Cuando el hijo devora al equipo de su padre: Giuliano, la virtud que falta en el Atlético de Simeone

El delantero cedido en el Alavés por la entidad rojiblanca desarbola a los del Cholo con una exhibición de actitud y entrega, cualidades de las que carecen los colchoneros. Oposita a los Juegos Olímpicos tras su primera titularidad en Liga

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Giuliano defiende la pelota ante Koke durante el partido contra el Atlético (Getty)
Giuliano defiende la pelota ante Koke durante el partido contra el Atlético (Getty)

Simeone salió victorioso de Mendizorroza, pero no Diego Pablo, sino Giuliano. El hijo del Cholo, al que se le debe mencionar teniendo en cuenta su rendimiento sobre el terreno de juego y obviando su árbol genealógico, devoró a un Atlético desanimado que revivió en Vitoria los fantasmas de Dortmund, que son los mismos que aparecieron en Cádiz, Bilbao, Almería, Sevilla… y tantas ciudades como partidos a domicilio han jugado los rojiblancos. El partido de Vitoria era de esos en los que hay que bajarse al barro, áspero, de los de pierna dura y el Atlético se desvanece en partidos con ese guion si son lejos de su feudo.

No le ocurre así a Giuliano, que se crece en encuentros de estas mimbres. Cedido en el Alavés por el Atlético, se le vio extramotivado. No era para menos, debutaba como titular en Liga. Caído a la izquierda, mostraba lo que pedía el partido. Agresividad en los duelos y rapidez para las segundas jugadas. El vástago mostrándole al padre lo que sus futbolistas no le daban. Cría cuervos y te sacarán los ojos, dice el refranero. Cada galopada de Giuliano Simeone era jaleada con júbilo por una grada que sentía que el partido no se les podía escapar si estaban subidos a sus lomos.

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Imagen de archivo de Giuliano Simeone celebrando un gol con el Alavés (REUTERS).
Imagen de archivo de Giuliano Simeone celebrando un gol con el Alavés (REUTERS).

A Simeone le falta un Giuliano

A los quince minutos ya había desarbolado a Savic, aunque para fortuna atlética, a su disparo le sobró potencia y faltó precisión. Giuliano seguía. Corría cada balón largo, presionaba la salida de balón, ganaba segundas jugadas, duelos individuales… Precisamente, en uno de ellos, fruto de la desesperación, Savic llegó tarde y en lugar de balón sus tacos tocaron tobillo argentino. Gil Manzano le mostró una amarilla que bien podía haber sido de color incierto. Giuliano seguía.

Participó en la jugada del primer gol babazorro al provocar un despeje deficiente de Savic, su pareja de baile, que recogió Benavidez en el balcón del área. Le tiró un túnel a Nahuel Molina que refleja la impotente temporada del lateral colchonero. En esa misma jugada Saúl tuvo que pararle con una falta que no fue penalti por escasos centímetros. Giuliano estaba desatado. Dos remates; un 80% de acierto en el pase; duelos ganados; regates; velocidad máxima de 35,1 kilómetros por hora que le convierte en el séptimo jugador más rápido de LaLiga… Su padre, con quien no había hablado ni visto antes del partido, se rindió a la evidencia. “Valorar el trabajo de Giuliano en este tiempo para tener el mérito de que el entrenador lo ponga en un partido importante como contra el Atlético de Madrid”, inició.

“Me pone contento por mi hijo, porque hizo un buen partido, porque demostró personalidad, fuerza, trabajo, agresividad, intensidad, espero que esto le permita afrontar un final de temporada mejor en el Alavés le tocó acompañar desde el lugar que le tocó desde la lesión y eso es muy bueno para su crecimiento en el fútbol”, añade. Su hijo, titular por primera vez en LaLiga, mostraba una sonrisa más amplia que la dibujada entre los aficionados babazorros con su actuación. “Especial por el partido que era, por ser contra el Atlético de Madrid. Estos meses fueron muy duros, donde te aseguro que trabajé como nadie, como nunca me había pasado, creo que esto es una recompensa a todo lo que venía haciendo y a la parte del Atlético que me tocó recuperar con ellos, agradecerles a todos, al cuerpo técnico, al grupo, que es extraordinario”.

Giuliano Simeone durante su presentación con el Alavés (EFE/David Aguilar).
Giuliano Simeone durante su presentación con el Alavés (EFE/David Aguilar).

De Vitoria a París

Hace tiempo que la carrera de Giuliano Simeone dejó de ser una de obstáculos para convertirse en una de largo fondo. Concretamente desde el 1 de enero de este año, cuando el argentino entró en una convocatoria oficial -la primera- con el Alavés tras superar su grave lesión de peroné con luxación del tobillo. Habían pasado cinco largos meses de paciencia, sacrificios y trabajos resumidos en una frase. “Llegó el día. Ahora sí, estoy de vuelta”. La pronunciada por el jugador argentino, que celebraba el premio a su constante esfuerzo.

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Debutó en Liga como babazorro al día siguiente, ante la Real Sociedad. Se le vio “emocionado” tras dejar atrás 149 días de recuperación, primero en Madrid y posteriormente en Vitoria, en los que no le faltó el apoyo de su entorno. “Muy contento de volver a estar con el equipo, pero es una pena que se nos haya vuelto a escapar otra vez en los últimos minutos. Tenemos que ser más contundentes”. Fueron las palabras del futbolista el día que volvió a sentirse futbolista.

Ese camino que está recorriendo en busca de su mejor versión tiene su sede en Vitoria y una escala -así lo desea Giuliano- en París. El argentino “sueña” con representar a su país en los Juegos Olímpicos del próximo verano. La albiceleste selló el billete a la capital francesa tras dejar en la estacada a la Brasil de Endrick, entre otros. “Es un objetivo que tengo en mente, un sueño por cumplir. Sé que los Juegos es algo muy bonito de disputar. El entrenador se tiene que fijar en mí, tiene el equipo armado y sé que es difícil pero como queda una segunda vuelta por disputar en LaLiga tengo que dar el máximo para poder estar ahí, sería todo un sueño”, asegura el pequeño de los Simeone. Nacido en Roma y con nacionalidad española, Giuliano tiene clara su decisión. “Será con Argentina o no será”. Cuenta atrás hasta París activada.