Fue telemarketer, socorrista y camarera, pero su pasión la llevó a la Selección: la historia de la futbolista que se formó en España, pero eligió jugar para Argentina

Sin haber pasado por Divisiones Inferiores, Marianela Szymanowski formó su carrera en Europa, donde tuvo que trabajar en otros rubros antes de dedicarse al fútbol. “Cada vez que me convocan, siento una emoción indescriptible. Es como conectar con mis raíces y con la nena que jugaba en los potreros de Ituzaingó”, deslizó en diálogo con Infobae

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Marianela Szymanowski, defendiendo la camiseta de la selección argentina
Marianela Szymanowski, defendiendo la camiseta de la selección argentina

Marianela Szymanowski creció con la pelota debajo del brazo. O de la suela. Su infancia en Ituzaingó le permitió forjar un talento natural a base de los picados. En aquellas calles de tierra del Oeste del Conurbano Bonaerense protagonizaba encuentros que para ella representaban “la final del mundo”. “Se armaban lindos partidos. Lo daba todo: iba al piso, chocaba y no tenía miedo de trabar contra chicos más grandes. Era feliz”, recordó en diálogo con Infobae desde Estados Unidos, donde se prepara para afrontar con la selección argentina los cuartos de final de la Copa de Oro femenina frente a Brasil (en la madrugada del domingo, a las 00:15, en el BMO Stadium de Los Ángeles).

Pasaba las tardes junto a sus amigos y vecinos en la puerta de la casa que había construido su propio padre. Era fútbol en estado puro. Incluso cuando su hermano mayor comenzó a jugar al baby en un club del barrio, ella lo acompañaba con los botines y la pelota para hacer jueguitos al costado de la cancha. Eran tiempos de diversión garantizada en el potrero de arcos improvisados. Sin embargo, la situación económica y social del país amenazaba con una nueva crisis y su familia decidió emigrar hacia España cuando Marian tenía 10 años. “En noviembre del 2000 nos tomamos el vuelo hacia Madrid, un poco antes del recordado 2001. Intentamos adaptarnos al colegio lo más rápido posible, pero fue un antes y un después en mi vida”, explicó.

En su nuevo destino reprimió su pasión por los comentarios adversos que había escuchado de las personas que se detenían a observarla mientras se divertía en los picados de Buenos Aires. “¡Mirá ahí! ¿Qué hace esa nena jugando al fútbol?” “¡No tiene miedo de jugar contra pibes más grandes!” “Es una varonera”... Frases hirientes que escuchaba de una sociedad que todavía no estaba deconstruida. “Me marcaron desde chiquita. A los 6, 7 u 8 años sentía vergüenza y miedo a recibir ese tipo de comentarios. Por eso, cuando llegué a Europa no quería anotarme en fútbol, porque no quería volver a escuchar esas cosas”.

Para seguir ligada al deporte, incursionó por el tenis. Como ya contaba la experiencia de haber estado un año en Ferro, cuando su hermano más grande pertenecía a las Inferiores de la institución de Caballito, en la capital ibérica se adueñó de la raqueta. “Fue un click en mi cabeza. Jugué hasta los 18, porque en Madrid tampoco había potreros. Salvo en los recreos del colegio, no había vuelto a patear una pelota. Hasta que mis amigas de Guadarrama (un municipio cercano a las Sierras) me insistieron para que me sumara a su equipo de futsal. Y un día me animé”...

El Villalba Fútbol Sala marcó el reencuentro con su verdadera pasión. Si bien se trataba de un torneo amateur, sus goles la convirtieron en la MVP del campeonato. Y sus producciones llamaron la atención de unos directivos que la invitaron a sumarse a su equipo de Primera. Durante dos temporadas desplegó su talento. Incluso fue convocada por la selección madrileña para jugar competiciones nacionales contra las mejores comunidades. Una etapa en la que el destino volvió a tirarle un centro. Es que en alguno de esos partidos, dirigentes del Atlético de Madrid se encandilaron con sus producciones y le propusieron defender la camiseta del Colchonero.Cuando firmé, nunca me había puesto botines de cancha de 11. No sabía cómo me iba a ir en una cancha tan grande. Tuve que empezar con el equipo B, en la filial, para ver cómo me adaptaba”, recordó. Con 15 goles en un semestre, sólo le bastó media temporada para incorporarse al plantel profesional.

Ella hizo toda su carrera en Europa, pero eligió vestir la Albiceleste
Ella hizo toda su carrera en Europa, pero eligió vestir la Albiceleste

Antes de su exitosos presente, Marianela Szymanowski tuvo que ganarse la vida en otros rubros. Desde los 17 hasta los 24 años se desempeñó como socorrista en piletas comunitarias, camarera en distintos bares de la ciudad, vendedora en una empresa de marca deportiva y telemarketer captando clientes para Vodafone. “Era una paliza, porque mi casa estaba a una hora y media de Majadahonda, que es donde practicábamos. Trabajaba 8 horas, comía lo que me llevaba en un tupper y después iba a entrenar”, detalló.

Naturalmente, en el Aleti admiró de cerca a las estrellas internacionales que llevaron al club a darles pelea al Real Madrid y al Barcelona. “Al Kun Agüero me lo crucé varias veces. También a Falcao, a Forlan y al Cholo Simeone. Era una locura. Como enfrente había una confitería argentina, muchas veces nos encontrábamos ahí. También los iba a ver al Vicente Calderón, porque me encantaba ese equipo”, recordó con admiración. Y si bien compartió algunas charlas improvisadas con el ídolo de Independiente, jamás se atrevió a pedirle un consejo. “Verlo al Kun era una cosa de locos. Nunca le pedí ninguna indicación, porque jamás hubiera podido plasmar en una cancha lo que me dijera. Él es un crack”.

Durante su carrera, la bonaerense defendió los colores del Betis, Valencia, Espanyol, pero su máxima frustración se dio cuando llegó al Rayo Vallecano, donde tenía la posibilidad de jugar la Champions League, pero una lesión la sacó del fútbol durante mucho tiempo. Fue en un picado con compañeros de trabajo, cuando uno de sus jefes (de gran contextura física) llegó tarde a una pelota y descargó toda su fuerza contra la pierna de Marianela. “Me tuvieron que operar dos veces, porque tenía complicaciones en los meniscos. Fueron tiempos de consultas y contraconsultas con diferentes médicos y pasé por cuatro rehabilitaciones”, describió con una angustia que todavía está presente cuando apela a su memoria. “Hasta que conocí al Doctor Cugat, que es un especialista. Él operó a muchísimos futbolistas de renombre como al Kun y a Guardiola. Gracias a él, pude volver a jugar”, completó.

La bonaerense celebra uno de sus goles en el Rayo vallecano
La bonaerense celebra uno de sus goles en el Rayo vallecano

Su caso es similar al de Lionel Messi. A pesar de no contar con la formación de las divisiones menores de ningún club argentino, logró forjar una trayectoria en en Viejo Mundo. “Siempre me dicen que hice un camino idéntico al de Leo. Hasta llegamos a España en la misma fecha. Hicimos nuestras carreras en Europa y representamos a la Selección con un amor incondicional. Nos fuimos de chiquitos y tenemos un sentimiento increíble por nuestro país. Cada vez que me convocan, siento una emoción indescriptible. Es como conectar con mis raíces y con la nena que jugaba en los potreros de Ituzaingó”, analizó.

Otra similitud con el astro rosarino es su tonalidad. A pesar de haber vivido más de la mitad de su vida lejos de sus orígenes, su vocabulario es tan argentino como el dulce de leche. “No perdí el acento, porque fue a conciencia. En los primeros días que fui al colegio, el profesor de lengua y literatura me quiso imponer que hablara con el , pero jamás quise dejar el vos. Siempre tuve en claro que no iba a cambiar mi forma de hablar, por más que cause gracia. Hasta el día de hoy mis amigas en los planteles me imitan por la tonada argentina. Me niego a decir vale, pues o joder”, aclaró con una cuota humorística.

Si algo le faltara para tener cerca a sus máximos referentes, cuando finalice su participación por la competición continental deberá regresar al Pomigliano, un equipo italiano que se encuentra en Nápoles. “Estar ahí es como vivir en Villa Luro o Liniers. Es la tierra de Maradona, y su cara está en todos lados: desde los taxis hasta las cajas de papas fritas. Los napolitanos reciben a los argentinos como si fueran familiares. Es una locura. Diego nos abrió las puertas y dejó un recuerdo imborrable”, concluyó.

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