En situaciones de sismo, es crucial conocer y aplicar las medidas de seguridad adecuadas para minimizar riesgos y garantizar la protección de las personas.
Entre las acciones más importantes se encuentran la búsqueda de zonas de seguridad establecidas, el mantenimiento de distancia de vidrios y objetos que puedan caer, la gestión del pánico para mantener la calma, la precaución al no correr en zonas vehiculares, detener el vehículo si se está conduciendo, la preferencia por usar escaleras en lugar de ascensores en edificaciones y la atención especial a menores de edad, personas con discapacidad y adultos mayores.
Estas recomendaciones buscan orientar a la población sobre cómo actuar de manera efectiva ante un terremoto, evitando acciones que puedan incrementar el peligro durante y después del evento.
La priorización de la calma y la seguridad al momento de evacuar o resguardarse, son aspectos clave para reducir las consecuencias negativas de estos desastres naturales. Además, se enfatiza en la importancia de la preparación previa, como conocer las rutas de evacuación y tener un kit de emergencia a mano. Además, es importante contar con planes de evacuación claros, realizar simulacros periódicos y educar a la comunidad en prácticas de seguridad sísmica.
El país ha vivido un año muy movido por cuenta del alto número de sismos que ha registrado el Servicio Geológico Colombiano en 2023. Y es que, en el transcurso del jueves 17 de agosto, varios temblores ocasionaron una serie complicaciones en la infraestructura de algunas edificaciones y a su vez costó la vida de una persona.
El fenómeno conocido como el Nido de Bucaramanga es un área de actividad sísmica particular atribuida a la interacción de restos de placas tectónicas antiguas, ya integradas en el manto terrestre. Esta compleja interacción tectónica se manifiesta en el municipio de Los Santos (Santander), que frecuentemente se convierte en el epicentro de diversos temblores.
Los sismos originados en esta región se distinguen por varias particularidades. Principalmente, su profundidad alcanza cerca de los 150 kilómetros, lo que indica que se generan bastante lejos de la superficie terrestre. En cuanto a su magnitud, estos sismos tienden a ser de baja a moderada, lo que implica que, aunque son frecuentes, la intensidad de estos movimientos telúricos en la superficie es relativamente baja, resultando en un riesgo menor para las poblaciones afectadas.
No obstante, es importante destacar que se han registrado eventos sísmicos con magnitudes superiores a 6.0 en esta área, los cuales han sido capaces de provocar daños significativos a la infraestructura y a las comunidades locales. Estos casos, aunque menos frecuentes, subrayan la importancia de mantener vigilancia y preparación ante la posibilidad de sismos de mayor intensidad.