La ‘pesadilla’ del trabajador en turno de noche: un estudio desvela las enfermedades que tienen más riesgo de sufrir

Los horarios nocturnos son capaces de alterar los ritmos proteicos que se encargan de regular algunos procesos metabólicos

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Un vigilante de seguridad trabajando en la noche (Shutterstock)
Un vigilante de seguridad trabajando en la noche (Shutterstock)

El turno que hagamos en nuestro trabajo puede tener un impacto directo en nuestra salud; los que lo hacen de noche son los más afectados. Un estudio ha revelado que los trabajadores con horarios nocturnos tienen más riesgo de sufrir diabetes y obesidad, según muestra una investigación dirigida por un equipo de científicos de la Universidad Estatal de Washington (WSU) y el Laboratorio Nacional del Noroeste del Pacífico (PNNL) de Estados Unidos publicada en la Journal of Proteome Research.

El motivo se encuentra en que trabajar de noche altera los ritmos proteicos relacionados con la regulación de la glucosa en sangre, el metabolismo energético y la inflamación, unos procesos que pueden influir en el desarrollo de algunas enfermedades metabólicas crónicas. “Hay procesos vinculados al reloj biológico maestro de nuestro cerebro que dicen que el día es día y la noche es noche y otros procesos que siguen ritmos establecidos en otras partes del cuerpo que dicen que la noche es día y el día es noche”, explica el doctor Hans Van Dongen, autor principal del estudio y profesor de la Facultad de Medicina Elson S. Floyd de la WSU.

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“Cuando los ritmos internos están desregulados, se produce un estrés duradero en el sistema que creemos que tiene consecuencias para la salud a largo plazo”, aclara. Lo sorprendente de estos hallazgos es que esta desregulación se comienza a observar a los tres días de iniciar un turno de trabajo en la noche. Aunque todavía es necesaria mucha más investigación, este descubrimiento abre el camino a una intervención aún más temprana para la prevención de enfermedades metabólicas como la obesidad o la diabetes.

Episodio: Diabetes.

Para llevar a cabo el experimento, los científicos seleccionaron a un grupo de voluntarios que trabajaron en turnos diurnos o nocturnos durante tres días. Posteriormente, se mantuvieron despiertos un día completo para medir sus ritmos biológicos internos a través de muestras de sangre que mostraran las proteínas presentes en el sistema inmunológico. Así, se encontraron dos grandes tipos de proteínas: aquellas ligadas al reloj biológico maestro resistente a los cambios de horarios que no se vieron alteradas y otras, que eran la mayoría, que se presentaban muy trastocadas en comparación con las proteínas del grupo de voluntarios que trabajó en el turno de día.

Los científicos pusieron el foco en las proteínas que están involucradas en el control de la glucosa y descubrieron que estas tenían una inversión casi completa de los ritmos de glucosa en los trabajadores nocturnos. Es más, los procesos implicados para producir y crear sensibilidad a la insulina ya no estaban sincronizadas, pese a que lo natural es que se coordinen para mantener la glucosa en un nivel saludable.

Todo apunta a que la explicación de este hallazgo resida en la regulación de la insulina que intenta deshacer los cambios de glucosa que provoca trabajar durante la noche. A corto plazo, es una respuesta lógica y sana del organismo, pero no es sostenible a largo plazo. “Lo que demostramos es que realmente podemos ver una diferencia en los patrones moleculares entre los voluntarios con horarios normales y aquellos con horarios desalineados con su reloj biológico“, explica el doctor Jason McDermott, científico computacional de la División de Ciencias Biológicas del PNNL.

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La investigación aún tiene que continuar y trasladarla a los trabajadores reales, medir sus valores y comprobar si los turnos nocturnos son capaces de alterar los niveles de proteína.