Vuelve el Nadal más épico: gana a Cachín en la madre de todas sus batallas recientes y llega a octavos de Madrid

En un partido para el recuerdo, el balear firma una victoria de raza como las de antaño, en más de tres horas, para agarrarse con uñas y dientes a uno de los torneos más especiales de su carrera (6-1, 6-7, 6-3)

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Nadal celebra un punto contra Cachín (REUTERS/Ana Beltran)
Nadal celebra un punto contra Cachín (REUTERS/Ana Beltran)

Si Pedro Sánchez confirmó por la mañana que no se va y que continuará siendo presidente del Gobierno en España, cuando llegó a barruntarse su dimisión, Rafa Nadal, por la tarde, decidió mandar un aviso a navegantes parecido en la Caja Mágica. Él tampoco quiere irse, no todavía. A pesar de que su adiós cada vez parece más cercano y de lo muy castigado que ha llegado a estar a nivel físico, aún tiene tenis de quilates que ofrecer al mundo. Para muestra, el espectáculo realmente increíble que brindó este lunes, junto al argentino Pedro Cachín, en el Estadio Manolo Santana del Mutua Madrid Open. Donde, en más de tres horas de batalla para la historia, sobrevivió una jornada más, clasificado ya para octavos de final, y volvió a abonarse a algo sin lo que no se entendería su leyenda: la épica (6-1, 6-7, 6-3).

“Todos estos minutos en pista que voy acumulando tienen un valor emocional y tenístico muy importante para mí”, acertaba a decir el balear tras dejarlo y darlo todo en el albero de la capital española. Cachín nunca había tenido enfrente a Nadal, salvo en entrenamientos. Cierto es que por momentos le pudo el vértigo de medirse a semejante leyenda, y más en tierra batida. Sin embargo, fue un rival de una envergadura sublime cuando se le olvidó a quién tenía delante y pudo sacar a relucir la garra que siempre ha caracterizado a los jugadores de su país sobre la arcilla.

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Tras seis meses sin victoria alguna que llevarse a la boca, el de Bell Ville, que ha vuelto a saber lo que es ganar en el circuito durante este torneo, sacó una nota realmente buena en el que a buen seguro es el examen más exigente al que se ha enfrentado en los últimos tiempos. Lo mismo puede decir un Rafa que, por supuesto, se llevó el sobresaliente, sin discusión posible, en una prueba de fuego para los anales. Una que tuvo dos partes claramente diferenciadas: una que incluyó únicamente el primer set, sin historia alguna porque lo dominó de cabo a rabo el manacorense, y otra que incluyó tanto la segunda como la tercera manga. Ambas caracterizadas por una guerra sin cuartel, como en los viejos y buenos tiempos de Nadal.

Nada más arrancar el choque, Nadal ya era capaz de arrebatarle el saque a su contrincante, manteniendo el suyo y haciendo gala de una derecha digna de sus mejores días cuando le tocaba restar. Cada vez que el golpe de su vida podía salir a relucir, Cachín no tenía nada que hacer. Así de intratable se mostraba un Rafa que incluso llegó a dejar un leve gesto de hastío por los gritos constantes de ánimo que el público le brindaba. No quería que nada ni nadie le sacase de su estado de concentración absoluta. No cerró el set ni a la primera ni a la segunda, pero sí a la tercera.

Nadal en acción contra Cachín (REUTERS/Ana Beltran)
Nadal en acción contra Cachín (REUTERS/Ana Beltran)

Cachín convierte el partido en un infierno

Otro podría haber tirado la toalla tras ser arrollado por semejante apisonadora tenística. No fue el caso de Cachín, que puso en marcha un encuentro totalmente distinto nada más dar comienzo el segundo set. Mostrándose mucho más agresivo que minutos atrás y aprovechando que Nadal se encontraba algo más dubitativo, se apuntó un break y lo confirmó de inmediato: la confianza en sí mismo había hecho acto de presencia cuando más la necesitaba.

Nadal intentaba coger aire con su saque, pero no cabía duda de que la película ya no era idílica, sino bélica o, directamente, de terror. Sólo había que echar un vistazo a los intercambios entre ambos para advertirlo. Cachín ya no se reservaría ningún tipo de agresividad. Todo lo contrario: volvía a quebrar el servicio de Rafa y se colocaba 4-1 por delante. Un punto crítico en el que se decidió que sonara Alejandro Sanz por la megafonía de la central madrileña:

Al río le faltaba el agua

Al mar, el agua y las orillas

El sol apenas calentaba

Las aves ni volar sabían

Y ya te quería

Y ya te quería

Y ya te quería

Lejos de ponerse melancólico, Nadal fue capaz de darle la vuelta a tan adversa situación. Y de qué manera: break devuelto, saque conservado y amenaza de una nueva rotura. Cachín resistió en primera instancia, pero Nadal volvía a sacar el puño. Sinónimo de que creía. Vaya si creía. El 5-5 acabó reflejado en el electrónico tras un décimo juego de la segunda manga que fue realmente de aúpa: Nadal salvó bolas de set y pudo convertir aquellas de break de las que dispuso.

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Pero Cachín le pagó con su misma medicina acto seguido, viendo un poco más cerca el tercer set. No sería así, puesto que Rafa le arrebataría de nuevo el servicio para que todo se resolviera en un tie-break, literalmente, a vida o muerte. En el desempate, Cachín llegó a colocarse 4-1. Y, sin embargo, Nadal resurgió por enésima ocasión y pudo alcanzar el 4-4. Con los errores a la orden del día, el número 91 del mundo supo controlarse algo más y forzó un tercer parcial, dejando al mito en 5 puntos.

Nadal y Cachín se saludan tras el partido (REUTERS/Ana Beltran)
Nadal y Cachín se saludan tras el partido (REUTERS/Ana Beltran)

Nadie sabía qué pensar. ¿Iría Nadal a por todas? ¿Sacaría la bandera blanca? Sucedió lo primero, con una rotura y un juego en blanco al servicio para salir de dudas: iba a luchar por ganar. La atmósfera era de duelo grande y la tensión era tal que a Cachín se le rompió la zapatilla. Se alcanzaban las dos horas y media de toma y daca sin que todavía estuviese nada claro quién iba a imponerse. La derecha castigadora de Rafa aparecía, pero Cachín apretaba los dientes y conseguía una rotura más. Aun así, Nadal le replicaba y no fallaba al saque, ya con las luces del recinto encendidas.

El amago de escapatoria estaba ahí y, finalmente, Rafa aprovechó esa vía para, poco después, sumar el triunfo más disputado y apasionante desde que regresó. En cuanto dispuso de bola de partido, no perdonó, en una ‘nadalada’ de las que tanto gustan y han gustado todos estos años. Jiri Lehecka, 31º clasificado de la ATP, espera este martes. Y cualquiera se atreve a hacer pronósticos en contra del español, visto lo visto: por algo, se lo llamó alguien desde la grada, es SuperRafa.