La ‘toxicidad financiera’: la carga económica que agrava a los pacientes de cáncer

Las personas con cáncer afrontan gastos superiores a los 10.000 euros durante la enfermedad. La presión sobre su bolsillo puede derivar en efectos negativos para su salud

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Una doctora y su paciente en la habitación de un hospital. (Pexels)
Una doctora y su paciente en la habitación de un hospital. (Pexels)

En 2023, aparecieron 295.675 nuevos casos de cáncer, según cifras de la Asociación Española contra el Cáncer (AECC), un número que superó las estimaciones de la Red Española de Registros de Cáncer para ese mismo año (279.260). Los avances farmacéuticos han conseguido reducir la mortalidad de estos diagnósticos, pero impactan de lleno en el bolsillo de los pacientes y sus familias. El estrés económico que sufren estas personas se conoce como toxicidad financiera, y se refiere a la percepción de dificultades por parte de los pacientes debido a las cargas financieras asociadas a su enfermedad.

Incluso en un sistema de salud público, las personas con un diagnóstico de cáncer sufren las consecuencias en su economía: el 41% de las familias afrontan gastos superiores a los 10.000 euros durante la enfermedad, tal y como reveló en 2022 un estudio de la AECC. No todos los pacientes son capaces de hacer frente a estos costes. De hecho, se calcula que unas 30.000 personas se encuentran en situación de vulnerabilidad laboral al recibir su diagnóstico. El cáncer les llega en el paro, con ingresos inferiores al Salario Mínimo Interprofesional (SMI) o como autónomos. Por ello, surge una situación económica severa en el 21% de estos hogares.

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La doctora en Enfermería Isabel Salcedo de Diego explica que la toxicidad financiera afecta a la calidad de vida de los pacientes y puede tener efectos considerables en su salud: varios estudios han registrado índices más altos de mortalidad temprana, una reducción de la supervivencia y un posible incremento de la morbilidad. “Igual un paciente que se enfrenta a la toxicidad financiera piensa ‘no tengo dinero suficiente, pues dejo de comprar las medicinas’ o gasta menos dinero en una alimentación de calidad”, explica a Infobae España.

Durante la enfermedad, los gastos se acumulan, tanto de forma directa (aquellos vinculados al tratamiento) como indirecta: no son solo las medicinas, sino el declararse en baja laboral o verse obligado a la prejubilación. Todo esto hace que descienda el nivel de ingresos y aumente, por tanto, la toxicidad financiera que sienten.

Las mujeres, las más afectadas por la toxicidad financiera

Paciente de cáncer. (Pexels)
Paciente de cáncer. (Pexels)

Salcedo es una de las autoras de uno de los pocos estudios realizados en España sobre el fenómeno de la toxicidad financiera. Su trabajo se centra en los pacientes que han sufrido algún cáncer hematológico maligno como la leucemia o el linfoma y se han sometido a un trasplante de médula (trasplante alogénico de progenitores hematopoyéticos). Utiliza la escala COST (puntuación comprensiva de toxicidad financiera), que mide las dificultades económicas que afrontan los pacientes adultos con diagnóstico de cáncer y evalúa si hay determinantes socioeconómicos (género, nacionalidad, estado civil, situación laboral, etc.) que empeoren o mejoren este fenómeno. Se recogieron los datos, a través de un cuestionario, de un total de 66 personas que recibían su tratamiento en la Comunidad de Madrid.

Estas personas se ven especialmente afectadas por la toxicidad financiera en el primer año tras el trasplante. “Piensa que en los primeros seis meses vas a estar con visitas semanales al hospital, con inmunosupresores, más riesgo de infección... Tienen unos efectos adversos del propio procedimiento que son mayores que en otro tipo de cánceres”, explica Salcedo. De ahí que, en sus resultados, los pacientes reportaron una toxicidad financiera mayor que en otros estudios realizados “tanto en sistemas privados como públicos o mixtos”.

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Los gastos reportados por estas personas iban desde los 95 hasta los 700 euros al mes en ese primer año. El transporte, las medicinas, los suplementos nutricionales o los probióticos son especialmente significativos. El desembolso fue más grande para los pacientes que provenían de fuera de Madrid (430 euros de media) que para aquellos que ya vivían en la región (275 euros).

Entre las pacientes analizadas, eran las mujeres las que mostraban mayores valores de toxicidad financiera. No fue una sorpresa para las investigadoras, pues “suelen ser un factor de riesgo para cualquier desigualdad en salud”. Normalmente, parten de situaciones de desventaja “incluso antes del trasplante”. “En la población oncológica española, hay más mujeres que hombres con vulnerabilidades laborales, que condicionan el desarrollo de toxicidad financiera”, exponen en su estudio. En ello influyen las responsabilidades tradicionalmente asociadas a su género, como el cuidado del hogar. Salcedo aventura que, incluso cuando no llevan ese peso durante su recuperación, se acrecienta el sentimiento de estrés. “El hecho de verse ellas en una postura de tener que ser atendidas a veces les preocupa y lo viven con ese sufrimiento”, comenta.

Otros perfiles que tuvieron valores de toxicidad financiera superiores fueron la persona con ingresos por debajo de los 1.000 euros en el hogar y las personas que hubiesen percibido una disminución en el nivel de ingresos tras el trasplante. De igual manera, se encontraron niveles significativos en pacientes sin nacionalidad española o sin estudios superiores.

Las investigadoras Isabel Salcedo (d) y Rocío Navas (i), dos de las autoras del estudio
Las investigadoras Isabel Salcedo (d) y Rocío Navas (i), dos de las autoras del estudio

Detectar la toxicidad financiera para reducir la presión

Para Salcedo, la clave para mejorar la situación que viven estos pacientes está en la detección temprana. Herramientas como la escala COST, explica, pueden ayudar a ver estos problemas antes del trasplante y anticiparse a sus efectos, con ayudas o cambios en las recetas y recomendaciones médicas. Por ejemplo, evitar prescribir medicaciones caras para que no abandonen la medicación pautada. En definitiva, “detectar a estas personas que están en situación de mayor vulnerabilidad y movilizar recursos”.

La investigadora concluye con la importancia de “una educación sanitaria”, un punto que podría integrarse desde el punto de vista de la Enfermería. Con ella, “puedes ver más o menos a qué puedes renunciar y que tenga menos impacto en tu salud. No es lo mismo dejar de salir a cenar a un restaurante caro que dejar de comer verduras o proteínas”.