“¿Qué es eso que me mandás? No tengo Twitter, recién me levanto de la siesta”. Roberto Cornejo se sorprende ante el mensaje de Infobae en medio de su ajustada rutina: por la mañana trabaja en la Municipalidad de Santa Rosa, a mediodía se entrena con su equipo, vuelve a su casa, descansa un rato, y se marcha a Los Totitos, el club en el que forma pequeñas promesas. Ajeno al mundo de las redes, no sabe que el Deportivo Matadero lo presentó, con flyer y todo, como nuevo refuerzo. Y que su regreso formal al fútbol a los 40 años rebotó más allá de La Pampa.
El Toto Cornejo es aquel fantasista categoría 83 de San Lorenzo que irrumpió con desparpajo en la élite, tuvo un tránsito por las selecciones juveniles, fue sparring de la Mayor con Bielsa, y luego pasó por Gimnasia, Nueva Chicago, Perú, México, Colombia, Chile y Nueva Zelanda. A los 29 años había decidido colgar los botines, casi al unísono con la muerte de Hugo, uno de sus hermanos, en un accidente de moto. Fundó su club para entrenar y aconsejar a los chicos, trabajó entregando encomiendas y nunca se terminó de alejar de la pelota; por ejemplo, representó al Ciclón en el fútbol senior.
Pero una propuesta lo sacó del ámbito estrictamente recreativo. Mejor dicho, un pedido. “Después de que falleció Huguito no volví a jugar más. Y volví por mi hermano, Juampi. Queríamos jugar juntos”, revela. Juan Manuel Cornejo, 33 años, siete menos que el ex enganche azulgrana, había compartido campo con el mayor en picados, pero nunca formalmente, con público, por los puntos. Allí brotó la semilla del regreso.
“Estoy muy orgulloso, muy feliz por el hermano que tengo. Es el 10, el mejor de todos. Después de que dejó, le pedí que empezáramos a jugar, aunque sea en la B, porque cuando yo era chico no podíamos coincidir en la misma categoría. Le dije: ‘Estás bien, podrías jugar un poco más’”, contó el impulsor del retorno. El empujón resultó suficiente.
Así fue que, en 2023, hicieron juntos una prueba en Ataliva de Roca, a 35 kilómetros de Santa Rosa, para ver cómo funcionaba el reingreso a la actividad seriamente. “Un amigo nos llamó para ser parte del plantel, fuimos, y se me despertó el futbolista. Dije: ‘Puedo seguir jugando’. Hice unos goles, me sentí bien; no corro como los pibes, pero trato de acomodarme en la cancha. La zurda sigue metiendo pases de gol, tiros libres, córners. La zurda todavía tira magia”, se divierte como con los botines puestos.
“En Ataliva jugamos poco, pero cumplimos el sueño. Y el objetivo mío era que jugáramos más juntos, lo que nos quede, dos o tres años. Cada vez que entro a una cancha para jugar con mi hermano, sé que me reta para dar lo mejor, aprendo de él. Capaz me dice ‘no corras tanto, esperá la pelota, no te vayas’. Me aconseja por mi bien y por el del equipo. Yo sé que le tiro la pelota, la para como quiere y te tira un pase que te deja solo con el arco gracias a su pegada”, lo ensalza su socio.
Aquel primer acercamiento resultó exitoso, pero faltaba una plataforma para que el regreso alcanzara la élite, en la Liga Cultural de Fútbol, la Primera División regional. Y se abrió la puerta de Deportivo Matadero, que al Toto no le miró el DNI, ni la inactividad, sino lo que todavía podía ofrecer. “Hace muchos años estoy en el fútbol de La Pampa, si bien soy bonaerense de nacimiento. Y me ha tocado aportar un granito de arena en la región. Que Toto vuelva a jugar es muy importante para él, porque es alguien que ama el fútbol. No sólo reconociendo su trayectoria, sino conociéndolo desde hace muchos años. Sabiendo de su valor como persona y jugador, acepté que integrase el plantel de este nóvel equipo de la provincia. Es el quinto año de su existencia, pertenece a una barriada muy significativa de la ciudad. Logramos el ascenso en 2022 e hicimos una muy buena campaña en Primera de la Liga el año pasado, incluso con victorias significativas contra All Boys de Santa Rosa”, pone en contexto Alfredo Helio Sauro, DT del equipo, de 68 años.
“Toto nos puede aportar su gran capacidad, su muchísima experiencia, y lo que nazca de su cabeza y de su zurda. Progresivamente se está poniendo bien y, seguramente para la historia del club, alguien con una destacada trayectoria, será importante. Por esas cosas de la vida había dejado de jugar joven, y vuelve a ser, vuelve a querer, vuelve a intentar, y ojalá que sostenga en el tiempo esta enjundia que le mete preparándose”, completa.
“Es el equipo que me gustó, me representa; es garra, corazón, pasión, juegan al fútbol por amor. Verlos a los chicos cómo se tiran de cabeza en la cancha es hermoso. Y nada más lindo que hacerlo con mi hermano. Es fanástico. Me quiero poner bien, estoy en ese trayecto”, se entusiasma quien supo deslumbrar a Oscar Ruggeri y Manuel Pellegrini cuando eran técnicos de San Lorenzo.
“Nunca me lesioné y las piernas son el corazón mío. El pique corto y la zurda están siempre, me estoy poniendo bien, pero se sorprenden por cómo manejo el cuerpo con el sobrepeso. Ayer hicimos fútbol y tiré un caño a lo Román Riquelme. Los chicos se cagan de risa”, aguijonea. Y él también ríe, como cuando, a pura picardía, inventaba faltas en Inferiores, en la cancha del Bajo Flores que era una extensión de su cancha (la pensión), y le guiñaba un ojo al banco para avisar que la actuación también se le daba bien.
Este domingo, contra Campos de Acha, volverá a debutar. Aquel adolescente de 18 años, que fue figura en su presentación en el triunfo 1-0 ante Rosario Central allá por 2001, habitará el cuerpo del hombre maduro de 40 (41 en mayo). Y la zurda del Toto Cornejo inventará gambetas, como si el tiempo no hubiese pasado.