa es insulina. En definitiva, ¿cuál es el secreto de Cambiemos? El secreto es que no hay secretos.

El autor es consultor político.