El desconcierto del PJ

Casi todos ellos piensan que el kirchnerismo ya fue, pero pocos se atreven a decirlo con todas las letras

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En las filas del Partido Justicialista (PJ) reina el desconcierto. Luego del demoledor paso de las internas, todos juntan sus petates tratando de rearmarse.

La voz rugosa e inconfundible de El Adolfo se viralizó por Whatsapp dando cuenta de la profundidad de la caída. El ex gobernador arengó a su tropa en desbandada a reunir fuerza y "limpiar a los traidores". El Alberto, ahora gobernador, pidió la renuncia a todo el gabinete, una reacción comprensible de quienes tienen que asimilar la primera derrota electoral en 34 años.

Dueños y señores de San Luis, esta vez les tocó morder el polvo. Claudio Poggi, quien supo ser aliado del clan y gobernador entre 2011 y 2015, los superó en apenas algo menos de 20 puntos. Por primera vez, los Rodríguez Saá jugaron del lado de Cristina. Les fue mal.

Los que quedan en pie tuvieron que abrirse paso entre el tendal para poder celebrar sus posiciones. Es el caso del gobernador Sergio Uñac, que se impuso a Cambiemos mejorando su marca de 2015. El sanjuanino lleva en la boleta a Rubén Uñac. Con amplia ventaja sobre el oficialismo, camina hacia octubre con la expectativa cierta de sumar dos senadores a la Cámara Alta. El triunfo del Frente para Todos que encabeza el hermano del gobernador no fue una sorpresa para nadie. De buenas relaciones con el Gobierno, superó en casi diez puntos a la lista de Cambiemos. Uñac revista entre los "nuevos" y mantiene una relación más que razonable con el Gobierno.

Ni ganadores ni perdedores apostaban a un suceso cristinista. Para todos, el peso de la ex Presidente en la escena política es ilevantable a la hora de pensar en una renovación. Casi todos ellos piensan que el kirchnerismo ya fue, pero pocos se atreven a decirlo con todas las letras.

Quien salió de la veda con los tapones de punta fue Miguel Ángel Pichetto. Sin prurito alguno, vaticinó el llano en 2019 para los peronistas. Sabe que les espera el trago amargo de la convivencia con la ex jefa en el Senado, una pesadilla de impredecible final.

Juan Manuel Urtubey revista entre los que emergieron indemnes. El salteño que siempre se desmarcó, dice que CFK y los suyos se fueron sin que los echen. Nadie parece dispuesto ahora a llamarlos ni hay espacio alguno para que regresen.

Sin liderazgo a la vista que los exprese, los gobernadores del PJ recalculan estrategias. Sostener a Sergio Massa, resistiendo la polarización, es para varios una opción aceptable. Cristina, en cambio, apunta a nacionalizar la batalla de octubre. Jugará sus fichas a una confrontación cuerpo a cuerpo con Mauricio Macri. Eso, al menos, aseguran sus allegados.

Esta estrategia encuentra inspiración en una lectura muy forzada de la matemática que dejaron las PASO. Se trata de la que acuñó Verónica Magario en La Matanza y la hizo propia CFK. Es la que sostiene que el 65% de los votantes se expresó contra el ajuste, o sea, contra Macri, una cuenta amañada que suma lo obtenido por todas las fuerzas de oposición. No quisieron competir en una interna pero leen los resultados como si lo hubieran hecho.

En cualquier caso, el tiempo de las fidelidades partidarias se terminó. Los intendentes y los gobernadores que llegaron a las puertas del cementerio no quieren entrar. Para octubre parecen dispuestos a barajar y dar de nuevo. Jugarán al Antón Pirulero, en el que cada uno atiende su juego. Hay varios operativos de seducción en marcha, y de aquí en más mandan las conveniencias.

Mientras los intendentes elaboran estrategias para salvar la propia ropa, los gobernadores evalúan armar sus propios bloques por fuera del espacio K. Pretenden componer una oposición razonable. No quieren saber nada ni con la polarización ni con Cristina. Aun los más golpeados confían en recuperar posiciones. Tienen que seguir gobernando.

Los denominados "votos sueltos", aquellos que se ofrendaron a fuerzas que no lograron el piso requerido para entrar, están en la mira. Son 306.569 sólo en provincia de Buenos Aires para senador, algo menos de cuatro puntos porcentuales. No es poco con lo reñido que está todo.

Los que se quedaron en casa y votarán en octubre también están entre los codiciados. Son entre un 5% y un 7%, otros 600 mil bonaerenses, de acuerdo con los datos del pasado. Los de Cambiemos se entusiasman con los remolones.

Arriar a los votantes de Massa-Stolbizer a senadores con el argumento de que no hay que tirar el voto es otra línea de trabajo. Si quieren diputados de 1País, a cortar boleta. Algo que ya ocurrió en las PASO en las que Fernanda Vallejos obtuvo menos votos que CFK y que su rival Graciela Ocaña.

Tonificado por el resultado electoral, el macrismo ejerció poder. Lograron sacar por una estrecha hendija al inefable Eduardo Freiler y ahora apuntan a Alejandra Gils Carbó. La atropellada del oficialismo es astuta pero riesgosa. Siempre es tentador cometer abusos que se criticaron.

El resultado del 13 no fue inocuo para nadie. Con los precisos números en la mano, todos están hablando con todos.